Los lunes, revista de prensa y red

“Mons. Javier Echevarría: un mosaico de lealtades”, de Salvador Bernal, y “La batalla por la familia en Europa”, de Francisco José Contreras

( Acuarela de José María Arévalo, de felicitación de las Navidades) (*)

MONS. JAVIER ECHEVARRÍA: UN MOSAICO DE LEALTADES

Artículo de Salvador Bernal publicado en Aceprensa el pasado día 13

He visto ya alguna foto, difundida tras el fallecimiento en Roma del prelado del Opus Dei, en la que aparece junto a san Josemaría Escrivá de Balaguer y el beato Álvaro del Portillo. La imagen acierta a reflejar la realidad de su vida, especialmente a partir de su marcha a Roma desde Madrid, en los primeros años cincuenta. No se me van hoy de la cabeza unas palabras de don Álvaro del Portillo, el 18 de agosto de 1990 en Solavieya (Asturias), cuando le contaba mi impresión tras el serio ataque de corazón que don Javier Echevarría había sufrido esa tarde. Durante el camino de Solavieya al hospital, en Oviedo, fuimos casi en silencio. Sólo don Javier, de vez en cuando, decía: “Perdonad la lata que os estoy dando”. Por lo demás, estaba con buen aspecto, sereno, amable, como siempre. Cuando se lo conté a don Álvaro, la reacción del entonces prelado se resumía en unas palabras sencillas: “Será para mucho bien de la Obra”.

Pensé que era un modo de sobrenaturalizar la situación, en línea con aquella jaculatoria, síntesis de un texto, que repitió mucho san Josemaría: omnia in bonum (cfr. Rm 8,28). Pero la historia convertiría esas palabras en un texto profético. La correspondiente operación y muchos cuidados, tras aquel infarto de miocardio sufrido en un hombre deportista, relativamente joven, alargaron probablemente muchos años su vida, al servicio de la Iglesia, del Opus Dei, de las almas. Cuatro años después, al fallecer don Álvaro en 1994, sería elegido para sustituirle como prelado, tarea que ha realizado a fondo durante veintidós años más; lógicamente la edad fue deteriorando su salud progresivamente, hasta morir en la fiesta de la Virgen de Guadalupe, a la que tanta devoción tuvo siempre.

Lecciones de fidelidad

Realmente, suceder a dos santos no es tarea nada fácil. Pero había asimilado durante muchos años las lecciones de fidelidad que impartía con rotunda sencillez Álvaro del Portillo. No insistiré. Resultaba obvio, y lo repetirán cuantos escriban estos días. A partir de 1972, cuando se pudieron grabar al fin en película actos presididos por el fundador del Opus Dei, me ocupé provisionalmente de la responsabilidad –no técnica– del montaje de las filmaciones. Recuerdo una de las primeras preguntas del montador, que bien poco sabía hasta entonces del Opus Dei: “¿Quiénes son esos dos sacerdotes que están tan pendientes de monseñor?”. Esta imagen reflejaba un rasgo decisivo de la personalidad de los sucesivos prelados del Opus Dei: su sentido de la fidelidad enteriza respecto del fundador, que don Javier aplicaría luego a su primer sucesor, desde su oficio de secretario general.

La vida de Javier Echevarría es un mosaico de lealtades, como no fue difícil advertir desde que le conocí personalmente un día de septiembre de 1960 en Pamplona. A esa correspondencia fiel a una inequívoca gracia divina, contribuía –pienso– su carácter abierto y extrovertido, su formación intelectual y jurídica, su personalidad enérgica y decidida. Para quienes conocimos su temperamento, resultaba claro que la fidelidad no es algo inerte o apocado; al contrario, se forja en recia espontaneidad y en variada iniciativa.

Así lo observé desde el verano de 1976, comienzo de largos períodos en que tuve la fortuna de colaborar de cerca con los dos sucesores de san Josemaría. He descrito en otros lugares detalles del cariño y afabilidad de don Álvaro. Pero no le iba a la zaga don Javier, con un sentido del humor que me recordaba sus raíces madrileñas.

Ese temple, lleno de sosiego y cariño, podría sorprender a quien sólo le hubiera visto en momentos de trabajo o en reuniones colectivas, cuando rebosaba energía y rapidez de movimientos, con sentido de la urgencia, y una gran fortaleza para perseguir los objetivos. Pero también aquí aparecía su fina delicadeza ante don Álvaro del Portillo: estaba dispuesto a cambiar cualquier plan, por ambicioso o apasionante que fuera, si el Padre no lo aprobaba. Bien es verdad –también lo he visto– que don Javier gozaba de toda la confianza por parte del entonces prelado: no en balde era desde 1975 su más firme colaborador y su apoyo más pleno.

