Arquitectura religiosa olvidada. 126. Piña de Esgueva

Por José María Arévalo

( Ermita de San Pedro, en Piña de Esgueva, dibujo de Francisco Pedro Roldán en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid”) (*)

Después de ver la reciente reconstrucción del Monasterio de Santa María de Palazuelos, el capítulo final, “Salvadas de la ruina”, del libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid”, de los arquitectos vallisoletanos Juan José Fernández Martín, Francisco Pedro Roldán Morales, José Ignacio Sánchez Rivera y Jesús Ignacio San José Alonso, que venimos reseñando, analiza la historia y estado de la Ermita de San Pedro, en Piña de Esgueva.

Piña de Esgueva

Ermita de San Pedro

En el interior de la población se encuentra esta ermita, ubicada donde se cruza un camino que sigue el valle del Esgueva por su ribera septentrional y otro perpendicular, que cruza el valle desde Catrillo Tejeriego hacia el norte. Preside una plaza, a la que cierra en su lado norte. Se encuentra sobreelevada respecto al suelo de la plaza, ya que el terreno en el que se asienta forma un pequeño desnivel que desciende de este a oeste, de manera que la parte más elevada corresponde a la cabecera del templo y la mas baja a su pies. Desde la plaza, la diferencia de nivel con el suelo del templo y con la calle que arranca al sur de su cabecera, se salva mediante escalinatas de piedra.

El templo es de sillería, de una nave con dos tramos cuadrados cubiertos por bóveda de arista de ladrillo y yeso. Los dos tramos se separan por un arco fajón, de sección recta que descansa en pilastras toscanas, con la interposición de una amplia cornisa que bordea la superficie de las paredes laterales y del hastial que cierra los pies del templo; mientras que en el hastial de la cabecera la comisa aparece pintada sobre el muro. En el friso de esta cornisa se lee: SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARE MI IGLESIA Y LAS PIEDRAS DEL INFIERNO NO PREVALECERÁN CONTRA ELLA – CAP 16 – VERS 18 – SE PINTO ESTE ALTAR Y HERMITA POR Y SIENDO PARROCO PROPIO DON CANDIDO GARCÍA COBREROS AÑO DE 1883 YO TE DARÉ LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS TODO LO QUE ATARES SOBRE LA TIERRA ATADO SERA EN EL CIELO Y TODO LO QUE DESATARES SOBRE LA TIERRA DESATADO.

Del altar al que se refiere la leyenda, quedan restos en el hastial, ya muy desdibujados. La parte baja de las paredes, que todavía conservan policromía en los resaltes, cornisa y pilastras. Por encima de la cornisa, en cada tramo, en el muro orientado al sur, se abren ventanas rectas con derrame.

También junto a la cabecera, en el lado del Evangelio, se abre una amplia ventana expositor, cuadrada, que parece obra posterior al resto del templo. Aunque la opinión general de los historiadores es que se trata de un edificio del XVI ( M. A. ZALAMA RODRÍGUEZ, p. 175. Catálogo Monumental, VaIoria la Buena, p. 123. Inventario Artístico de Valladolid y provincia, p. 235), nuestro juicio es que puede ser un edificio del XVIII. Sostienen esta afirmación su pura volumetría, su tipología de planta con proporción 2 xl, tan frecuente en este tipo de edificios, sobre todo en la Ribera Burgalesa, y la espadaña a los pies sobre la portada, al igual que los cercanos edificios dieciochescos del Humilladero de Valoria la Buena, Nuestra Señora de La Estrella de Olivares, San Andrés de Valbení o, más alejado geográficamente, La Virgen del Pilar en Pedroso de la Abadesa.

Aunque en el XIX continuaba abierto al culto ( P. MADOZ, p. 106: Dos ermitas El Santo Cristo y San Pedro), dejó de prestar servicios religiosos y se utilizó como panera. De esta época es la conversión de la escalinata en cargadero. Después sirvió como salón de baile, a mediados del siglo XX. Actualmente es un lugar de reunión y esparcimiento cuando se hacen fiestas en el pueblo.

En la espadaña hay una cabeza esculpida en madera. Tiene una ligera inclinación respecto del cuello y por su peinado parece del XV o comienzos XVI. Como es un rostro imberbe masculino con inclinación lateral de cabeza puede ser el San Juan de un calvario proveniente de un retablo desaparecido.

Al exterior el sólido volumen del edificio se continúa, tras la cabecera, en un cuerpo más bajo dedicado a vivienda. Probablemente, en otra época, la del encargado del cuidado de la ermita o una casa rectora.

Todo el templo es de sillería bien trabajada, sin decoraciones, como no sea el zócalo que resalta de la superficie del muro o la decoración de la portada, situada en el hastial oeste. Ésta se resuelve con arco de medio punto y clave decorada por ménsula. La puerta se flanquea por pilastras toscanas que rematan en un entablamento corrido, sobre el que resalta el capitel de las pilastras. Las pilastras se ensanchan coincidiendo con el zócalo del edificio que establece la línea de impostas del arco de la entrada. En continuidad con las pilastras, el entablamento se corona con bolas semiempotradas en el muro. Sobre este hastíal, en el que se abre la puerta, se dispone una espadaña. Su arranque se marca por una faja resaltada, de la anchura de una hilada, que remata en una cornisa moldurada en los extremos que recoge la cornisa de las fachadas laterales. La espadaña es un sencillo campanario de un arco de medio punto con las impostas resaltadas, rematado por frontón. El tránsito al campanario se realiza mediante derrame curvo. Toda la fábrica de piedra de la espadaña se encuentra en mal estado, muy desgastada y con importantes pérdidas de material.

El edificio está construido con potentes muros que definen una caja sólida y compacta. Esto ha hecho posible que el edificio, aunque falto de uso y mantenimiento, se mantenga en pie, si bien es cierto que han aparecido agrietamientos, coincidiendo con los huecos de las ventanas, que rasgan de arriba abajo el paramento de la fachada.

En el interior se aprecian también agrietamientos en algunas paredes y en las bóvedas, y numerosas manchas producidas por la entrada del agua de lluvia. Algunas grietas se aprecian en el encuentro de las bóvedas con los muros de manera que parecen separarse ambos; es difícil saber las causas de estas grietas, pero no se pueden descartar desplomes de los muros debidos a su asentamiento en un terreno inclinado o bien, a algún fallo en los elementos estructurales de las armaduras de la cubierta sin olvidar, especialmente, los empujes laterales del grano cuando fue utilizado como panera.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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