Huellas de la caza en el campo del lenguaje. II

Por Hilario Peraleda Navas. Introducción de José María Arévalo

( Acuarela de Juan Agustín García Mateos en jagarciamateos. blogspot.com.es) (*)

«Vuelve para quedarse y quedarse: » des… pã… cì… to», poquito a poquito… ,trocito a trocito…, suave suavecito…, los meses que gusten… con toda su musica y corazoncito.
Refranes con su exiguo texto aleccionador y su más amplia pretendida explicación, muchas veces, de insignes personajes de nuestra historia pasada y no tan lejana del mundo cinegético ».

Con el fin de seguir desgranando el contenido del libro de dichos y refranes, relacionado con dos de ellos en estas mismas páginas el pasado 28 de abril, me envía nuevamente mi amigo Rafael López -amigo así mismo del autor- nuevos refranes en los que como siempre prevalecen, además de los lances sobre el tema de la caza, que a tantos apasiona, reminiscencias de la sabiduría popular y sus certeras sentencias donde se mostraba la gran filosofía que antaño encerraron para la vida misma. Así traemos hoy a colación los que siguen, esperamos que también sean del agrado de nuestros lectores. Como éstos, en sucesivos artículos iremos incluyendo los que seleccione el propio autor, Hilario Peraleda, al que mucho agradecemos su colaboración.

Abad avariento, por un gorrión o bodigo pierde ciento.

Antiguamente en las aldeas se llevaban a las iglesias, como ofrenda o limosna, unos panecillos, “bodigos”, con forma de pajaritos (de ahí lo de gorrión) hechos con la flor de la harina de cada uno de los oferentes y como quiera que algunos clérigos se pasaban en la exigencia de estas prácticas, llegando a reñir con el que no ofrecía, sin que por ello consiguieran que les dieran algo, perdían la amistad y ofrenda de todo el año, con lo que resultaba que la avaricia redundaba en daño del avariento. De ahí el dicho.

Abad y ballestero.

“Manzilla en paño fino es abominada de contino”, esta es la explicación que da el Marqués de Santillana. Se recoge en el “Tesoro de la Lengua…”, de Covarrubias como modelo de incompatibilidad: “vedan los santos cánones a los clérigos la profesión de cazadores cuando lo toman por oficio y grangería, dexando de acudir a sus obligaciones eclesiásticas y también cuando la caça es de peligro, como la de montería o tan costosa que lo que avían de comer los pobres, se da a los perros”.

Abad y ballestero, mal para los moros. (Por error se lee en otros, mozos).

Iba a decir este refrán, mal para los feligreses y súbditos y corrigióse con gracia “para los moros”, por hablar con ambigüedad. En un texto antiguo se lee esta interpretación: “Muestra que apenas ay de quien con más razón debamos temer más riguroso encuentro que del que tiene a su cargo ampararnos y defendernos; porque con él vivimos más descuidados que con otra persona alguna; pues como los abades y los curas sean como padres en los pueblos, si son ballesteros ¿qué se ha de aguardar de ellos sino mal? El cual desea el refrán: Si el abad es belicoso, el daño que de ahí resultare venga a los moros”. Reprende a los curas, prelados y superiores, de ásperos y distraídos de su obligación y que parece mal a los eclesiásticos ser belicosos y tratar armas y ejercicios seglares, sino que se ocupen en letras y enseñar y doctrinar a los que tienen de su cargo con mansedumbre y caridad cristiana. “Puédase aplicar a que si un eclesiástico celoso de la honra de Dios, en su servicio, emprende guerra a los impíos y los vence, es formidable, como le sucedió al Cardenal Don Gil de Albornoz y a Fray Francisco Jiménez, Cardenal y Arzobispo de Toledo que ganó a Orán. La letra es capaz de entenderse de dos personas o bandos de ellas. Abad, por la piedad cristiana y justicia en la guerra y oraciones a Dios y por la gente armada contra los enemigos, que entonces serán vencidos”. Quiere decir más, que los superiores y los gobernadores si fueren tiranos, será mal para los súbditos inferiores. Es decir, hace notar lo peligroso que es tener por enemigo a quien reúna en sí el poder espiritual y el de la fuerza material. Si el superior es peleón no les irá muy bien a los subordinados.

