El Rezongón. Matarromera y otros

Por Carlos de Bustamante

( Bodegas Matarromera)

Misión si no imposible, por supuesto compleja la de relatar todo lo concerniente a vinos y bodegas que, ribereñas del padre Duero, dan la Denominación de origen a los caldos que se elaboran en ellas. Hice amplia referencia al buque insignia de todos ellos como es por calidad, antigüedad y de prestigio mundial, el Vega Sicilia. Permítaseme ahora que, por conocer casi palmo a palmo estos pagos, que me refiera, siquiera someramente a los que, bien por amistad con los vitivinicultores, bien por haber catado sus vinos, pueda informar sobre ellos a los improbables lectores.

Conocí a Ursicino Moro en Olivares de Duero. Labrador de solera acreditada, tuvo la visión -que no tuvimos otros- de barruntar el pujante nacimiento de los vinos de D.O. Ribera de Duero. Sin dejar la labranza, dedicó, ya anciano, toda su atención al seductor mundo del vino, más pensando en sus hijos que en él mismo, conocedor de que más pronto que tarde dejaría su mundo con la satisfacción del deber cumplido.

Anécdota con desenlace triste es la que sigue: Con el “pampurrio” ya a cuestas, pasaba el verano, como de costumbre, en la Dehesa de Peñalba. “Vinon” a vernos una de nuestras hijas y su marido. De capital él, se me aburría como una ostra, sin que le “llamase” en absoluto el campo. Hube de discurrir el modo de que, como es costumbre de todo hijo de vecino bien criado, encontrase en su no ha mucho familia reciente –eran cuasi recién casados- aliciente e incluso diversión de las que no se hallan en la capital. Se me encendió la bombilla o lo que quedaba de ella antes de fundirse con el yu-yu, pampurrio o como gusten llamar al patatús ¿Comprenden…? El Rezongón, más de pueblo que las amapolas…, tampoco. O sea, que le propuse una escapada la bodega de mi amigo Ursicino Moro, en Olivares de Duero. En el acto se le pusieron las orejas como a una liebre. ¿No será Matarromera…? , me preguntó entendido en vinos y chispeantes los ojos “antes de conantes”. Pues sí, creo que así se llama, le contesté, aunque lo sabía de sobra.

No sin cierta preocupación pintada en el rostro de las señoras, partimos. Sardón de Duero, Quintanilla de Onésimo… cruce del puente sobre el Duero y en la ruta del vino Ribera del Duero, carretera a Pesquera de Duero-Peñafiel. ¿No te habrás equivocado?, me dijo tímido el nuevo yerno al distanciarnos en dirección opuesta al pueblo. ¡Tú, déjame…! Y silencio, claro. A no mucha distancia del lugar, divisamos el edificio imponente cabe el padre Duero. Y el rótulo inmenso: Matarromera. Comparado con la bajada, se diría que subimos más escalones que en la escalada al Teide gigante. Tras el abrazo y presentaciones de rigor, visitamos la bodega. Yo creí, me dijo el yerno perplejo, que “esto” sería una cueva como las bodegas de mi pueblo… Viejito como una uva pasa, pero con el oído en plena forma, le espetó Ursicino:
– ¿Pero “de qué nido tihas cáido”chaval…? Nuevo silencio que sólo se rompió y de qué forma en la sala de catas.

– ¿Habéis “tráido merienda”?… preguntó el viejo labrador- bodeguero, amigo. El nuevo silencio lo dijo todo.

-¡Carlos!, llamó a su hijo. Cuchichearon de lo que algo “teniente”, pude sólo entender: queso, y panadería de Eusebio. En tanto llegaba el “chico de los recados”, su hijo y hoy amo y señor de Matarromera, fuimos “hiciendo boca”y ambiente. “Quisió” las catas que hicimos de diferentes vinos, nombres y añadas…

Cuando el “novato”, ya empinaba el codo con otro riquísimo caldo, el vozarrón estentóreo lo detuvo en seco: ¡Cuidado yerno, que alguien nos espera en casa. Y la guardia en la carretera! El pan de Valladolid y queso elaborado en “ca Usebio” de Sardón, hizo el milagro de que se “asentara” el vino ingerido en cada particular bodega de “cadáuno”. No en vano quesería y panadería de Sardón de Duero fueron en más de una ocasión proveedores de la casa real. Tal era su calidad.

En una de otra de las muchas visitas a las que me llamaba su hijo Carlos me dio la noticia, del fallecimiento de su padre y de cómo él se haría cargo de la bodega.

Descanse en paz mi querido amigo. Por explicaciones y folletos de propaganda doy fe de la certeza de lo que, para información, les transcribo:

TRADICIÓN E INNOVACIÓN:

En pleno corazón de la Ribera del Duero, la Bodega Matarromera tiene sus naves semienterradas en la ladera norte del Valle del Duero, con unas preciosas vistas que dominan todo el valle, en el término municipal de Valbuena de Duero, en Valladolid. Matarromera nace con rotundos éxitos internacionales y la consecución de los mayores premios y reconocimientos mantenidos a lo largo de toda su trayectoria. Cuenta con una magnífica tecnología para la elaboración de tintos de la mejor calidad. Cuenta con control de temperatura y los depósitos y equipos son de acero inoxidable, su capacidad de elaboración es de 650.000 litros.

VENDIMIA

El trabajo en el viñedo abarca muchas tareas durante todo el año. El aclareo de racimos, despuentes, labores en verde y tratamientos preventivos, son sólo algunas de ellas. Pero las dos labores de campo imprescindibles son la poda en seco y la vendimia.
La vendimia es uno de los momentos más importantes en la elaboración de los vinos de Bodega Matarromera. Se realizan visitas a las parcelas previamente a la elección de la fecha de la vendimia, momento clave que se realiza en base a varios parámetros según el estado de la uva.

La uva Tempranillo de Olivares y Valbuena, en plena Milla de Oro de la Ribera del Duero exige grandes dosis de cuidado y trabajo diario. Por eso la vendimia se realiza de manera manual, con doble selección de racimos y posteriormente, en otra mesa de selección grano a grano.

Las uvas son siempre recolectadas en cajas de vendimia apilables con topes, de no más de 20 kg, para preservar la excelencia de una uva cuyos vinos nacen para convertirse en leyenda.

Todo el esfuerzo y el duro trabajo de la vendimia tiene su recompensa: recoger una buena añada que será digna de crear los grandes vinos del Duero.

BARRICAS

Las barricas de roble donde se crían los exclusivos vinos de Bodega Matarromera, se seleccionan de entre las mejores tonelerías que buscan la madera de roble en los más prestigiosos bosques. Es por tanto el origen de la madera procedente de bosques concretos, uno de los secretos de garantizan la excelente crianza de los vinos de Matarromera, junto con un largo y adecuado secado de la misma.

La crianza en barrica aporta al vino una medida dosis de oxigeno que expresa nítidamente sus aromas frutales, además de aportar textura en forma de suaves taninos de la madera y multitud de diferentes aromas procedentes del cuidado tostado de la madera.

Los aromas procedentes de la crianza en barrica son diferentes en función del origen americano o francés de la madera, de forma que la primera aporta clásicos toques de vainilla, coco, café o regaliz, mientras que la segunda aporta sutiles y elegantes toques especiados y de maderas nobles.

La crianza de vino en barrica es más común en el caso de los tintos, pero también hay vinos blancos que han tenido esta crianza como es el caso de Matarromera Verdejo fermentado en barrica.

Lo de “otros” del título, ¡mañaanaa…!, si Dios es servido.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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