Dos malas noticias

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Miki y Duarte en Diario de Sevilla el pasado día 24) (*)

En un mismo día dos malas noticias. Y mire usted que estamos ya acostumbrados a ellas, pero aun así su crudeza nos conmueve.

La primera se refiere a un atentado terrorista: la burrada de casi cada día, pero que en esta ocasión se dirige a hacer sufrir a una multitud de jóvenes y niños y, naturalmente, a sus familias, unos y otros reunidos para oír cantar a una artista también joven. El autor, otro muchacho de sólo 21 años perteneciente a una familia que nos dicen es de origen libio. Una vez más se trata de un suicida que actúa en contra del país que acogió a una familia de inmigrantes ansiosos de alcanzar un bienestar inimaginable en su país de origen.

Así que uno se pregunta en virtud de qué mecanismo mental puede concebirse que un muchacho educado en el estricto ambiente de la Gran Bretaña acabe siendo asesino de niños y de jóvenes, y que lo sea para reivindicar los valores de un mundo del que su familia huyó para vivir en paz; que alguien pudiera subyugarle hasta el punto de suscitar en él un odio tan profundo como para dar justificación a su furor criminal y al sacrificio de su propia vida. Imagino que los psicólogos estarán estudiando ya desde hace tiempo tales mecanismos personales. Y uno no puede por menos de suponer la existencia en plena Europa de todo un sistema de contraeducación destinado a arrastrar a jóvenes desconocedores de lo que antes fue su entorno familiar a un asesinato acompañado del suicidio.

Llama particularmente la atención el atractivo de un relato que permita justificar tan brutales excesos en lo más íntimo del corazón humano, como también la eficacia que demuestra. Y para demostrarlo, ahí están los excesos que provoca. Así, cómo un imberbe puede provocar, además de una noticia de resonancia y ámbito mundial, la necesidad de desplegar a miles de soldados bien armados y puestos en pie de guerra por el gobierno de una de las grandes naciones del planeta. Sólo la potencia informativa de las redes sociales de hoy en día – fruto a su vez del progreso que se pretende destruir – permite imaginar cuál es la causa de que llegue a existir tal posibilidad. Porque estamos hablando de maniobras de captación de adeptos que buscan efectos de intimidación sólo posibles gracias a la amplificación y difusión mediática. Si no no cabría pensar en que alguien osara promover con total desfachatez unas acciones tan crueles y disparatadas. Asesinatos multitudinarios para los cuales nuestra necesidad de una mayor seguridad es incluso una baza aprovechable en su favor.

La segunda noticia de este mismo día es propia de una página de sucesos habitual, pero nos llama a reflexionar sobre el ambiente que vivimos hoy en día. Relata cómo un anciano de 81 años que cruzaba por un paso de cebra vio acercarse un coche que avanzaba a velocidad excesiva e hizo un gesto de indignación tan normal como lógico, ante lo cual el conductor, un joven de 18 años que viajaba acompañado por una prostituta, descendió del vehículo y le asestó un puñetazo para acto seguido abandonar el escenario. Hay que decir que el desgraciado abuelo, que al caer al suelo se rompería la crisma, acababa de salir de un ictus y tenía a su esposa con alzhéimer.

Desde luego esto no es más que un hecho aislado, pero uno no puede por menos de ligarlo a tantas y tantas reacciones de odio y de desprecio como las que presenciamos hoy en día. Reacciones que parecen indicar que estamos configurando una sociedad que es hostil a sí misma. También nos hace recordar que desde la más tierna infancia nos vemos obligados a advertir a nuestros hijos de la existencia de los pederastas y de otros personajes depravados como los vendedores de drogas que rondan los colegios. Y que en estos se ha hacho preciso establecer programas contra el acoso escolar y los maestros han de estar preparados para reaccionar ante la sublevación de sus alumnos. Y tantas y tantas prevenciones que acabarán rompiendo la natural ingenuidad de jóvenes y niños. El resultado es un compendio de muestras de la mala educación de muchos de nuestros conciudadanos y de una sociedad donde todo es visto como algo relativo y sujeto al simple impulso individual; de un ambiente afectado por una descristianización que va privando de recursos morales a a una comunidad enferma.

De ahí que, siendo cierto que la noticia de la muerte de un anciano por el odio y la desconsideración de un joven violento puede tratarse como cualquier otro caso aislado, no debamos olvidar que las actitudes de desprecio por el prójimo son fomentadas por algunos de quienes tienen hoy la responsabilidad de guiar nuestros destinos. Que allá donde debiéramos hablar de hacer confluir ideas y opiniones para el mejor servicio a la “ciudadanía”, lo que se fomenta es la voluntad de destruir al adversario convertido ya descaradamente en “enemigo”. Y que se está perdiendo el concepto del pecado – es decir del desorden moral – para poner en su lugar el egoísmo como falsa expresión de libertad y paradigma de un relativismo que se predica ya desde el poder.

O sea que al final, como sucede siempre en estos últimos años aciagos y confusos, acabaremos preguntándonos por qué, ahora sí y antes no tanto, suceden hechos tan crueles y desgarradores como las reflejados por las dos noticias de este día.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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