También en un texto de “Las siete partidas”, de Alfonso X se lee: “…pueden caçar (los clérigos) e pescar con redes e armar lazos, e esta manera de caça no les es defeududa porque la pueden facer sin canes e sin aues e sin roydo; pero deuenla facer de guisa que no se les embargue por ellas las oraciones”.

El DA. lo resume así: “Refrán que da a entender que si el abad, el superior o el párroco es belicoso y de genio terrible e inquieto, de ninguno más que de él se deben recelar los feligreses y súbditos, porque difícilmente pueden aguardar o esperar otra cosa que males. Y así este adagio, como en especie de imprecación, dice que el daño que resultare no caiga sobre ellos, sino sobre los moros o enemigos”.

Abad y ballestero, no concuerdan la cítara y el salterio.
Indica que no casan ni convienen las costumbres contrarias al estado de uno; “pues diversas voces tienen la cítara y el salterio” y no concuerda rezar el salterio el cura con dar música como soltero. Lo explica bien el siguiente aviso: “De perlado caballero/, que usa de galanías/, perros, fueros, cetrerías/, que es abad y ballestero. Libera nos Domine”. 379.
(“Cítara”, un instrumento musical antiguo parecido a la lira. “Salterio”, el libro canónico del Antiguo Testamento que contiene los salmos.)

A balazos de plata y bombas de oro, rindió la plaza el moro.
Indica que el dinero es más poderoso que la pólvora y por ello, que por muy honesta que sea una persona, se vende por él.

En el terreno amoroso expresa el excesivo poder de las riquezas para conquistar los corazones, en especial los femeninos.

Abril, abril, al cuco tienes que oír.

Es el mes en que este pájaro emite con más frecuencia su rítmico canto.
Con este refrán sobre el cuclillo se abre una amplia serie de ellos distribuidos a lo largo del libro. El cuco y su canto han sido uno de los animales y de los signos con más frecuencia asociados al tránsito del invierno a la primavera. La escucha de su canto en los bosques y campos tan pronto se disipan las nieves y fríos del invierno, su persistencia entusiasta durante la primavera y solo durante ella (en cuanto llegan los primeros calores veraniegos enmudece) y el tono inconfundible y bien templado de su cucú convierten a esta ave en una especie de pregonero alegre e inconfundible de la superación del mal tiempo y del renacer de la época más hermosa y fecunda de la naturaleza.

También el cuco tuvo otras connotaciones positivas como fue la de ser símbolo representativo del fraude y de la rapiña; pues se trata de un ave parásita que tira al suelo (“roba”) los huevos de nidos ajenos y deposita los suyos para que sean incubados por otras aves.

En muchos lugares se asocia también al adulterio y al deshonor de él derivado, hasta el extremo de que en varias lenguas europeas el nombre del cuco u otro derivado de este se ha convertido en un sinónimo de “cornudo”.

El cuco igualmente está muy ligado a la concepción de la muerte según se indica más adelante. En fin, que el cuco es un ave de un simbolismo denso y ambiguo que influye en las conductas y conciencias de quienes así lo toman y que se asoma a las grietas del invierno (muerte) y de la primavera (vida), por lo que es visto como algo confuso y contradictorio dentro del repertorio de creencias y de literatura folclórica europea.

Abril, abril, mucho cantar y poco venir.
Se dice respecto del celo de la perdiz, porque en dicho mes ya no suele acudir al reclamo por estar pasado de punto.

Abril, abriloso y sus aguas, sacan de la cueva al oso.
En este mes los osos ya han salido de su período de hibernación.

Abril, abriluco; el mes del cuco.
Mes en el que regresa procedente de su invernada en África.

Abril, abriluco, tú verás venir al cuco.
Análogo al anterior.

Abril, hueveril.
En este mes suelen poner más las aves. En el mismo sentido se dice “marzo nidarzo y mayo pajarero y pajarayo”, por ser los meses más abundantes en nidos y pollos, respectivamente.

Abril, los almendros en flor, los pájaros al sol, los jovencitos al amor.
Cada cosa tiene su tiempo.

Abril, tiempo del cuco, por la mañana mojado y por la tarde enjuto.
Identifica la llegada de este pájaro con las lluvias de escasa intensidad, intermitentes y alternativas, con la presencia de sol y buena temperatura que pronto enjugan las aguas caídas en el mes que se anuncia.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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