Sobre la expresión “género” en nuestras recientes y actuales RR.OO.

Por Carlos de Bustamante

( La patrulla. Óleo de Ferrer-Dalmau) (*)

No es en absoluto mi intención con este artículo inmiscuirme para nada en cuestiones políticas, que no son incumbencia de nuestras muy queridas Fas. Nuestro Ejército en el que hemos servido, con errores y aciertos humanos, pero con la rectitud de intención a la que nos comprometimos el ¡ay! lejano día en el que hicimos el juramento a Dios “besando con unción la Bandera”.

Algunos de nuestros compañeros cumplieron tan al pie de la letra lo que juraron, que ya derramaron su sangre por España en las diferentes misiones ¿de paz? que se les encomendaron. Otros cayeron con honor víctimas a traición de los asesinos de Eta. Y alguno entregó media vida o más en Actos de Servicio si no heroicos, tal vez sí lo fueran las consecuencias que se derivaron de ellos durante años y años, sin más recompensa y honores que la plena consciencia del deber cumplido.

No es poco –como reza nuestro Himno- que la Patria “nos devuelva agradecida el beso que recibió”. Se trata , y ésta sí es mi intención clara, de poner el granito de arena con los conocimientos adquiridos desde que el olfato de viejo cazador me indicara, que en el nuevo artículo 73 de nuestras actuales y RR. OO. redactadas por la que fuera Sra. Ministro de Defensa, había gato encerrado.

Porque lo nuestro, repito, no es la política, las humanidades en grado de ciencia obligatoria en nuestros estudios académicos; nada de particular tiene, pues, que a nuestros Altos Mandos encargados de la revisión del asunto de tanta trascendencia por su obligatoriedad, les pasase inadvertida la inclusión en el Título II, Convivencia en su Unidad, la expresión astuta, ladina y perversa de GÉNERO. Para recuerdo de los que tampoco le prestaron mayor atención, desconocedores de su malicia, les transcribo textualmente el Artículo 73 de “marras”:

ARTÍCULO 73 DE LAS RR.OO. GÉNERO. CAPÍTULO II. RELACIÓN CON LOS SUBORDINADOS.

Artículo 73. Convivencia en su unidad.

“Velará por la convivencia entre todos sus subordinados sin discriminación alguna por razón de nacimiento, origen racial o étnico, género, orientación sexual, religión o convicciones, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, fomentando el compañerismo y la integración intercultural”.

“Metidos en harina”, creo oportuno, para conocimiento y efectos de los no duchos en la nada atractiva materia, expresar aquí y ahora algo sobre este “gol que creo -ojalá me equivocase- introducido por la escuadra de nuestra portería”. Lo que transcribo a continuación nos viene de S.S. el Papa Francisco, que supongo importará a la mayoría de los componentes católicos de las Fas, que creo somos eso, mayoría:

“GENDER” O GÉNERO (IDELOGÍA DE…)

De la exhortación apostólica del Papa Amoris laetitia:

2.- Número 56: “Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, (género) que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Ésta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativos que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo»”

“No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos criaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada”.

Por si no les pareciera bastante transcribo también el Artículo del sacerdote, Don Ernesto Juliá, amigo y eminente teólogo publicado en el medio que se indica y con el previo permiso para difusión: El Confidencial Digital: Religión Confidencial del 03/06/2016:

Cañizares ha vuelto a recordarnos la importancia que supone para la vida humana, para la sociedad, la llamada “ideología de género”; y en ese discurso se une a la voz de otras personas de la Iglesia – entre ellos el card. Sarah en una reciente conferencia en Ávila-, y de pensadores no particularmente creyentes, que ponen en guardia de lo que esa “ideología” supone para el hombre, para la mujer, para la sociedad. Estas son las palabras de una estudiosa feminista americana:

“La ideología de género actual es un error de enorme magnitud, una amenaza al gobierno de la ley y la destrucción de los esfuerzos que han dado forma a nuestra sociedad para que llegáramos a un entendimiento con nuestros cuerpos, recibidos y vulnerables, imperfectos y profundamente sexuados cuerpos”.

