La iglesia de la Asunción, de Tudela de Duero

Por José María Arévalo

(La Anunciación, obra de Gregorio Fernández en el retablo de la Iglesia de Tudela de Duero ) (*)

Acaba de celebrarse el 500 aniversario de la Iglesia de Tudela de Duero, y yo acabo de conocerla, gracias a una excursión de compañeros jubilados que realizaba en ella su primera parada, camino del monasterio de San Bernardo de Valbuena. Muchas veces, en nuestras salidas a pintar, no pocas a la famosa villa de los espárragos y los encierros, me había acercado, pero bien por encontrarla cerrada, bien porque no hay quien aparque en esa plaza, no lo había conseguido.

Su fachada se atribuye al mismo arquitecto que la de El Salvador de la capital, Juan Sanz de Escalante, y se abre al sur mostrando una gran hornacina de medio punto que enmarca la portada, y que es rematada por una balaustrada de estilo plateresco. Personalmente me parece mucho más airosa que la de El Salvador, y en su estilo renacentista me recuerda mucho al palacio de Santa Cruz, nuestra joya de la época. Desgraciadamente no se conservan las esculturas de las hornacinas de su fachada, como sí ocurre en la de El Salvador, que conservan obras de Manuel Álvarez, seguidor de Alonso Berruguete. Precisamente de Manuel Álvarez, es el retablo mayor de la iglesia de Tudela de Duero, uno de los mejores retablos de la provincia, dedicado a Nuestra Señora de la Asunción (1572-1615) y atribuido al antedicho Manuel Álvarez junto con Juan de la Maza, aunque uno de los relieves, el de la Anunciación, es de Gregorio Fernández.

Una feliz restauración ha devuelto a los elementos tallados de la fachada el color de la piedra original, más siena, tipo la piedra salmantina de Villamayor, lo que produce un curioso contraste con la más blanca habitual por estas tierras de los bloques sillares, como ocurre en la fachada de San Pablo, y le da un aire más grácil resaltando la sobria decoración renacentista. A mi me parece mucho más bello este estilo simple pero elegante, con un porte airoso, un equilibrio que no tienen las fachadas barrocas, un poco lo que ocurre con el románico primitivo y el cisterciense frente al más complicado del bajo medievo, maravilloso también en sus excesos.

( Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora .Tudela de Duero) (*)

Construida entre los años 1562 y 1568, la iglesia consta de tres naves, pilares de sección octogonal y bóvedas con diseños de crucería estrellada. Aunque conserva elementos de estilo gótico, como los nervios de las bóvedas y los arcos apuntados, el edificio es renacentista.

En su interior nos llevamos muchas sorpresas. Hay varios retablos, fechados en su mayor parte en los siglos XVII y XVIII, pero la maravilla son las tallas que en ellos se conservan, con obras de los mejores imagineros castellanos, Juan de Juni y Gregorio Fernández . El retablo mayor, dedicado a Nuestra Señora de la Asunción, ya decimos, se atribuye a Manuel Álvarez y Juan de la Maza aunque cuenta también con tallas atribuidas a Gregorio Fernández, en concreto las esculturas del Sagrario y el relieve de La Anunciación. Se compone de banco, tres pisos y cinco calles, separadas por columnas, entre las cuales destaca un apostolado casi completo.

( Talla de Juan de Juni. Iglesia de Tudela de Duero) (*)

El conjunto del retablo mayor es bellísimo, un dechado de equilibrio y sencillez dentro de la complejidad de su contenido. Puro estilo castellano anterior al barroco, que aunque ya participa de su realismo, conserva los caracteres renacentistas que asumió el manierismo, de forma notable en su estructura.

En un retablo auxiliar, al fondo de la iglesia, cabe destacar una Virgen, obra de Juan de Juni, conocida como la Virgen de los Frutos, del siglo XVI, en la que se representa a la Virgen con el Niño y un ramo de frutas en su regazo. La Virgen tiene ese rostro rústico de mujer castellana típico de Juni, y el Niño en sus brazos compone la distorsión con que animaba sus tallas, en el estilo manierista que trataba de romper los moldes clásicos, asumiéndolos no obstante.

( Virgen con el niño, talla de Gregorio Fernández. Iglesia de Tudela de Duero) (*)

Además, en un trono exento junto al coro, hay una Virgen probablemente de las Candelas, con angelotes en la peana, obra de Gregorio Fernández, y en una pared próxima un extraordinario Calvario de escuela castellana, probablemente de algún discípulo de Juan de Juni, como acredita la corona de espinas de aspecto denso como las realizaba el gran maestro.

En un sepulcro de alabastro, obra de Esteban Jordán, descansan lo restos del obispo Alonso Velázquez, profesor de la universidad de Alcalá de Henares, confesor de santa Teresa de Jesús, obispo de Osma y consejero de Felipe II de España.

( Pedro de la Cuadra. Iglesia de Tudela de Duero) (*)

Pero lo que a mí más me ha impresionado es la Piedad que la guía que nos enseña la iglesia nos dice es de Pedro de la Cuadra, situada en un bonito retablo que vemos a la derecha del altar mayor, y que puede pasar tan desapercibida –tuve que advertir a los compañeros porque la guía, que lo hizo muy bien, no nos dirigió a ella- como la de Juan de Juni en la iglesia del Salvador de Simancas, también en ese mismo lado, para mi gusto lo mejor de esta iglesia. De la de Tudela de Duero no puede quizá decirse otro tanto, con los muchos tesoros escultóricos con que cuenta, y sin embargo la imagen tiene una fuerza y belleza que nos lleva a quedarnos admirándola tanto tiempo como en el retablo mayor.

