Los lunes, revista de prensa y red

“Veamos a quién admiras”, de Javier Marías, y “El Estado social, en clave nacionalista”, de Juan Meseguer

( Viñeta de Puebla en ABC el pasado día 13) (*)

VEAMOS A QUIÉN ADMIRAS

Artículo Javier Marías de publicado en El País el pasado día 12

Poco antes de las elecciones del pasado diciembre escribí aquí una columna titulada “Casi cualquier prueba”, en la que repasaba la catastrófica legislatura bajo el Gobierno de Rajoy y expresaba mis dudas y reparos ante los demás partidos. Y terminaba diciendo: “… con todo y con eso, casi cualquier prueba, casi cualquier riesgo, me parecen preferibles a continuar en la ciénaga de los últimos cuatro años”. Tuve la precaución del “casi”, porque siempre es preciso tenerla. Son ya demasiadas las ocasiones en las que uno cree que no puede existir un gobernante peor del que se sufre, y la experiencia le demuestra lo contrario, que siempre es posible empeorar. Sin alejarnos mucho, ¿parecía imaginable alguien más dañino y falaz que Bush Jr y Cheney al frente de los Estados Unidos? Ahora corremos el riesgo de que esté a su mando Donald Trump.

En aquella columna escribía del PSOE: “… no es seguro que haya abandonado la idiotez generalizada que lo dominó durante la época de Zapatero”, y añadía: “Esa idiotez, pero agravada, la ha heredado IU bajo el liderazgo de Alberto Garzón; y en cuanto a Podemos, una necedad similar compite con resabios de autoritarismo temible”. Han transcurrido seis meses y algo más sabemos acerca de esta última formación. Pero no mucho, en realidad (aparte de que haya engullido a la penúltima). Si uno quiere saber qué pretenden y cómo gobernarían sus dirigentes, se encuentra con un batiburrillo oportunista. Han cambiado de postura y “lugar” tantas veces (somos “anticasta”; no, de extrema izquierda; no, socialdemócratas; no, de centro; no, de los de abajo; no, “transversales” en general) que lo único que se saca en limpio es que es gente dispuesta a lo que sea con tal de conseguir poder. Su objetivo más visible es el siguiente: sobrepasar al PSOE para después desmenuzarlo; erigirse en principal partido de la oposición y aguardar a que el PP siga hundiéndose y hundiendo al país hasta que la población, desesperada, quite mi cauteloso “casi” y prefiera cualquier prueba, cualquier riesgo, antes que seguir padeciendo las injusticias y la inoperancia de Rajoy o su sucesor.

Ante un partido como Podemos, dado al travestismo, el embarullamiento y la adulación del elector, dominado por una figura tan demagógica y taimada como Pablo Iglesias, sólo ayuda fijarse en quiénes son sus amigos y benefactores, y a quiénes admira, para intuir a qué atenerse y qué se puede esperar de él. Por supuesto, están el golpista militar Chávez y su caricatura Maduro, a quienes varios de sus líderes aconsejaron y sirvieron con apasionamiento y remuneración: es decir, un par de autócratas desastrosos para su país, que desprecian la democracia. Están Tsipras y Varufakis, de Grecia, a los que en estos momentos no conviene poner de ejemplo, aunque parecieran mucho más honestos y bienintencionados que los dirigentes de Podemos. Está a ratos Putin, y Bildu en el País Vasco, con el que han establecido alianzas. Ahora está Arnaldo Otegi, al que abrazan y juzgan “un hombre de paz”, como si nada hubiera tenido que ver con ETA en sus años más virulentos. Y desde luego está Julio Anguita –al que también abrazan–, uno de los políticos más injustificadamente presuntuosos y perdonavidas de nuestra democracia, y cuyo mayor logro (la famosa “pinza” de los noventa) fue aupar a Aznar al poder; y a Aznar, su compañero de conspiración, lo sufrimos ocho años. Iglesias se proclama “discípulo” de él (de Anguita, aunque en su megalomanía y su autoritarismo recuerde muchísimo a Aznar). No está de más recordar que, declarándose Podemos un partido feminista, sus dirigentes no tuvieron el menor reparo en trabajar para –y cobrar de– un canal de televisión financiado por Irán, donde las mujeres están sojuzgadas en todos los ámbitos. La impresión se confirma: lo que sea para conseguir poder. Por último, no olvidemos entre las admiraciones la excelente serie Juego de tronos, pobre, que el susodicho Iglesias no cesa de manosear y tergiversar: si le gusta tanto es porque, según él, ilustra el pensamiento político de Maquiavelo, Gramsci y Carl Schmitt (que inspiró mucho al nazismo), y enseña que lo que importa es el poder crudo, el de la fuerza. Es difícil saber si George R. R. Martin se moriría de risa o se pegaría un tiro en el paladar al oírle, al ver su imaginativa creación reducida a semejante ramplonería de pedantuelo profesor incapacitado para entender la ficción.

