Una app de San Josemaría en Valladolid

Por José María Arévalo


( El Norte de Castilla dio la noticia con un vídeo. En la cabecera, don Ignacio Aparisi y Luis Fernández, en la presentación a la prensa de la app) (*)

E pasado 17 de mayo se cumplía el 25 aniversario de la beatificación de San Josemaría Escrivá de Balaguer, con cuyo motivo la oficina de información del Opus Dei presentó a los medios informativos una nueva app donde se recogen, además de la semblanza del santo y sus escritos, referencias a las ocasiones en que San Josemaría estuvo en Valladolid, al menos sesenta y una.

En efecto, la nueva app, que se puede bajar al móvil tecleando en la nube “San Josemaría y Valladolid”, incluye un resumen de la documentación que se ofreció en la exposición “San Josémaría y Valladolid. La huella de un santo”, en abril de 2011 en la iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana de nuestra ciudad, sobre la que ya publicamos un artículo en estas páginas y aquellas fechas, que titulábamos “San Josemaría en Valladolid”, y que ahora recordamos.

Valladolid fue la tercera ciudad del mundo -tras Madrid y Valencia- en la que comenzó establemente su labor de apostolado. La exposición incluía un recorrido histórico por cada una de las visitas que hizo San Josemaría a Valladolid, y el desarrollo del motivo por el que acudía, impulsar la labor del Opus Dei, de forma que se mostraba también cómo este trabajo se ha desarrollado en el mundo y más en concreto en Valladolid, quiénes fueron las primeras personas del Opus Dei en nuestra ciudad, labores apostólicas que en ella realizan sus miembros, etc. De todo ello se puede ver un resumen en la mueva app.

(Foto de San Josemaría con Javier Silió Gómez Carcedo e Ignacio de la Concha, en el Campo Grande de Valladolid) (*)

Aunque la primera visita de San Josemaría a Valladolid la realizó el 19 de Enero de 1938 –celebró la Santa Misa en las Teresianas, ofrecida por su fundador don Pedro Poveda, del que fue buen amigo, fusilado en Madrid durante la guerra- e incluso realizó varias visitas más en los meses siguientes, empezó propiamente la labor apostólica en nuestra ciudad el 30 de Noviembre de 1939. Se hospedó en el Hotel Español –en otras ocasiones lo había hecho en el Hotel Roma, pero ese día no tenía plazas-, que entonces funcionaba en la calle de la Pasión, varias fotografías del cual ilustran la explicación: “Al día siguiente se reúne con algunos jóvenes a los que habla de la posibilidad de ser santos en medio del mundo, destaca la importancia del estudio y les anima a hacer mucho apostolado”.

No podía faltar el relato de este comienzo –y de la apertura del primer centro, el 2 de Mayo de 1940, El Rincón, en el segundo piso, derecha, del número 12 de la calle Montero Calvo, edificio del que también había una foto en la exposición- en la biografía de Andrés Vázquez de Prada, la más amplia de las que existen del fundador del Opus Dei, cuyo tercer tomo se editó en el 2003. A ella me referí en otro artículo sobre la película “Encontrarás dragones”, del director de “La misión”, Roland Joffé, que incluye algunos hechos de la vida de San Josemaría. En el segundo tomo de esta biografía, Vázquez de Prada dedica un apartado que titula “Expansión por provincias, dentro del capítulo XII, “De sueños a realidades”. En mi artículo sobre la exposición recogía algunos párrafos de aquella biografía, sobre sus primeros viajes por ciudades españolas, que creo vale la pena reproducir.

( La app en pantalla grande, durante la rueda de prensa) (*)

“Experimentaba tangiblemente ser conducido por el Espíritu Santo. «Vuestro Padre toca al Espíritu Santo», decía a sus hijos, declarándoles aquellos sentimientos. «¡Cómo ayuda, cómo empuja, cómo urge!. Ayudadme a ser santo». Anticipadamente, aunque no con el relieve y riqueza de la actualidad vivida, había entrevisto don Josemaría el trabajo apostólico que le esperaba al terminar la guerra”. Y señala, poco después, que fue en agosto de 1940, “dando una tanda de ejercicios espirituales al clero leonés, cuando recibió luces especiales sobre el trabajo inmediato en la Obra. Era un aviso claro del Señor sobre el desarrollo del Opus Dei”.

Y más adelante: “Una vez en funcionamiento la Residencia de Jenner, don Josemaría animó a los suyos a hacer apostolado en los fines de semana, fuera de Madrid. (Los demás días hacían apostolado con sus compañeros de estudio o de profesión). Fueron salidas esporádicas, pero por la Navidad ya se había consolidado la idea de viajar a las ciudades universitarias cerca de Madrid y a algunas capitales de provincia, para ir conociendo y tratando personas que pudieran recibir la llamada divina a la Obra. En Valencia, con las visitas de don Josemaría en junio y en septiembre de 1939 y los ejercicios espirituales que había dado a sendos grupos de universitarios en Burjasot, la labor estaba iniciada, y en vías de crecimiento. El Padre, naturalmente, no se contentaba con que los valencianos tuviesen un par de habitaciones en El Cubil. Buena prueba de ello era que, apenas acabado de medio instalar aquel paupérrimo entresuelo de la calle Samaniego, donde había pasado un ataque de fiebre en un miserable catre, ya les exigía una nueva meta. Antes de comenzar el curso 1940-1941 debía estar en funcionamiento una Residencia de estudiantes.

