San Pablo de Peñafiel

Por José María Arévalo

( Exterior del monasterio de San Pablo de Peñafiel; foto de Rodrigo Nieto en minube.com) (*)

Me he quedado bastante retrasado en las reseñas de los viajes que estos meses he realizado con el grupo de jubilados al que pertenezco, así que aprovecharé el verano, en el que hay menos exposiciones y noticias de arte, para recuperar el hilo de tan bellas visitas como hemos hecho y a no mucha distancia de nuestro Valladolid de partida. Casi todas las conocía ya, pero verlas con un guía da otra perspectiva.

Una de las últimas fue a Cuellar, desde donde nos fuimos a Sacramenia a comer un lechazo extraordinario, para acabar en Peñafiel. Como el Castillo, la plaza del Coso, etc., nos eran ya muy conocidos, paramos en el convento de San Pablo, que yo conocía solo por fuera. Levantado sobre los restos históricos del Alcázar de Alfonso X, data del siglo XIII, y en el siglo XIV se convirtió en monasterio. Del Alcazar queda el emplazamiento, una de las bases de un antiguo torreón que hoy sustenta la espadaña de piedra ejecutada en dos cuerpos y el patio de armas del mismo, que actualmente es el claustro del Convento. Al lado del Altar mayor se conservan enterrados, en una urna de piedra, los restos del Infante don Juan Manuel, autor de «El Conde Lucanor»; junto a una urna de madera que contiene los restos de Juana de Aza, madre de Santo Domingo de Guzmán. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931.

El exterior es muy bello, con la exuberancia de los arcos realizados en ladrillo, en estilo gótico mudéjar. También gótico-mudéjar (s. XIV) es el ábside, lo que más destaca de la construcción en el exterior y asombra en su interior, en contraste con la compleja decoración de la capilla funeraria de los Manuel, construida dos siglos más tarde en estilo plateresco, atribuida a Juan de Badajoz «El Mozo», y acabada en 1536

El Infante Don Juan Manuel levantó en 1324 el actual convento gótico-mudéjar y la iglesia se concluyó años después de la muerte del Infante, en 1348. Tras el incendio de 1749, su reconstrucción modifica su antigua estructura, levantándose la actual espadaña en 1807 sobre uno de los torreones almenados. Es probable que en la reconstrucción posterior al incendio se recubriesen con una capa de yeso unas muy interesantes pinturas al fresco –de las que daremos al final más información- que existían en el muro, a los pies de la iglesia, en la nave del Evangelio, un friso representando secuencias de María Magdalena. En la nave de la Epístola, junto a la puerta, también aparecieron unas pinturas de Nuestra Señora de la Esperanza o de la O. Los franceses instalan aquí el Cuartel General, construyen pesebreras en la iglesia, saquean la capilla de los Manuel, destruyen el sepulcro y mutilan las estatuas de don Juan Manuel y su esposa. En 1836 se abandona el convento por la desamortización y se cede a los Padres Pasionistas en 1882. En 2005 se restauró y limpió la Capilla de los Manuel. Nos basamos en la información que proporciona Wikipedia, y las webs artevalladolid y diputaciondevalladolid, esta última con un completísimo trabajo de Araceli de la Torre Yubero.

( Decoración en la Capilla de los Manuel en San Pablo de Peñafiel) (*)

El convento será conocido por la advocación a San Juan durante todo el siglo XIV, y de 1407 es la primera documentación donde figura el nombre de San Pablo, aunque el nombre de San Juan seguirá siendo frecuente. Ya hemos dicho que el infante don Juan Manuel, señor de Peñafiel, al donar el antiguo alcázar (del reinado de su tío, el rey Alfonso X El Sabio) para destinarlo a residencia de los frailes, lo que será convento de San Juan y San Pablo, impone como condición que él y sus sucesores fueran aquí sepultados.