Con el espíritu del buen deportista

Repetiré una vez más que tal vez, en esta armonía de fortaleza y afecto, de tenacidad y finura, se reflejaba otro rasgo característico de su personalidad: el espíritu deportivo. Como es natural, aparecía literalmente en los escasos ratos que podía dedicar –merecido e indispensable descanso– a jugar al frontón o al tenis. Me llamaba la atención su buen estilo, propio de quien aprendió en años mozos, pero se advertía –en 1976– que no había podido practicarlo apenas en muchos años, embebido como estaba en llevar adelante el Opus Dei, al lado de Mons. Escrivá y Mons. del Portillo.

Pero todos sus gestos eran los del buen atleta, que pone empeño un día y otro, con tenacidad y alegría, aunque no se vean los resultados: con mayor motivo, en este caso, cuando el deseo de ganar deja paso a la ilusión de que los demás lo pasen bien. Muy en concreto, lo que intentaba, por encima de todo, era que don Álvaro practicara con más facilidad el ejercicio físico que los médicos le habían aconsejado.

También aquí prescindía gustosamente de objetivos personales: como el auténtico deportista, que no busca lucimientos propios, sino el juego del equipo. Bien había aprendido la lección de san Josemaría, que señaló, entre los rasgos centrales del espíritu del Opus Dei, el ascetismo sonriente, el espíritu deportivo en la lucha por practicar las virtudes cristianas. Y, ciertamente, sin pretender nunca logros o glorias humanas, la prelatura ha dado buenos pasos adelante, al servicio de la Iglesia, en estos últimos veintidós años. Don Javier habrá recibido en el cielo la corona incorruptible a que alude san Pablo en el capítulo 10 de la primera carta a los de Corinto: como ese premio que reciben en el estadio los atletas, pero forjado antes a base de esfuerzo y entrega generosa.

Artículo en: http://www.aceprensa.com/newsletter-article/mons-javier-echevarria-un-mosaico-de-lealtades/

LA BATALLA POR LA FAMILIA EN EUROPA

Artículo de Francisco José Contreras publicado en Actuall el pasado día 6

En la batalla por la familia en Europa no todo es sombrío, aunque se hace cada vez más patente una frontera moral entre la Europa occidental y la oriental. El historiador británico Niall Ferguson trazaba hace un año un cuadro sombrío del porvenir europeo en un artículo titulado “The degeneration of Europe”: Europa está perdiendo a pasos agigantados la ventaja técnica y económica sobre las otras civilizaciones de la que disfrutó entre c. 1600 y c. 1980. Con un crecimiento económico muy débil, desempleo endémico en su mitad meridional, una integración monetaria semi-fallida (pues la moneda única es disfuncional si no va seguida de la armonización de las políticas fiscales y el equilibrio presupuestario), y, sobre todo, con un terrible problema de insuficiente natalidad, el Viejo Continente parece muy mal situado para competir en las décadas próximas con países emergentes como China, la India o Hispanoamérica, que le superan varias veces en población y no están aún tan envejecidos. Añádase la vecindad de un mundo islámico rebosante de jóvenes ansiosos por emigrar a una Europa que, pese a su decadencia, todavía les parece más atractiva que sus propias sociedades fracasadas. Y no, la solución para el invierno demográfico europeo no puede consistir en abrir las fronteras a una inmigración musulmana que, además de competir con los nativos por los puestos de trabajo menos cualificados y representar una carga adicional para un Estado del Bienestar ya insostenible, resulta en gran parte inasimilable por razones de incompatibilidad cultural (por no hablar del peligro de radicalización yihadista).