( Uno de los vídeos de una tertulia con San Josemaría que recoge la app) (*)

“La salida a provincias –recoge más adelante- fue simultánea al trabajo apostólico que se realizaba en Madrid. Los fines de semana eran entonces cortos, porque los sábados por la mañana y por la tarde se trabajaba en todas partes. Por lo tanto, no podían partir de la capital hasta después de comer. Solían coger los trenes de la tarde con destino a Salamanca, Valladolid, Zaragoza, Bilbao o Valencia. Los trenes de aquellos años habían cumplido sobradamente su edad de servicio. Los vagones eran viejos y destartalados. Y las locomotoras resoplaban sin fuerza, por la mala calidad de los carbones. Por esta razón, no era infrecuente que se pasasen la noche viajando.

“El domingo lo empleaban en visitas y en charlar con los amigos a quienes habían conocido anteriormente, y a los amigos que éstos, a su vez, les presentaban. A última hora de la tarde del domingo, o ya de noche, regresaban a Madrid, para llegar a casa con las primeras luces del lunes.

“El Norte de España estaba resultando un pañuelo para aquellos viajantes de fin de semana, que algunas veces se encontraban en las estaciones de enlace -en Venta de Baños, Valladolid o Medina del Campo- con los de otra expedición. En Medina del Campo coincidían algunas veces con los que regresaban de Salamanca, como refiere Paco Botella, que no olvidó aquellas largas esperas en la cantina de la estación, hacia las tres de la madrugada. Pedían algo de beber y así justificaban el sentarse en una de las mesas, a la débil luz de una bombilla, para aprovechar el tiempo estudiando y sin probar un sorbo del vaso que tenían delante. (Para poder comulgar a su llegada a Madrid, era necesario entonces comenzar el ayuno desde la medianoche antecedente).

“Después de sus visitas a Valencia, don Josemaría decidió romper el fuego por Valladolid. El jueves, 30 de noviembre de 1939, salió en tren acompañado de Álvaro del Portillo y de Ricardo Fernández Vallespín. Eran las cuatro de la tarde, pero no llegaron a Valladolid hasta hora avanzada. De noche, con frío intenso y niebla espesa, cargaron con las maletas hasta encontrar hotel. Se alojaron en el Hotel Español. A la mañana siguiente el Padre dio la meditación a sus acompañantes: «Nos encontramos en Valladolid para trabajar por Cristo. Si no nos encontramos con nadie no por eso nos consideraríamos fracasados», les dijo.

( Así se ve la app) (*)

“Evidentemente, estaba seguro de hallarse haciendo el negocio de Dios, y no el suyo. De Madrid traían consigo una lista de nombres y direcciones de estudiantes. Esa misma mañana les pasaron aviso a sus domicilios citándolos para verse por la tarde en el hotel. Don Josemaría habló con todos ellos, entusiasmándoles con su celo apostólico y haciéndoles descubrir ideales de santidad naciente en sus corazones. Tan pendientes estaban de las palabras del sacerdote que ninguno de ellos daba muestras de querer retirarse a última hora de la tarde. Cuando se despidieron, don Josemaría les prometió hacer otros viajes, en los que esperaba que le presentasen a aquellos de sus amigos que pudieran entender el apostolado característico del Opus Dei. El sábado, 2 de diciembre, regresaron de Valladolid”.

A la apertura del primer centro de la Obra en Valladolid se refiere más adelante la biografía de Vázquez de Prada: «¿Aumentará mucho la familia? -se preguntaba Isidoro [Isidoro Zorzano, ingeniero de ferrocarriles, uno de las primeras vocaciones, actualmente en proceso de beatificación] en la primavera de 1940-. Las impresiones de todos los sitios son formidables. Se precisa, pues, insistir y machacar en lo de la casa; es fundamentalísimo para el desarrollo de la labor. ¿Qué se va a hacer con la familia si no se la puede cobijar? No se puede crear ambiente de hogar sin casa».

“Llevaba por entonces el Fundador más de tres meses sin apuntar una sola “catalina” [notas que escribía aquellos años], cuando se le ocurrió coger la pluma a este efecto:

«Miércoles, 8 de mayo de 1940: Se han pasado unos meses sin escribir catalinas. No es extraño, porque llevo una vida de ajetreo que no da tiempo a nada. Pero lo siento. –¿Novedades? Muchas. Es imposible hacer una selección, para anotarlas. Sólo esto, externo: hay una casa en Valencia, en Valladolid, en Barcelona (la casa de Barcelona todavía no está en marcha, porque no se pudo hacer el contrato de alquiler) y –pronto – en Zaragoza.

“El mes anterior estaba ya amueblado un piso en Valladolid, al que bautizaron con el nombre de El Rincón. En Valencia se encontró una casa en el número 16 de la calle Samaniego. Se acondicionó durante el verano y en octubre funcionaba como Residencia de estudiantes. No hallaron piso en Zaragoza, pero sí en Barcelona, en la calle Balmes, número 62”.

En fin – concluía mi artículo-, puede resumirse la exposición: de aquellos comienzos, estos resultados. Entre las labores apostólicas existentes aquí en la actualidad, promovidas por fieles del Opus Dei, en la exposición se informa del Colegio Mayor Peñafiel, la Asociación Cultural El Rincón (que mantiene un centro de convivencias y retiros en Tordesillas), el Colegio Alcazarén, la ONG Harambee, las asociaciones juveniles Trechel, Tempero y Niara (esta última ha abierto un centro deportivo en el Camino viejo de Simancas), y las asociaciones culturales Artes y Prados. También se informa de que pertenecen a la Obra en nuestra ciudad unos mil fieles, poco más mujeres que hombres.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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