Breve Diccionario de Terminología de Izquierdas

Por Carlos de Bustamante

( Viñeta de Caín en La Razón del pasado día 17 de septiembre) (*)

Un amigo me ha enviado este artículo de hace tiempo, que me ha parecido sumamente lúcido y, aunque un tanto largo, bueno y de una corrección literaria o gramatical poco común. Así que lo reproduzco por si tienen ustedes algún rato libre…

“En estos días de crispación (abril 2004), en que se ha producido un cambio de gobierno, se han vuelto a utilizar palabras y conceptos que con frecuencia la gente de la derecha no sabe interpretar. Yo me he dado cuenta de esto al hablar con mis hijas, aunque debo puntualizar que ellas nacieron en la década de los años 80 del siglo XX y aunque han ido a un colegio de pago son fruto del sistema educativo que instauró Felipe González. Por otra parte, los que hemos nacido en los años 50 y 60 del siglo XX damos por sentadas algunas cosas por haber convivido con ellas, y estas cosas a las personas de la generación de mis hijas les suenan a la proto-historia.

Y es que para esa generación Eisenhower o Krushev están tan alejados en el tiempo como lo estuvieron para nosotros el mariscal Pétain o el canciller Dolfuss. Por todo ello he decidido escribir un breve diccionario para que mis hijas y la gente de su generación sepan entender la terminología que usa la gente de izquierdas y que de paso sea también útil a aquellas personas de derechas que viven en el complejo eterno de sus ideas. Para ello he utilizado no solo mi memoria sino también la ayuda de los libros. Debo aclarar que los libros son esos volúmenes de papel encuadernados en cartón de dureza desigual que la mayoría de los españoles usan como ornato en sus casas. Sin embargo si se abren y se examinan con detenimiento se puede observar que contienen pequeños caracteres formando filas muy ordenadas… Estos caracteres son letras que a su vez forman palabras y luego frases, algunas de esas frases son sencillas de comprender al estar formadas solo por dos o tres palabras. Cuando los libros relatan hechos anteriores en el tiempo, por ejemplo referidos a las vidas de nuestros padres, abuelos, bisabuelos y así sucesivamente se llaman libros de Historia. Hago esta aclaración porque aunque la Historia sólo ha ocurrido una vez y de una única forma, se re-escribe todos los días y recibe miles de interpretaciones. Si un escritor en su biografía anota: » El 6 de mayo de 1941 llovía», yo suelo llegar a la conclusión que aquel día no era soleado; sin embargo sorprendería a Tirios y Troyanos ver las cosas que son capaces de decir algunos del clima de aquel día o de la personalidad del propio escritor. Por eso, además de terminología de palabras comunes como calle, trabajador o legitimidad, he querido también incluir algunos nombres propios de la Historia. Pero voy a dejarme ya de preámbulos y vamos a empezar con las descripciones. Para facilitar la comprensión no he ordenado las palabras por orden alfabético.

El pueblo: El pueblo para la izquierda son los votantes de los partidos de izquierdas, el resto de las personas no pertenecen al pueblo y son por definición grupos minoritarios aunque ganen las elecciones o sean mayoría en una sociedad. Por este motivo la izquierda siempre habla en nombre de la totalidad del pueblo atribuyéndose su representación, pues es su único representante legítimo. Como en democracia el poder emana del pueblo a través del sufragio universal la izquierda es con toda justicia el sumo sacerdote es intérprete de la democracia (ver democracia). Si nos fijamos, los discursos de líderes de partidos políticos de izquierdas generalmente incluyen alguna frase del tipo: «El pueblo quiere…” Pero nunca, «el 37% de la población quiere», o «mis votantes quieren.»