La capilla de San Ildefonso sirvió provisionalmente de iglesia conventual, hasta que se derribó en parte para ampliarla y modificarla. El infante coloca la primera piedra en 5 de mayo de 1324, se construye una nueva iglesia dedicada al evangelista y consagrada a la orden de los Predicadores, instituida por Santo Domingo de Guzmán en 1216. De esta época sólo se conserva la cabecera. En 1349 fallece el infante don Juan Manuel en Córdoba, y acaban sus restos en la iglesia del convento que construyó en Peñafiel. Al lado reposan también los restos de la beata Juana de Aza, madre de Santo Domingo de Guzmán. En 1398 tuvo lugar un incendio, sobre el que el Libro Becerro del monasterio dice que ardieron documentos, papeles y joyas. Es probable que asolase la biblioteca y el artesonado mudéjar de la nave central. Anteriormente sus restos habían sido trasladados a la Capilla Mayor de la iglesia y luego a la cabecera de la Epístola donde se conserva la inscripción que refiere su óbito.

Vamos a entrar ya en la actual capilla de los Manuel, principalmente capilla funeraria de Don Juan Manuel de Villena y de la Vega, fallecido en 1543, VIII señor de Belmonte, de estilo plateresco con reminiscencias góticas, una pieza sobresaliente del Renacimiento español.

( Tumba del infante don Juan Manuel en el monasterio de San Pablo de Peñafiel) (*)

A los pies de la nave del Evangelio se situaba la Capilla de Santiago (hoy no existe), fundada por Juan de Villena donde estuvo enterrado junto con su esposa Aldonza de la Vega, y en el testero opuesto (al lado de la cabecera) la Capilla de los Manuel o del Príncipe, reconstruida en 1536 por su hijo, don Juan Manuel de Villena y de la Vega, tataranieto de don Juan Manuel y principal valido de Felipe I, para su enterramiento (también yace aquí su esposa Catalina de Rojas, biznieta de Pedro I de Castilla), según consta en la inscripción que rodea la parte alta:

«ESTA CAPILLA MANDO HACER DON JVAN MANVEL DE LA ORDEN DEL TVSON HIJO DE DON IVAN MANUEL POR LEGITIMA SVCESION DE VARONES VISNIETO DE DON IVAN MANUEL FUNDADOR DE ESTE MONESTERIO I DE OTROS DOZE ENTRE ELLOS ESCOGIO ESTE PARA SV ENTERRAMIENTO EL QVAL FUE HIJO DEL INFANTE DON MANVEL CVYO PADRE FUE EL REI DON FERNANDO EL SANTO QVE GANO A SEVILLA ACABOSE ANO D MDXXXVI».

La capilla funeraria de los Manuel está construida en piedra caliza muy blanca, labrada minuciosamente y se conserva en muy buen estado. Presenta como motivo central una ventana de tracería gótica enmarcada por dos pilastras y un arco. Dos escudos de la familia tutelar de la capilla flanquean la ventana, uno de ellos sobre una torre semicircular, que se corresponde en el interior con una escalera de caracol sin apoyo central, a la que se accede por una pequeña puerta, realizada en 1500, que consta de 74 peldaños y que sirve de acceso a una terraza

( Tumba de Don Juan Manuel de Villena en el monasterio de San Pablo de Peñafiel) (*)

En 1598 Catalina Enríquez de Ribera, duquesa de Osuna, funda la Capilla de San Jacinto, agradecida por sanar de fuertes dolores de parto en 1596, tras ponerse el manto de San Jacinto en la cabeza. Los dominicos, viendo que no tenía culto, en 1613 pidieron permiso a la casa de Osuna para traer la Virgen del Rosario, de más devoción en Peñafiel. Lo concedió Gaspar Téllez Girón con la condición de que la imagen se quedase en calidad de depósito y que los dominicos no adquirirían derechos sobre la capilla. En el centro se colocó a la Virgen del Rosario y a ambos lados Santo Domingo y San Jacinto, así permaneció durante más de cien años, luego éstos se quitaron. En 1720 los dominicos, por propia cuenta erigieron el camarín para ubicar la imagen por detrás (hubo unas escaleras). El Becerro dice que, por esta razón, aquí no tiene derecho alguno la Casa de Osuna. Y como ésta tiene su escudo, sobre la ventana exterior de la capilla (de Pedro Girón de Velasco y su esposa), los Padres hicieron el suyo sobre el ventanuco exterior del camarín.

