La aparente influencia de las cejas

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Nieto en ABC el pasado día 14) (*)

Tomo el periódico en mis manos, y antes de abrirlo, en la portada misma, encuentro mi primer asombro. Es la fotografía en primer plano de un entusiasmado imberbe de cejas divergentes que mantiene uno de sus brazos disparado y con el puño en ademán desafiante. A primera vista el explosivo mequetrefe parece una mezcla del Pequeño Nicolás y Harry Potter.

¿Que a qué viene su frenético entusiasmo? ¿Qué suceso puede haber generado un gesto noticiable como éste? Pues se trata de un “postureo» revolucionario que contrasta con la expresión habitualmente explicativa del sujeto. Yo le había visto siempre con aire de suficiencia y como poseído de una superioridad ficticia fruto de su condición de profesor que, combinada con un aspecto de incipiente adulto a falta de un hervor, le situaba permanentemente en trance de hacerse valer y dar lecciones al contribuyente.

Claro que también le vi bastantes veces en actitud exultante como ahora – puño cerrado incluido – avanzando por los pasillos del Congreso con un grupo de conmilitones a la manera de los chulos de los viejos tiempos, o sea aquellos de “a tapar la calle, que no pase nadie”. Y me pregunto si detrás de tanto gesto amenazante no se estaría escondiendo algún complejo.

En esto ando pensando cuando caigo en la cuenta de que este funcionario de cejas divergentes que, por cierto, no relaja nunca, anda intentando birlarle la merienda a su supuesto jefe: un tipo de coleta y torpe aliño indumentario que acostumbra visitar a nuestro Rey rompiendo el protocolo. Claro que juega con la ventaja de sentirse seguro, pues aquí hasta lo más aberrante se tolera. Por eso no resultaría extraño verle cualquier día asistiendo a los actos de palacio en calzoncillos tipo “slip” para así destacar en el telediario.

Usted se preguntará por qué andan los dos maromos a la greña. Y les diré que porque se disputan el poder llegar a ser el presidente del Gobierno. Entonces, rebasados los límites de lo decente y ante la posibilidad hoy aún remota de que el mozo del puño en alto llegara a ocupar tan alto cargo, será el momento de pedir cita a un buen psiquiatra. Bastará con, sencillamente, imaginarse al de la foto codeándose con los altos mandatarios europeos para que a cualquiera le entren las ganas de morirse de risa o de llorar desconsoladamente.

Así que me planteo cuál puede ser la razón de la influencia de las cejas como factor del éxito político. Y constato que si no es evidente en el caso del jovenzuelo imberbe, sí lo fue en el de otro individuo precedente cuya trayectoria ustedes bien conocen. Entonces unas cejas circunflejas llegarían a adquirir tanto predicamento que movilizarían a los artistas hasta el punto de causar a la gente normal vergüenza ajena.

Y tengo la impresión de que la citada expresión cejil – perdónenme ustedes por el adjetivo – bien pudiera ser considerada como un exponente de belleza que en este y otros casos habría conducido a los votantes a cargar la mano en los adonis sin fijar su atención sobre otras cualidades que nos parecen importantes, tales como la inteligencia, la experiencia, la buena formación o el buen criterio. Así se comprendería el embeleso de los llamados “artistas de la ceja” que tanto contribuyeron a que nos gobernara quien nos llevaría, no sólo a una profunda crisis económica, un aumento del independentismo y un inquietante clima de relativismo, sino, primero y sobre todo, a un indeseable enfrentamiento entre los propios españoles.

Y la tendencia siguió en el caso de su sucesor en el partido: otro guapo oficial – este de cejas bien trazadas – que sin ofrecer mayores cualidades ni currículo, se limitó a decir “que no y que no” y a demostrar que lo único que quería era cargase a su adversario, convertido ya en único enemigo. Claro que lo que consiguió fue dejar a su partido hecho unos zorros, rompiendo así el embrujo de sus encantos personales, incluidas las cejas bien trazadas.

Ya para terminar propongo que, puesto que todo tiene su algo bueno y encontrarlo es ejercicio saludable, nos congratulemos de que esta nación nuestra, tan “infantilizada» como “desculturalizada” por una educación que no va más allá de los “tuits” y del ombligo, haya tenido la oportunidad de constatar en carne propia que, ni una belleza “de papel couché” ni unas cejas circunflejas, divergentes o incluso bien trazadas, poseen la importancia que las atribuimos salvo si nos proponemos contar chistes, pisar las pasarelas, o hacer un papelito en Hollywood.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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