Trabajador: Este término podría parecer sencillo pues cualquiera diría que un trabajador es una persona que trabaja o por extensión una persona que se gana la vida con su trabajo. Una vez más nos encontramos ante una manipulación sutil de la palabra. Para la izquierda los trabajadores son básicamente sus votantes. A base de repetir cientos de veces que sólo una parte de los que trabajan son «trabajadores» han conseguido que esta falsedad sea aceptada por mucha gente como una 1 verdad incuestionable. Por ejemplo, en una empresa de tamaño grande la izquierda considera «trabajadores» a aquellos que están sometidos a un convenio colectivo y, por tanto, a cierta disciplina sindical. Los que están fuera de convenio son «empresa» y no «trabajadores». En otro tipo de empresas o en casos de autónomos la frontera es más difusa. Pero la izquierda trata, en todo caso, de asimilar siempre el término «trabajador» al perfil sociológico de su votante natural. Las diferencias entre los que trabajan y son considerados trabajadores y los que trabajamos pero no podemos ser considerados como tales son importantes. Esta distinción tendría gracia si no fuese por su origen, que está asentado en la clase única que proponía el marxismo. Para los intérpretes del marxismo, solamente debía existir una clase social llamada el proletariado. El resto de las clases sociales debían ser eliminadas (como defendían Lenin, Pol Pot y sus Khmeres rojos o la Pasionaria). Hoy en día la izquierda no propone la eliminación física de los no proletarios, pero si justifica algunos crímenes cometidos contra ellos por su culpabilidad histórica. Por este motivo, los trabajadores «de verdad» son siempre inocentes y su asesinato por terroristas (ver terrorista) nunca está justificado. El segundo grupo no es del todo inocente pues representa al capital; por tanto a la clase explotadora, o bien, a los cuerpos represivos. El asesinato de gente que trabaja pero no es «trabajadora» de verdad tiene una cierta justificación moral. En este último caso la izquierda suele hablar de ejecución y no de asesinato, y de guerrilleros, ejército popular o de combatientes en vez de hablar de terroristas. Es la vieja reivindicación de Robin de los Bosques, ese personaje idealizado de la izquierda mundial, el que roba a los ricos para dárselo a los pobres, es decir a los trabajadores, es decir al proletariado.

Ciudadanía: ¡Ciudadanos a las armas! Parece que estamos frente al grito revolucionario de Robespierre o Danton. La izquierda tiene un cierto complejo de que sus votantes y afiliados son poco ilustrados, son trabajadores (ver trabajadores) y por tanto disfraza a sus votantes, es decir al pueblo (ver pueblo) de ciudadanos y ciudadanas. Este nuevo nombre le da al elector de izquierdas un tinte más ilustrado, más ecuánime o más moderado. Los insultos parecen más inteligentes cuando los hace un ciudadano y sus razonamientos más justos y sensibles. El hombre de ciudad es un hombre informado, rodeado de cultura (ver mundo de la cultura). Los que tenemos los libros como fuente de referencia, no debemos olvidar que un ciudadano es aquella persona que vive en una ciudad, es decir lo que antiguamente se conocía como villano, por vivir en una villa. Por otra parte, la izquierda sabe que el pequeño propietario rural y el agricultor no les votan y por eso el izquierdista se ve urbano y urbana, se ve ciudadano y ciudadana. El campo está bien para ir de visita, para que el ciudadano y la ciudadana vayan a pasear en bicicleta el fin de semana con mallas, chándal y cascos de goma ortopédicos.

La calle: Para la gente normal la calle es una vía asfaltada, empedrada o de tierra que se utiliza para desplazarse en coche, a pie, en moto, a caballo, en diligencia, en tartana, en carro o por cualquier otro método. La izquierda no se desplaza por la calle sino que la toma o la gana. Como la izquierda habla en nombre del pueblo (ver pueblo) cada vez que ocurre algo con lo que no está de acuerdo, bien sea una decisión política, catástrofe natural, o un acontecimiento en el extranjero, los trabajadores (ver trabajador) tienen el derecho de tomar la calle. A este hecho se llama manifestarse y el único sector que tiene derecho a hacerlo siempre, aunque sea en jornadas de reflexión, en contra de la ley o sin causas justificadas, es la izquierda. 2 La izquierda no llama a estas manifestaciones con este nombre, ni siquiera revueltas o algaradas, sino que las denomina Movimiento Ciudadano (ver ciudadano). Si durante estas manifestaciones se produce violencia, insultos, u otros desmanes siempre estarán justificados porque la izquierda representa al pueblo (ver pueblo) y por tanto de ella emana su legítimo poder. Hay casos específicos en los que la calle podrá sustituir a las urnas. Si en un país hay 30 millones de electores y en una manifestación se juntan 38.435 personas el organizador de izquierdas invariablemente dirá: «El pueblo ha hablado con libertad en la calle y no/si quiere…»

