El Rezongón. Espectáculo de feria

Por Carlos de Bustamante

( La riña entre el Carnaval y la Cuaresma. 1559. Óleo de Pieter Brueghel el Viejo) (*)

Seguramente porque las gentes de estos pagos somos un tanto “catetos”, o porque provincianos (y a mucha honra), nos llaman la atención ciertos espectáculos que a los de capital les parecen normales. Sea por una cosa, la otra, o por ambas a la vez, el caso es que aquí tienen otra vez al rezongón, perplejo ante espectáculos increíbles no ha mucho tiempo.

Si mi rezongamiento de hoy es de palurdos, pues ¡mira qué bien! Orgulloso de serlo. ¡El Rezongón es palurdo, cateto y provinciano!; pero no “falto” (tonto). El espectáculo, digo, que fue de feria…provinciana. Por mucho que se haya popularizado la “mujer barbuda” en Eurovisión, en mis años azules, aquí, en Valladolid, se pagaba por verla en una caseta de feria. El ¡oooh…! de palurdos nos salía espontáneo; tan rara era “la cosa”…

Y si había algún “mariquita”, por todos conocidos como lo fue “el peluquín”, como pequeños canallitas lo perseguíamos con nuestras mofas, befas, o escarnios. Injustos y canallitas…pero “normales”. Tan rarito era aquello, que la falta de caridad nos salía espontánea. Sin más malicia, que mostrar a las claras nuestra extrañeza ante semejante “inversión” que nos resultaba inconcebible por naturaleza o por enfermedad. Y es que lo anormal en esta edad, era motivo -injusto, repito- de bromas y manifestaciones externas de lo sorprendente. Mal, pero éramos así de intolerantes…

Pues héteme aquí, que si pecamos de intolerantes, parece que hoy el todo vale, o todo me es lícito – tan liberal- campa por sus respetos. El atractivo de feria, ha pasado a ser espectáculo público vergonzante que atrae actores y espectadores “afines” de todo el mundo. Se diría -y perdonen la andanada- que resucitados antes de conantes lo ciudadanos sepultados por el fuego y azufre caídos sobre Sodoma y Gomorra, se hubieran dado cita en muchas sodomas y gomorras del mundo mundial, ¡puesto “del revés! O sea, invertido. Aquí tenemos por ejemplo el caso de Sodoma-Canarias (con perdón a los que repudian el espectáculo, oriundos de nuestras muy queridas Islas), que fue escenario de la diversión de feria jamás representada no por “una mujer barbuda”, sino por multitud de actores ¡aplaudidos! por espectadores afines; o contemplados por otros atónitos ante este ferial en la calle ¡¡gratuito!!

Espectáculo que superó con creces en lo sorprendente de la extraña mujer de pelo en… el rostro. Aprovechando, supongo, las bondad del clima, “realzaban –¡ellos y ellas!- su natural hermosura no con velo de tul ilusión” (como decía la prensa de mis tiempos de las novias hacia el altar), sino con desnudeces impropias del más elemental pudor. El que, clamorosamente, brillaba por su ausencia.

Y yo rezongo: si esto es cosa de enfermos y además contranatura, ¿cómo la autoridad permite espectáculo tan degradante del ser humano normal por muchos ingresos que genere? ¿No sería más lógico la caseta de feria donde, pagando por cosa tan rarita, pudieran contemplarlo quien voluntariamente quisiera? ¿Y no habrá, digo, espectáculos como los reportajes inolvidables de Félix Rodríguez de la Fuente que ofrecernos por TV. que no semejante bodrio?

Y que conste que no pretendo aconsejar; yo… digo nada más.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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