“Destacados. Colección Telefónica”, en el Patio Herreriano

Por José María Arévalo

( Paisaje de la Rábida. 1938. Óleo de Daniel Vázquez Díaz) (*)

El Patio Herreriano Museo de Arte Contemporáneo Español, de Valladolid, acoge hasta el próximo 27 de agosto la exposición “Destacados. Colección Telefónica”, en las tres salas de la planta segunda –aunque hay un defecto de señalización- muestra que posteriormente viajará en itinerancia a otros museos españoles. De las casi mil piezas que componen la colección Telefónica, se han seleccionado 150 para explicar tres subcolecciones que forman parten de los fondos de la citada empresa.

Aunque predomina el informalismo, me han gustado mucho dos cuadros que no conocía, con cuyas fotos encabezo las seleccionadas para ilustrar este artículo: el Paisaje de la Rábida, de Daniel Vázquez Díaz, que pintara en 1938, y el Bodegón del pavo muerto, óleo de 1929 de José Gutiérrez Solana. Solo por verlos me valió la pena la visita. La selección se piezas se ha realizado, explican, entre las «más significativas» de la colección, no sólo por la corriente artística que representan sino también por la «importancia» y la «trascendencia» del autor o el interés que generan en el ámbito cultural: Picasso, Gris, Magritte, Delvaux, Chillida o Tàpies, entre otros.

La muestra se divide en tres ámbitos diferenciados: Ecos de las Vanguardias, El Signo y la Forma, y Hacia otros caminos. Me ha parecido el primero, “Ecos de las Vanguardias” el más interesante, con una selección de obras adquiridas en las últimas décadas, algunos de los movimientos de las vanguardias de principios del siglo XX. Desde el cubismo de Juan Gris, Louis Marcoussis o Luis Fernández, entre otros; el surrealismo de René Magritte y Paul Delvaux hasta la «desbordante» creatividad de Pablo Picasso con tres obras de distintas técnicas y etapas.

( Bodegón del pavo muerto. 1929. Óleo de José Gutiérrez Solana) (*)

En una cuidada serie de tableros murales explica, además de la idea general de cada ámbito, uno por uno la significación de cada autor y una reseña de lo que supone en su obra el o los cuadros concretos que se presentan. Un acierto esta elaboración, pues recoge más de lo que una visita guiada –que muchas veces se pierden en lo anecdótico- proporciona normalmente y salvo excepciones. Así, de Gutiérrez Solana, del que solo hay un cuadro, el referido bodegón explica que “su obra se caracteriza por un expresionismo muy personal, heredero de la pintura de Goya, del primer Velazquez y de El Greco. Compartirá con los miembros de la Generación del 98 –muchos de ellos amigos suyos- el pesimismo tan característico de este grupo”.

( Téte de mousquetaire a la pipe. 1967. Tinta sobre papel de Pablo Picasso) (*)

“El arte de Solana –continúa el cartel explicativo- es conocido por retratar de manera desgarrada lo que se ha venido a llamar la España Negra, a través de una pincelada muy empastada y de colores oscuros como negros y ocres. Sus temas preferidos son principalmente tipos y escenas de los suburbios madrileños, usos y costumbres españolas y retratos, y a la hora de tratarlos representa personajes y escenas grotescas con marcado patetismo. De este modo, y con ese estilo suyo tan peculiar y fácilmente reconocible, representa en sus pinturas carnavales, burdeles, escaparates con maniquíes, tabernas o gente marginal. Sin embargo, a la hora de representar naturalezas muertas, Solana se comporta de otra manera. Aunque no es uno de sus temas más recurrentes, sí que realizó a lo largo de su carrera artística varios bodegones, muchos de ellos en 1929, el mismo año en que realiza `Bodegón del pavo muerto´. Gutiérrez Solana mantiene aquí la paleta oscura que evoca el arte español del pasado, junto a colores luminosos provenientes de los elementos que los componen. Los materiales de los objetos se perciben por la utilización de colores brillantes que crean texturas de barro o metal.”

( Nature morte devant l´armoire. 1920. Óleo de Juan Gris) (*)

Y el cartel que acompaña el cuadro de Daniel Vázquez Díaz, después de incluir lugar y fecha de nacimiento, Aldea del Río Tinto, Huelva 1882, y muerte en Madrid, 1969, reza: “Vázquez Díaz inicia su carrera como pintor autodidacta. En 1903 conoció a Jun Gris en Madrid y desde su llegada a París en 1906 vive de cerca la gestación del cubismo, algo que claramente se dejará sentir en sus composiciones. Consiguió ser discípulo de Bourdelle y apreciado por Picasso, Braque y Gris”.