Casi todos los problemas europeos guardan relación con el demográfico: por ejemplo, el excesivo porcentaje de viejos supone un peso insoportable (gasto sanitario y en pensiones) para el sistema asistencial, y esto a su vez obliga a una alta presión fiscal que asfixia el dinamismo económico. Sin embargo, las autoridades de la Unión Europea se caracterizan por su abierta hostilidad a las iniciativas pro-vida y pro-familia. En 2011, la comisaria europea Viviane Reding criticó como “incompatible con los valores europeos” una campaña gubernamental húngara que intentaba disuadir del aborto. En 2014, la Comisión Europea no permitió que fuese debatida en el Parlamento Europeo la Iniciativa Legislativa Popular “One of Us”, que pedía que no se utilizasen fondos de la UE para financiar investigaciones que implicasen la destrucción de embriones humanos; la Iniciativa, sin embargo, satisfacía todos los requisitos señalados por la propia UE (un millón setecientas mil firmas, pacientemente reunidas por equipos de voluntarios en más de diez países). En 2013, el Parlamento Europeo abrió un procedimiento de vigilancia respecto a la Hungría de Viktor Orban: aunque se invocaban factores como interferencias del gobierno en la libertad de prensa y la independencia del poder judicial, cualquiera que siga la política europea sabe que la verdadera causa era el sesgo conservador de la Constitución húngara de 2011, que blinda la definición del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, habla de la familia como “base de la nación” y establece en su artículo M que “Hungría ampara el compromiso de tener y educar hijos”.

Los organismos de la UE, por tanto, no son aliados con los que quepa contar en la decisiva batalla por la recuperación de la familia y la natalidad

Los organismos de la UE, por tanto, no son aliados con los que quepa contar en la decisiva batalla por la recuperación de la familia y la natalidad, en la que Europa se juega su ser, en un sentido muy literal. Es una de las conclusiones que cabe inferir de La batalla por la familia en Europa, libro colectivo en el que un grupo de políticos, profesores y periodistas (Jaime Mayor Oreja, Sophia Kuby, Jorge Soley, Ludovine de la Rochère [presidenta del movimiento pro-familia francés La Manif Pour Tous], Benigno Blanco, Birgit Kelle, Jean Sévillia [cuya obra Históricamente incorrecto es conocida del público español], Paul Coleman, Luca Volontè, José María Ballester y otros, incluido el autor de estas líneas) hemos tomado la temperatura al debate cultural y político sobre la familia en los diversos países.

Y no todo es sombrío. Se hace cada vez más patente una frontera moral entre la Europa occidental y la oriental. Los países del Este no desean imitar la pauta occidental ni en la deconstrucción familiar ni en la apertura a la inmigración (ambas cuestiones están más vinculadas de lo que pudiera parecer: si no hay familias, no hay niños; si no hay niños, el hueco demográfico será llenado por inmigrantes). Mientras España, Francia, Reino Unido o el Benelux completaban la deconstrucción conceptual de la familia con la ampliación del matrimonio a las parejas del mismo sexo –cortando así la vinculación de la idea de matrimonio con la de procreación y educación de hijos-, en Croacia, Eslovenia, Eslovaquia, Hungría y otros países se constitucionalizaba la definición del matrimonio como unión de hombre y mujer; en varios de esos casos, mediante referéndum popular.

La prolongada y masiva movilización popular contra la ley francesa de matrimonio gay llegó a poner contra las cuerdas al presidente Hollande

E incluso en la mitad occidental del continente hay síntomas de revitalización. El más importante, sin duda, es el inesperado éxito de La Manif Pour Tous: la prolongada y masiva (un millón de personas en la calle) movilización popular contra la ley francesa de matrimonio gay, que llegó a poner contra las cuerdas al presidente Hollande en 2013. La ley, pese a todo, fue aprobada, ofreciendo así argumentos a los que hablan de “despotismo ilustrado-progre” y de imposición desde arriba de una nueva moral. Pero el movimiento no desapareció: la línea del frente se ha desplazado, y ahora se ha cavado una nueva trinchera en la resistencia a la legalización de la inseminación artificial de mujeres sin pareja masculina, así como la de la gestación subrogada (vientres de alquiler). La Manif Pour Tous –a través de la plataforma Sens Commun- está consiguiendo una influencia importante en la política francesa: su apoyo es una de las razones que explican el sorprendente triunfo de François Fillon, que se impuso en las primarias del centro-derecha –partiendo de muy atrás en las encuestas- a los favoritos Sarkozy y Juppé … (este último, candidato “del sistema”, a fuer de centrista en lo económico y “progresista” en lo social-moral). Por eso la primera parte de La batalla por la familia en Europa está dedicada íntegramente al análisis del fenómeno de La Manif Pour Tous.

Artículo en : http://www.actuall.com/criterio/familia/la-batalla-la-familia-europa/


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
https://c1.staticflickr.com/1/223/31325777090_d130e0e592_b.jpg

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

Lo más leído