Progreso: Progresar significa avanzar y se suele entender como algo positivo, como una mejora. La izquierda tiene su origen en el marxismo. La ideología marxista dio origen a varios regímenes políticos como son la antigua Unión Soviética, la República Popular China, Cuba, Vietnam, Camboya, Bulgaria, Albania, la antigua República Democrática de Alemania etc. Paralelamente Occidente avanzó por otra vía produciendo sistemas políticos basados en el sufragio universal, la democracia, la libertad o la propiedad privada. Muchos de estos regímenes socialistas se han derrumbado, generalmente por la desintegración de sus sistemas económicos. Desde la desaparición del muro de Berlín muchos de esos países que estaban tras el muro o el telón han descubierto conceptos nuevos, tales como democracia, derechos humanos, propiedad privada (en China se ha reconocido por primera vez en el año 2004). En Occidente, como he dicho antes, ya se conocían estos conceptos hace años, por ejemplo la democracia desde hace 2000 años; el sufragio universal y los derechos humanos desde el siglo XVIII; y la propiedad privada desde el inicio de los tiempos, aunque regulada de forma concisa desde el Imperio Romano. Por eso entendemos que algunos de los citados países hayan progresado desde que abandonaron el socialismo, como también el PSOE ha progresado desde que abandonó el marxismo. Por eso cuando la izquierda habla de progreso nunca he entendido muy bien a qué se refiere. Después de pensar he llegado a la conclusión que para ellos no existía nada fuera de su pequeña y triste ideología anterior a la caída del muro y que por tanto, al descubrir ahora ideas nuevas para ellos, como son la propiedad privada o el sufragio universal, hayan quedado sorprendidos y encantados. Ante estos notables hallazgos nos hablan al resto de “progreso” como si fuera una invención propia, olvidando que nosotros ya conocíamos estos conceptos desde hace siglos. No se me ocurre otra explicación. La única excepción a esta reflexión es la definición de progreso que hacen los comunistas que son, por definición el anti-progreso personalizado. Para este minúsculo grupo marginal el progreso significa volver a una situación similar o idéntica a la que existía antes de la caída del muro, o a la que aún existe en Cuba. Para ellos esto sería progresar, es decir mejorar, pues volverían los viajes al mar Negro, las cacerías en los Cárpatos, las subvenciones, las becas en la Universidad Estatal de la Habana.

Guerra No: Esta frase parece sencilla. No, es la negación de algo y guerra es la forma violenta de dirimir un conflicto entre sociedades, naciones o grupos diversos. Por esta razón «Guerra No» debería ser la negación o rechazo de la forma violenta de resolver conflictos entre países o sociedades. Parece fácil, ¿no? ¡Pues no! Cuando la izquierda dice Guerra No o No a la Guerra, no se refiere a todas las guerras sino específicamente a algunas de ellas. La invasión de Afganistán por la Unión Soviética no es condenable, aunque sí lo es si el invasor es EEUU. Cuando Fidel Castro envía soldados a Angola o Mozambique para que adiestren a soldados y combatan contra sus vecinos tampoco está mal. Cuando Hitler invadió Polonia no estuvo mal del todo, de hecho en ese momento era aliado de la Unión Soviética quien también entró en combate al lado de los 3 alemanes. Tampoco recuerdo condenas cuando Irak, tradicional aliado de la URSS, invadió Kuwait. La izquierda por lo tanto no rechaza las guerras, de hecho es un instrumento que ha usado en multitud de ocasiones, lo que ocurre es que en este caso suele hablar de Revolución. Y ya se sabe que la Revolución, por definición, es más justa. Entonces, ¿a qué se refiere el eslogan? Algunos hipócritas dirán que es un NO a las guerras injustas, como si este término pudiera utilizarse para validar o dar legitimidad a algunas de ellas. En definitiva debemos concluir que si la izquierda no rechaza todas las guerras, moralmente no está capacitado para rechazar solo una y que por tanto simplemente usa esta terminología como un eslogan pseudo-pacifísta para engañar a algunas almas cándidas o bien que la guerra contra Irak es la única odiosa porque fue iniciada (¿seguro qué fue así?) por los enemigos tradicionales de la izquierda.