A los pies de la nave central estaba la Capilla de Santo Domingo de Soriano, allí se enterrarían a Lorenzo Manuel y a su hermano Pedro (arzobispo de Santiago), hijos del tataranieto. Este sepulcro era muy rico, «de jaspe finísimo», y se reaprovechó, en época posterior, para Rodrigo Manuel, capitán de la guardia de Felipe II. El Becerro nos indica que en 1682 un «prior poco avisado» mandó quitar unos pesos que había en la bóveda de la iglesia –gótica– y por la noche se vino todo abajo. Las justicias de Peñafiel ordenaron quitar los escombros y se reedificó la cubierta «según los gustos clásicos».

Don Pedro Velasco, arcediano del Alcor funda la capilla de San Esteban, o «del Arcediano» en cuyo centro está enterrado bajo una lápida de piedra. No se tiene fecha de construcción, pero su testamento data de 1448. Según el Becerro, no la terminó ni con altar ni con pinturas, por ello los dominicos la emplearon como lugar de reunión y más tarde como sacristía, continuando así hasta hoy.

( Claustro del monasterio de San Pablo de Peñafiel) (*)

En un lateral de la iglesia se levanta el claustro en piedra del siglo XIV, al que se añadió un segundo cuerpo de ladrillo en el siglo XVIII. Ya debía estar hecho en el segundo incendio, pues el Becerro dice que no se quemó ni el claustro ni el sobreclaustro. En sus paredes exteriores figuran los escudos de don Pedro Téllez Girón, don Juan Manuel y Fray Francisco García de Loaisa (bajo éste aparece la fecha de 1796, referida a la terminación de la obra del claustro tal y como hoy lo vemos), quefue confesor y consejero de Carlos V. Bajo otro de los escudos se ha escrito 1585, quizá aludiendo al principio de su construcción.

Finalmente vamos a referirnos a las pinturas murales del convento, especialmente al Mural de Santa María Magdalena, sobre lo que hay un buen trabajo en artevalladolid.blogspot.com. Estas pinturas murales proceden del interior de la iglesia del convento y se encontraron sobre el muro occidental de la nave del Evangelio, al lado de unas pinturas murales con respecto a las cuales deben de ser más o menos contemporáneas e, incluso, del mismo autor, si bien son una obra distinta. Se encontraron encaladas y condenadas por la fábrica de una escalera de madera de acceso al coro en alto a los pies de la iglesia y, a pesar de un informe que aconsejaba su conservación in situ, se arrancaron del muro en 1940 por parte de Ramón Gudiol a iniciativa de la Diputación Provincial de Valladolid, que determinó su traslado al Museo de Valladolid, en el que se encuentran en la actualidad. Su estado de conservación es precario debido al brusco arranque que sufrieron, con deformaciones de su superficie pictórica que se acusan más en el mural inmediato, así como a la escasa adherencia de la película pictórica a su nuevo soporte de lienzo.

En estas pinturas, de las que en la iglesia se ven ahora solo restos, se desarrolla un ciclo de la vida de Santa María Magdalena con escenas en dos registros sobre fondos estrellados alternativamente azules y rojos. Consideradas siempre como un ejemplo característico del estilo gótico lineal, Post propone para las mismas una cronología posterior a 1320, fecha de fundación del convento de San Pablo de Peñafiel. Las características de la moda representada en estas pinturas sitúan su ejecución a partir del segundo tercio del siglo XIV. Ciertas características que preludian aspectos del estilo gótico lineal tardío como la tendencia al recargamiento ornamental en la indumentaria de la donante de este mural invitan a proponer una cronología de hacia 1360-1380.

En fin, mucha historia, muchas sorpresas y mucha belleza que contemplar en esta joya tan desconocida del convento de San Pablo de Benavente. Tuve la impresión, como en el convento de Sanra Clara de Tordesillas, de que estábamos en lo mejorcito de nuestro patrimonio. Para volver cualquier día, vale la pena.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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