Incomprensible desesperación

Por Carlos de Bustamante

( Nocturno. Acuarela de Abel Puche en amantesdelaacuarela. blogspot.com ) (*)

“Llamé al cielo y no me oyó/ y si sus puertas me cierra/ de mis pasos en la tierra/ responda el cielo y no yo”. Mal debía encontrarse el poeta -de cuyo nombre no me acuerdo- para desahogarse con el disparate que aprendimos, y se me quedó grabado, de niños (¡ay la censura franquista…!). Mal, muy mal, si ante el estado, calamitoso, de nuestra Patria, pensáramos siquiera algo parecido. No hace sino horas (el día que escribo esto) recibí unas cariñosa reprimenda de un prestigioso Tte. General y amigo.

Mis comentarios “electrolíticos” eran pesimistas, negativos, desesperanzados. Sin saber porqué, recordé lo que encabeza este artículo. Me sirvió. Cierto que parecen cerrársenos todas las puertas ante la situación caótica -repito con otro calificativo- a la que nos ha llevado un pobre hombre “iluminado”. ¿Desesperación…? ¿Por qué? Por partes:

Pudiera parecernos que esta España de hoy no tiene arreglo. Que la situación en todos los “frentes” ha llegado a límites insostenibles, desesperantes. Que se nos vengan a la memoria una y otra vez los versos citados. Naturalmente que no todos y cada uno de los españoles somos responsables de lo que hacen ¡y no hacen! personas concretas. Me pregunto y, si me lo permiten, pregunto: ¿Hemos, acaso, “llamado al cielo”? En román paladino: ¿Hemos pedido ayuda al cielo para que nos acorte el tiempo de prueba? ¿Para que nos libre del maligno? ¿Para que tanto las FF.AA. como el personal civil de las diferentes Autonomías (otro día hablaremos de ellas) funcionarios o no, salgan del límite de lo soportable? ¿Porque la Magistratura no esté politizada? ¿Por la Iglesia, que, solapada o descaradamente, deje de estar perseguida?

¿Hemos, acaso, llamado al cielo para que la Educación de nuestros hijos o nietos, no vuelva a ser nefasta? ¿O porque la familia se vea libre de los ataques que sufre desde todos lados con leyes aberrantes? ¿Para que la corrupción que invade estamentos enteros sea el espejo donde mirarse y no todo lo contrario? ¿Para que, sin queriendo dejen de islamizarnos? ¿Hemos llamado al cielo para que el gol marcado por la “ideología de género” no sea anotado en el casillero? ¿O porque, en fin, que la moral natural no brille por su ausencia? Las sectas masónicas hacen impunemente, protegidas, alentadas su “agosto”. ¿Podremos quejarnos de puertas cerradas en el cielo, si no hemos siquiera llamado?

Puede que de palabra o por escrito alguien haya “dado con el mazo”. Puede, que como yo ahora, me haya despachado con la irritada, pesimista, enumeración de “algunos” de los males que nos afligen. Si todos lo sabemos y sólo nos lamentamos ¿de qué va a responder el cielo? ¿Seguro que con la sola queja derrotista, no tendremos que “responder” nosotros? Al tiempo de reconocer que olvidamos pedir “al cielo rogando”, ¿por qué quejarnos, desesperarnos? Claro que podemos y podemos dar con el mazo; con claridad, sin respetos humanos. Dijo uno, y dijo bien: “maza de acero con funda acolchada”.

Comencé con poesía y así quiero finalizar, porque viene al caso:

¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno escuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué estraño desvarío
si de mi ingratitud el yelo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!

¡Y cuántas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos –respondía–,
para lo mismo responder mañana!

Lo que quise decir, no es preciso explicarlo. Sí, digo, practicarlo.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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