Terroristas: Este es un término de origen reciente en el vocabulario de la izquierda. De hecho durante años existió un grito en España que decía: «Vosotros fascistas sois los terroristas». Esta frase implicaba que los fascistas eran los únicos terroristas y que el resto de terroristas no eran tales, sino que eran grupos separatistas, ejércitos de liberación, combatientes campesinos, luchadores por la libertad, guerrilleros, etc. En España a los terroristas se les empezó a aplicar este nombre cuando empezaron a matar trabajadores (ver trabajadores) y no cuando mataban a no trabajadores. Hoy en día protestamos con ardor cuando medios de comunicación extranjeros no denominan terroristas a los miembros de la ETA pero la izquierda española y sus medios de comunicación afines se refieren con esos términos «edulcorantes» al describir a Sendero Luminoso, el IRA, las FARC, el ejército Zapatista, etc. Esto se debe a que estos terroristas no matan a trabajadores sino a explotadores y que, por tanto, sus crímenes tienen cierta justificación para la izquierda. El que dude que lea el País.

2ª República: Para la izquierda, y para un número importante de gente de derechas que sólo usa los libros para decorar la estantería de obra que se levanta orgullosa junto al mueble bar, la etapa de la 2ª República es un momento de nuestra historia donde la libertad era maravillosa, donde las flores crecían por doquier, los compañeros y compañeras iban de la mano sin preocupaciones por los parques, los líderes políticos eran brillantes y justos y España era admirada en el mundo por su prosperidad. Aquella situación idílica se situaba entre Shangri La y el legendario reino de Hunza y se quebró con la llegada del ejército de moros de Franco que se levantó contra el pueblo (ver pueblo) resentido por su prosperidad y alegría. No voy a dar muchos detalles de aquellos años siniestros, donde las diversas sectas de la izquierda luchaban entre sí a tiro limpio, donde casi todos los líderes de la izquierda seguían las consignas de Stalin (como Largo Caballero líder del PSOE que era conocido por su fanatismo como el Lenin español) y proponían para España un régimen como el soviético tras pasar por la Revolución (ver Guerra No), donde la prensa fue censurada hasta límites desconocidos hasta entonces (de hecho se cerraron varios periódicos), donde la Guardia de Asalto iba a casa de los jefes de la oposición para pegarles un tiro (Calvo Sotelo), donde se quemaban iglesias y conventos destruyendo con ellos tesoros artísticos (hecho que haría sentir envidia a los talibanes que dinamitaron los Budas de piedra), donde al perder elecciones democráticas se alentaba al pueblo (ver pueblo) a que iniciase la revolución contra la opresión (revolución que solo tuvo un éxito parcial en Asturias), donde se limitó la propiedad privada etc.. Esto fue la 2ª República y por ella se inicio una guerra civil.

Mundo de la cultura: La cultura no debe ser definida como el conjunto de los conocimientos científicos, literarios o artísticos conocidos sino como el conjunto de actividades que realiza el pueblo (ver pueblo). Así jugar a los bolos es una actividad cultural, disfrazarse de mamarracho durante el carnaval es una actividad cultural y así 4 sucesivamente… Los únicos representantes e interlocutores del mundo de la cultura son: los intelectuales y los artistas. Principalmente los artistas, que son sus máximos exponentes. El artista es la persona dotada de las disposiciones necesarias para el cultivo de las bellas artes. Es decir la música, la pintura, la escultura y la arquitectura. En algunos casos se incluye el cine como 7° arte. Para la izquierda los artistas son aquellos cantantes, actores, comediantes que están en sus filas y que por tanto están sujetos a la subvención del Estado. Aquellos artistas que no son afines deben ser excluidos de eventos, ferias, fiestas organizadas o patrocinadas por pueblos, asociaciones, comunidades o gobiernos de la izquierda, (hecho verídico que protagonizó el PSOE en su primera legislatura). Los intelectuales, sin embargo, son aquellas personas que se dedican a actividades que requieren un especial empleo de la inteligencia. La inteligencia es la facultad de entender las cosas. Esta es una definición clásica sin entrar en la definición de intelecto que hacían Platón o Aristóteles. Para la izquierda, los intelectuales son aquellas personas que pertenecen a sus filas y que, además, ejercen actividades algo más complejas que el resto. Por ejemplo si un cantante además de cantar hace que las letras de sus canciones rimen estamos ante un intelectual, este es el caso de Joaquín Sabina. Si un actor además de interpretar un papel sabe ubicar al personaje que encarna en un momento histórico determinado, estamos ante un intelectual ejemplo es Fernando Fernán Gómez. Estos son solo ejemplos de una larga lista que incluye a intelectuales como Ana Belén, Ramoncín, el gran Wyoming, Almodóvar etc.