Y digo “ideología”, aunque en realidad la construcción mental y lingüista que ha puesto en marcha esa tendencia, no se fundamenta en ninguna idea fruto de una reflexión intelectual, ni en una valoración de la realidad, como manifiestan muchos movimientos feministas. La palabra “género” quiere más bien expresar un deseo de dar cuerpo a una serie de “sentimientos”, “emociones”, de quienes pretenden “construirse” cada uno/una a su manera, siempre dentro de la máxima libertad de que cada una/uno hace de su vida, de su persona, de sus capacidades, lo que le da la gana: eliminar la realidad del sexo, y refugiarse en un “género” manipulable al antojo de cada cual.

Con estos “principios”, una de las cabezas promotoras de esa “ideología”, pudo decir que en cuestión de ser hombre o mujer, eso del sexo no es en absoluto un dato definitivo, es una simple palabra. Y que cada hombre o mujer, será hombre o mujer según lo que el/ella, diga o haga. “Ser hombre o mujer no es algo que se es, sino algo que se hace”.

La humanidad, hasta estas alturas de su existencia, ha considerado hombre y mujer, teniendo en cuenta la sexualidad inscrita en la naturaleza de cada persona y plasmada claramente en los cuerpos de hombres y de mujeres, que no hay otros cuerpos.
Las “ideólogas de género” consideran -¿en base a qué?- que no es más que una simple construcción “cultural”. Y ahora, viene la “salvadora” ideología de género a montar otra “estructura cultural”, que dará libertad a cada cual para ser lo que diga y haga, “sexual” y “culturalmente”…

O sea, eso de “hombre”, “mujer”, “matrimonio”, “familia”, “paternidad”, “maternidad”, etc., serían simples “construcciones socio-culturales”, que impiden a cada uno, a cada ciudadano, “ser”, lo que “quiere decir” y “hacer”. En definitiva, les quita la libertad. Y, en el deseo de “hacer libres lo que me da la gana”, comienza a aparecer personas que quieren ser “bisexuales”, “trisexuales (perro o perra incluido”), “quatrisexuales” (si aparece una maquina o cualquier otro instrumento semejante”). Y todos, lógicamente, con su lista de “derechos humanos”, y de protección estatal, de “seguridad social”. Ningún grupo tendría ningún derecho a tener más derechos que otros.

Y no sólo, ¿Quién puede impedir que en uso de la libertad uno quiera “decir” y “hacer” como “hombre-perro”, como “mujer-perra”; “hombre-serpiente”, “mujer serpiente”, y acabar así con otras dos construcciones “culturales”, como pueden ser el pudor y el vestido?

Pero el problema se complica un poco más, porque, ¿qué es “hacer” y “decir” de hombre; y qué es hacer o decir de mujer? Sin tener en cuenta la referencia natural sexual, la figura de hombre y mujer se diluye; es una simple, y ahora de verdad, construcción “cultural”, y cada uno la construirá a su manera, sin que quepan ningún tipo de “reglas”, “indicaciones”, que se puedan imponer a nadie, y ni siquiera sugerir como cauce de actuación.

Cañizares se preocupa del mal que todo esto puede hacer a las familias y anima a las familias cristianas que den testimonio de la grandeza de la familia, de la sexualidad, tal y como Dios lo quiere. Y en eso, le apoyarán tantas feministas, que siguen dando la batalla para que las mujeres ocupen el lugar adecuado en la sociedad.

Rebecca Reilly-Cooper, teórica política y feminista radical británica, señala:
“La opresión de las mujeres tiene sus raíces históricas y su aparente justificación en la biología femenina y en la explotación del trabajo reproductivo. Alterar la definición del término “femenino” para que ahora signifique “cualquier persona que se crea mujer” no es sólo conceptualmente incoherente, sino que también elimina la posibilidad de analizar la opresión estructural de las mujeres como clase, al erradicar la terminología que usamos para describir las condiciones materiales de su existencia”.

“Dios perdona, la naturaleza no”, decían los antiguos. Un hombre nacido sexuado hombre, una mujer nacida sexuada mujer, podrá querer ser “hombre-tigre”, “mujer-serpiente”, “hombre-perro-mujer”; etc., etc. Podrá cambiar de órganos genitales las veces que los cirujanos lo consigan: no dejará nunca de arrancar del fondo de su cuerpo, el sexo, mujer, hombre, con el que han sigo engendrados.

Con lo dicho, creo haber cumplido un deber de fidelidad a nuestras Fas, que, no se nos olvide, es la Institución mejor valorada en nuestra Patria.¡¡No permitamos que nos la corrompan!!


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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