Pero hay un elemento o guía más: la actitud de los entusiastas de Podemos, sin parangón con la de los de ningún otro partido, incluido el PP. Cuando en política aparece un fervor religioso; cuando la pertenencia a una formación se asemeja a la pertenencia a una secta, y hay un caudillo; cuando sobre sus críticos cae inmediatamente una lluvia de insultos mezclada con alguna lección adoctrinadora para que esos críticos “abran los ojos y abracen la fe”; cuando desde ese partido se habla de “regular” y “controlar” la prensa, y de pedir “adhesión” (palabra franquista donde las haya) a los jueces y a los cargos públicos; entonces, cuando todo eso se junta, sólo toca alejarse corriendo.

Artículo en: http://elpaissemanal.elpais.com/columna/veamos-quien-admiras/

EL ESTADO SOCIAL, EN CLAVE NACIONALISTA

Artículo de Juan Meseguer publicado en Aceprensa el pasado día 7

La defensa del Estado del bienestar frente a los que vienen de fuera es un rasgo común a los populismos antiinmigración, como ponen de manifiesto las recientes campañas electorales de Alternativa para Alemania (AfD) y el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ).

Al igual que el Partido Laborista con Blair, el Partido Socialdemócrata (SPD) alemán dio un giro al centro con Gerhard Schröder, quien también se mostró partidario de reducir la dependencia de los ciudadanos respecto del Estado. Bajo el principio de “ayuda y exigencia”, las reformas Hartz de principios de la década 2000 inyectaron flexibilidad al mercado de trabajo e incentivaron la búsqueda de empleo, pero a costa de endurecer los requisitos para acceder a las prestaciones sociales e incluso de recortarlas.

Desde entonces, explica el periodista Janosch Delcker a partir de varios testimonios, muchos de sus votantes han dejado de ver al SPD como el partido de la justicia social y de los derechos de la clase trabajadora. En cambio, le reprochan que esté demasiado pendiente de asuntos como la política de género, la protección de las minorías o la diversidad cultural.

La sensación de abandono se ha agravado con la crisis migratoria, hasta el punto de que el pasado febrero el líder del SPD, Sigmar Gabriel, se vio obligado a pedir a su socia de coalición, la democristiana Angela Merkel, más gasto social para los alemanes con el fin de equilibrar las ayudas públicas destinadas a los refugiados.

Alternativa para Alemania acaba de arrebatar a los socialdemócratas un distrito obrero en el que llevaban gobernando más de medio siglo

Delcker, corresponsal de Politico en Berlín, identifica un tercer factor que está detrás del declive socialdemócrata en Alemania: la falta de líderes carismáticos, salvo excepciones como Malu Dreyer, quien revalidó su victoria en Renania-Palatinado el pasado marzo. Pero en los otros dos estados alemanes donde hubo elecciones (Baden-Wurtemberg y Sajonia Anhalt), el SPD quedó en cuarto lugar, por detrás de Alternativa para Alemania (AfD), un partido antiinmigración de derechas.

Para Delcker, un síntoma de los nuevos tiempos es que el distrito obrero de Mannheim, en el estado de Baden-Wurtemberg, haya pasado a manos de AfD… tras 64 años de gobierno socialdemócrata.

“Los austriacos primero”

La impresión de que las ayudas a los inmigrantes están perjudicando a los votantes de clase obrera también es visible en Austria. Un artículo firmado por varios periodistas en Der Spiegel lo ilustra con el ejemplo de Simmering, un distrito obrero al sur de Viena que hoy destaca por su diversidad étnica. Los vecinos nacidos allí se quejan de que los inmigrantes se han convertido en los principales beneficiarios de las viviendas de protección social, lo que explicaría la victoria en ese distrito del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), nacionalista y antiinmigración.

Pero el éxito del FPÖ no se limita a los barrios obreros. El líder de esta formación, Norbert Hofer, perdió por la mínima en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el pasado 22 de mayo. Obtuvo el 49,7% de los votos frente al 50,3% del candidato independiente apoyado por Los Verdes, Alexander Van der Bellen. Los periodistas de Der Spiegel recogen un dato ilustrativo: hoy, tres de cada cuatro trabajadores manuales en Austria votan al FPÖ; la formación también es favorita entre los sindicalistas.

Con su eslogan “Austria y los austriacos primero”, Hofer se ha presentado durante la campaña como el garante del Estado del bienestar, supuestamente amenazado por las políticas migratorias de la izquierda. “Necesitamos controlar nuestras fronteras. Austria no es la seguridad social de medio planeta”, dijo en un mitin. Es la misma idea que repiten en los países nórdicos los partidos populistas de derechas como el Partido del Pueblo Danés, los Auténticos Finlandeses o los Demócratas Suecos.

Ver artículo completo en: https://www.aceprensa.com/newsletter-article/el-estado-social-en-clave-nacionalista/


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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