Libertad de expresión: La libertad de expresión es el derecho que tiene la izquierda para decir lo que le parece aunque se trate de calumnias, falsedades, insultos o amenazas. Quebrantar este derecho, especialmente si el que lo ejerce es un artista o un intelectual (ver mundo de la cultura) debe ser respondido en la calle (ver calle). Si el que hace uso de esa misma libertad de expresión es de derechas, o si se trata de la Iglesia católica (ver Iglesia Católica) nos encontramos ante un caso grave de mentiras, coacción, insultos al pueblo y a los trabajadores (ver pueblo y trabajadores) que debe ser respondido en la calle (ver calle) y censurado en los medios de comunicación afines. Este es el caso de la Asociación de Víctimas del Terrorismo cuando critican a algunos directores de cine.

Iglesia Católica: La Iglesia Católica ha sido el enemigo tradicional de la izquierda española. Hoy en día ya no es así pues han surgido enemigos más terribles, pero aún se usa a la iglesia como una especie de pim-pam-pum. Es además el enemigo común que une a todos bajo la bandera del anticlericalismo. Por otra parte, la izquierda se proclama defensora de la libertad religiosa. Esto quiere decir que todas las confesiones tienen los mismos derechos, pues son herencia de nuestra cultura (ver mundo de la cultura). Es más, las religiones totémicas o primitivas al ser herencia cultural de pueblos puros indígenas, no corrompidos por el capital, son más «bonitas» y «auténticas» aunque entre sus ritos incluyan el canibalismo. En esto los izquierdistas son muy roussonianos. La izquierda, por otro lado, se proclama atea, dado que el marxismo sostiene eso del opio del pueblo. Si juntamos ambas definiciones podemos concluir que la iglesia mayoritaria en España, tiene los mismos derechos que la de los mormones y que no debe reclamar ni un ápice más. Por eso, que no se le ocurra pedir que haya educación religiosa en los colegios, pues es como si pidiesen que haya educación de racismo o de tortura. Por otro lado, la Iglesia católica es la única institución que no tiene libertad de expresión (ver libertad de expresión) aunque opine de temas relacionadas con su credo, y no digamos nada si opina de otros asuntos. Aunque la izquierda se declara atea, y por tanto debería ignorar las opiniones de la Iglesia, se las suele tomar con especial inquina y como ofensas personales. Por ese motivo, sólo acepta aquellos comunicados que refrendan sus ideas, y para refutar las otras se encargan los intelectuales próximos (ver mundo de la cultura). 5 Veamos un caso práctico. La Iglesia defiende el derecho a la vida. Según la izquierda, el Papa, los cardenales, los obispos y los curas sólo tienen el derecho a defender ese derecho en el marco de la guerra de Irak (ver Guerra No). Si el Papa pide la paz en el mundo y critica la guerra de Irak los artistas, intelectuales y los políticos utilizan sus palabras para aguijonear a sus enemigos. Sin embargo si el Papa defiende ese mismo derecho a la vida criticando el aborto, es respondido de inmediato con los mayores insultos, amenazado desde la calle (ver calle) y tachado de ir contra el progreso (ver progreso).

EEUU: Es el mayor enemigo conocido y ha sustituido, en este papel, a la Iglesia Católica (ver Iglesia Católica). Es el culpable de que cayese el muro de Berlín tras su triunfo indiscutible en la guerra fría. Debe ser demonizado aunque los hijos de los trabajadores (ver trabajadores) beban Coca Cola, se disfracen de brujas el día de Halloween, escuchen música americana, coman hamburguesas, usen vaqueros, vean cine de Hollywood, celebren san Valentín, adoren al gordo Santa Claus o estudien inglés en verano en un colegio de Minnesota. No importa que este país saliera en defensa de Europa en las dos Guerras Mundiales, que pagase la reconstrucción europea, que instalase aquí sus fábricas (Ford, GM, GE..), que tenga una constitución desde 1787, que albergue en su suelo a la ONU, que la OTAN nos haya dado cobertura militar gratuita, que sea una nación formada por emigrantes pobres de todas las partes del mundo, que defienda la libertad política y económica, que fuera de los primeros países en abolir la esclavitud o que sea el blanco permanente de los terroristas de este mundo. Da igual y que quede claro que EEUU es el enemigo de la izquierda. Lo que aún no me ha explicado nadie cual es el país amigo o el modelo a seguir.