“Desarrolló un estilo personal que mezcla la pincelada constructiva de Cézanne con la estructuración geométrica y en diversos planos del cubismo. Fue uno de los más importantes impulsores de la renovación artística en España tanto a través de su obra, a raíz de su estancia de 12 años en París, como por su importante faceta docente. En ella dio a conocer el postimpresionismo y el cubismo a sus numerosos discípulos con inquietudes vanguardistas, tan dispares como José Caballero, Juan Manuel Díaz-Caneja o Rafael Canogar.”

( Nature morte. 1928. Óleo de Louis Marcoussis) (*)

“Además de ser un buen paisajista, es relevante su papel como ilustrador y como retratista de algunos de los personajes más relevantes de la cultura contemporánea. Ya pintor consagrado, hacia 1928 se le encarga el proyecto de los frescos murales del Monasterio de La Rábida –en Palos de la Frontera-, uno de sus trabajos más relevantes conocido como `Poema del descubrimiento´, cuya temática se centra en el descubrimiento de América. El trabajo de La Rábida finaliza en 1930, el mismo año en el que realiza el paisaje que forma parte de la Colección Telefónica. En `Paisaje de la Rábida´ se mantiene fiel al postimpresionismo y a la herencia de Cézanne. La paleta reducida de tonos verdes, grises y azules se muestra vibrante y llena de matices, característica en muchos de los paisajes en los que Vázquez Díaz investiga especialmente el color.”

( Assemblage amb graffiti. 1972. Técnica mixta de Antoni Tápies) (*)

El ámbito “Ecos de las Vanguardias” esboza, pues, un recorrido parcial por la historia del arte moderno y contemporáneo: artistas españoles como Solana o Picasso; piezas excepcionales del surrealismo internacional de Delvaux, Magritte y Roberto Matta; y artistas españoles que residieron en París en los años 20, como Óscar Domínguez, Luis Fernández o Vázquez Díaz.

En el ámbito “El Signo y la Forma”, se explica cómo el visitante se «sumergirá» de manera monográfica en la obra de tres grandes del arte español más internacional: Tàpies, Chillida y Saura. Después de la Segunda Guerra Mundial, el arte pasó por un estado de «malestar» y se desarrolló el informalismo, un estilo «complejo y diverso» que se extenderá por Europa y Estados Unidos, y en el que la materia, el gesto, la ausencia de forma o lo abstracto generará numerosas e interesantes variantes. La abstracción matérica y geométrica está representada por dos de las grandes figuras del arte contemporáneo español: Antoni Tàpies y Eduardo Chillida. Y un claro testimonio del expresionismo abstracto: Antonio Saura.

El tercer ámbito es “Hacia otros caminos”. Un nuevo cambio se produce a partir de los años 80 con una generación más ecléctica, en la que convive una figuración renovada con diversas formas de acercarse a la abstracción: Gordillo, Eduardo Arroyo u otros más jóvenes como Juan Uslé o Sicilia. Se unen obras de Elena Asins, Soledad Sevilla, Juan Genovés –de cuya obra hemos seleccionado un ejemplo en las fotos con que ilustramos este artículo-, Perez Villalta o Darío Villalba.

( Terracota refractaria de Eduardo Chillida. Lurra nº 87. 1985) (*)

Las obras que se exhiben en el ámbito ‘Hacia otros caminos’ vieron la luz a partir de la creación de una importante revista de pensamiento, tecnología y sociedad – la Revista Telos– que aun hoy edita Fundación Telefónica. Desde 1984 y durante más de quince años, la publicación contenía un cuadernillo central en el que se reproducían las series originales realizadas por los artistas invitados. Más de cuarenta artistas de diferentes generaciones, más o menos consagrados y con estilos y lenguajes totalmente diferentes, pasaron por las páginas de la Revista Telos, llegando a crear un interesante fondo de más de 400 dibujos.

( Gouache de Juan Genovés. 1996) (*)

La exposición va acompañada de la app Second Canvas Colección Telefónica, una nueva manera de conocer digitalmente los fondos artísticos de la colección. Con esta aplicación, las obras pueden verse a una resolución 20 veces superior a la que se consigue con una cámara profesional. La app también permite descubrir las historias que hay detrás de cada obra a través de sus detalles y compartirlos en redes sociales, acercando así estas piezas clave de la colección a todo el mundo. Esta aplicación , con cuatro de las obras expuestas, se puede probar en la misma sala expositiva a través de unos iPad ubicados delante de cada una de estas piezas. Una herramienta digital que permite una aproximación distinta al patrimonio artístico de Telefónica.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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