Fascista: Para la izquierda el fascista es casi todo aquel que no piensa como ella. Este término incluye a gentes de derechas, de extrema derecha o incluso a terroristas de extrema izquierda, (esta última acepción es reciente e importante para la izquierda, pues le permite separarse de vecinos incómodos). Para los de izquierdas ser fascista es de lo peor que se puede ser, es casi tan malo como ser americano. De hecho, para ellos es casi lo mismo. En este caso también conviene coger los libros. El fascismo nace en Italia de la mano de Benito Mussolini con la creación del primer Fascio en 1919. Mussolini era un socialista desencantado por la sumisión del socialismo europeo a la internacional pro-soviética y propugnaba un Estado fuerte basado en la dictadura de un partido único (muy parecido a que lo que proponía el socialismo entonces), además defendía la exaltación nacionalista y el corporativismo. En esto se oponía al socialismo de la época que defendía la revolución para la llegada de la dictadura del proletariado. Sus doctrinas económicas, sin embargo, eran muy similares con la creación de un estado fuerte, intervencionista, con grandes empresas públicas, banca nacionalizada, obras públicas de gran entidad y gran protección de los trabajadores. Estos mismos principios se le pueden aplicar a los Nazis alemanes, cuyo partido fundó Adolfo Hitler con el nombre de Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes. En el caso alemán además de la exaltación nacionalista se fomentó el racismo. No debemos olvidar que el ejército alemán fue el primero en el que oficiales y soldados comían juntos. Ambos regímenes eran imperialistas e invadieron, por separado, Abisinia, Checoslovaquia, Austria, Hungría y finalmente Polonia. No fueron aliados hasta que Alemania invadió Francia. El ataque contra Polonia el 01.09.1939 desencadenó la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, como ya he dicho, Alemania e Italia no eran aliados sino que la Alemania Nazi era aliada de la Rusia Comunista. Entre ambos invadieron Polonia y como consecuencia de esa invasión los rusos fusilaron en Katyn a varios miles de oficiales polacos. La declaración de guerra contra Alemania por esa invasión fue realizada por Inglaterra y Francia, y 6 debemos recordar que Inglaterra, que llevó el peso de la Guerra tras la derrota de Francia y hasta la llegada de los americanos, estaba gobernada por una democracia con un Primer Ministro de derechas (Winston Churchill). Así que los únicos estados fascistas que han existido, fueron derrotados por democracias occidentales gobernadas en algunos casos por jefes de gobierno de derechas. Por supuesto, que no podemos olvidar la intervención rusa en esta guerra, pero ésta fue sobre todo defensiva hasta que en 1945 invadió Alemania. Como anécdota, quiero recordar que hasta que la Alemania Nazi no invadió la Unión Soviética en 1941 (dos años después de empezar la Guerra) el partido comunista inglés atacó al gobierno de su nación criticando que hubiese iniciado una guerra injusta e imperialista contra Alemania, que era aliada de su mentor. Incluso hubo casos de sabotajes en fábricas de armas.

Democracia: ¡Ah, la democracia, gran palabra! La democracia, como todo el mundo sabe, es una forma de gobierno basada en el sufragio universal. Es un sistema donde toda la población cualificada elige a sus representantes con libertad, para que les representen y les gobiernen. Yo creo que hasta la izquierda cree en esto, bueno no toda la izquierda porque el comunismo no cree en la democracia, sino en la democracia popular, llamada también dictadura del proletariado. El comunismo sigue siendo marxista y leninista, o incluso estalinista o maoísta o castrista, y esto implica la defensa de un partido único y un sistema estatal muy fuerte. En estos sistemas sólo se consulta a la masa en refrendos más o menos dirigidos, donde el resultado es, siempre, del 99,99% a favor de la candidatura u opción oficial. El resto de los izquierdistas sí creen en la democracia, aunque la unen o vinculan a una palabra mágica llamada legitimidad. La palabra clave es legitimidad. En este breve diccionario he explicado que los líderes de la izquierda son los auténticos representantes de todo el pueblo (ver pueblo) y, por tanto, los genuinos garantes de su defensa. Este convencimiento profundo que tienen de este hecho se llama legitimidad, y justifica sus actuaciones. Por eso, cuando ellos ganan elecciones siempre dicen que es una victoria legítima, si el que gana es un partido de derechas dicen que la victoria es democrática pero no legítima. Esto quiere decir que no está refrendada por el pueblo (ver pueblo) y que por tanto no es democrática del todo. La legitimidad justifica que se gane la calle (ver calle) etc. etc.

España: Para la izquierda España no existe. Qué importa que los romanos definieran hace 2000 años una unidad administrativa llamada Hispania. O que los Reyes Católicos, como soberanos de Castilla y Aragón, uniesen de forma permanente los destinos de ambos reinos y sellasen para siempre a catalanes con gallegos, a extremeños con aragoneses o a andaluces con asturianos. Qué más da si el señorío de Vizcaya se unió al reino de Castilla voluntariamente hace más de 1000 años. Poco importan las gestas de aquellos vascos que fueron Elcano o Legazpi, al servicio de la Corona Española, poco importan los muertos catalanes o andaluces o navarros en el desastre de Annual, o la derrota de Alarcos, o las victorias de las Navas de Tolosa o Lepanto. Dalí, Picasso, santa Teresa de Ávila, san Juan de la Cruz, Cervantes, Velázquez y sus Meninas, García Lorca, Severo Ochoa, la Pardo Bazán, el valle de Aran, la serranía de Cuenca, el lago san Mauricio, la sierra Morena, el Teide y el monte Perdido, la Peña de Francia, el Ebro o el Tajo, la mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada, la catedral de Burgos o el Obradoiro, las guerras carlistas, la conquista de América, las meigas y la sardana, las sevillanas y la zambomba, las corridas de toros, Manolete y los empalaos de la Vera, las procesiones, el cierzo y la tramontana… todo esto, que es España, para la izquierda es solamente «este País» o como mucho «el Estado Español».

Solidaridad: La solidaridad es la actitud de adhesión circunstancial a la causa o empresa de otros. Es importante el matiz de temporalidad en la definición de la palabra. Esto quiere 7 decir que si un grupo o sociedad a la que estamos enfrentados sufre una catástrofe les ayudamos, es decir nos solidarizamos con ellos, pero de forma temporal y circunstancial. A la izquierda le gusta esta palabra, le parece caritativa, le parece moderna, le parece muy ONG, define a la perfección la forma de ver y sentir la vida de un auténtico ciudadano (ver ciudadano). Por eso la izquierda se solidariza con los luchadores por la libertad palestinos, aunque siempre estén de acuerdo por tener enemigos comunes, se solidariza con los indígenas latinoamericanos (tan lejanos y explotados), se solidariza con las ballenas (como si estos cetáceos tuviesen una empresa o causa definida), se solidariza con las mujeres vapuleadas por sus maridos o novios, se solidariza con directores de cine comunistas convencidos, e incluso se solidariza con las víctimas del terrorismo. Quizás sea este último el único caso de solidaridad real porque es meramente una adhesión circunstancial, como ya ha quedado demostrado en miles de ocasiones, sobre todo cuando los asesinados o mutilados no son trabajadores (ver trabajador). Los términos correctos que deberían usarse son: caridad, afinidad política o ideológica, ayuda, apoyo…

Paz: Paz es ausencia de guerra, es calma y sosiego, es concordia entre los miembros de un grupo. Para la izquierda paz es otra cosa; para su definición paz es la ausencia de las guerras «injustas» (ver guerra no). Paz es esconder la cabeza como los avestruces, es no defenderse para que le dejen tranquilo, es reclamar la vida en un santuario, es mandar a otros a morir por nosotros, es entregar Ceuta y Melilla a Marruecos para que no nos toquen, es negociar con la ETA, en definitiva es cobardía. Por eso, el premio Nobel de la Paz por antonomasia para la izquierda es Rigoberta Menchú, defensora de los terroristas guatemaltecos y que se solidariza (ver solidaridad) con los presos de la ETA y sus madres. Me imagino que la Revolución de Asturias, la quema de sedes de partidos contrarios, apedrear a políticos o intelectuales de derechas, el GAL, la revolución rusa o el Gulag son actos pacíficos, porque el pueblo (ver pueblo) al fin y al cabo tiene derecho a defenderse y a vivir en Paz. Con esta palabra termino mi breve diccionario, algunos me tacharán de facha y para otros me habré dejado en el tintero palabras importantes como diálogo, talante, regeneración o filosofía. Pero tampoco he querido repetirme demasiado. Al final, espero que estas definiciones hayan servido para que algunos reflexionen, se cuestionen las verdades establecidas, se opongan a las corrientes únicas de pensamiento y, en definitiva, no comulguen con ruedas de molino.”


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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