En esta Piedad, el Cristo en brazos de su Madre se presenta con la cabeza muy caída, tanto como uno de los brazos en paralelo, al otro extremo, de sus piés, en esa postura tan típica de muchas Piedades góticas y flamencas, en una composición que parece inspirada en esos estilos también por los pliegues de la capa de la Virgen. Lo que quizá sea una inspiración manierista para subrayar el subjetivismo, en lugar de estilizar o retorcer como hicieran Alonso Berruguete y Juan de Juni respectivamente.

( Calvario de escuela castellana. Iglesia de Tudela de Duero) (*)

Pedro de la Cuadra es menos conocido, aunque tiene en Valladolid una obra muy representativa, el grupo principal del retablo mayor, también, de la iglesia de El Salvador, la Transfiguración, que procedente del retablo anterior se instaló en el retablo nuevo que se incluyó a mediados del siglo XVIII -se doró en 1756-. Pedro de la Cuadra talló este grupo en 1604.

Pero la gran obra de Pedro de la Cuadra en nuestra ciudad fue el desaparecido retablo mayor del convento vallisoletano de San Felipe de la Penitencia de monjas dominicas, que estuvo situado en el llamado «campillo de San Andrés», del que da cuenta, con buenas fotos aunque en blanco y negro, artevalladolid.blogspot.com, que nos cuenta que el escultor vallisoletano no vivía demasiado lejos del referido cenobio. Este retablo le fue encargado el 10 de diciembre de 1623 por D. Juan Gallego de Valencia y su cuñada Dª Mariana Salgado, viuda de D. Juan de Sabauza. Tenía una altura de 48 pies (13,74 m.) y 30 pies de ancho (8,40 m.), siendo su traza, cuya arquitectura ensambló Francisco Ruiz, conforme a Vignola. En el pedestal se disponían, en relieve, los cuatro doctores de la iglesia, el Nacimiento de la Virgen y la Visitación; en las hornacinas de las calles laterales, figuras de bulto redondo de Santo Domingo, Santo Tomás, Santo Catalina de Siena y Santa Inés de Montepulciano; en la calle principal la figura del apóstol San Felipe «de siete pies y medio de alto, porque sea superior a las cuatro figuras de los lados que estas han de ser de seis pies y medio de alto». En el ático, junto al Calvario, se disponían dos relieves de la Predicación de San Juan y su Degollación, rematados por dos Virtudes y flanqueados por los escudos de los patronos y en la puerta de la custodia, que ya no existía en 1960, talló un relieve de S. Juan Bautista con el cordero, colocándose en las dos hornacinas laterales figuras de San Pedro y San Pablo. Su precio se estipuló en 800 ducados, y se dieron tres años al escultor para su realización.

Una pena que ya no contemos con él. En todo caso da cuenta de la importancia de este escultor en su época y villa. Y de su buen hacer, esta Piedad de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Tudela de Duero, ya digo, una joya toda ella.

P.D. Después de colgar este post veo en la red un trabajo de don Jesús Urrea titulado “Escultores coetáneos y discípulos de Gregorio Fernández” en el que dedica un extenso apartado a Pedro de la Cuadra, del que dice hay una obra en la iglesia de Tudela de Duero, un San Francisco, por lo que me temo que la guía que nos indicó que la Piedad que tanto hemos ponderado es suya, se confundió de autor. Efectivamente el estilo de esta Piedad es muy anterior a las trazas manieristas de Pedro de la Cuadra, y desde luego la talla mucho mejor a la de este San Francisco, bastante tosca a juzgar por la foto que incluye el profesor Urrea, y que en la visita ni advertimos.

P.D. (2) Publicado este artículo, recibo un correo de doña Marta I. Vázquez Martínez, de la Oficina de Turismo del Ayuntamiento de Tudela de Duero, que fue la guía que nos explicó la iglesia de la Asunción –fenomenalmente a pesar del poco tiempo que le dimos-, en relación con mi comentario sobre la Piedad de Pedro de la Cuadra. Me explica amablemente de donde tomó tal atribución, de historiador de tanta garantía como Martín González, al que hemos dedicado más de un post en este blog, el principal con ocasión de su fallecimiento el 24 de julio de 2009. Mucho he agradecido a doña Marta su aclaración, y me congratulo de que se confirme que esta bellísima imagen se atribuye a Pedro de la Cuadra, que gana con ello muchos puntos en mi apreciación, debilitada a raíz de algún comentario menos favorable que de él hace el profesor Urrea en aquél artículo.

Me explica doña Marta que (…) “el dato de la autoría de La Piedad de Pedro de la Cuadra lo extraje de MARTÍN GONZÁLEZ J. J., Catálogo Provincial de Valladolid, Capítulo XVIII TUDELA DE DUERO (pág. 123), publicado por la Diputación Provincial de Valladolid. En esa parte del texto, a su vez se hace referencia a otra publicación suya: Atribuciones al escultor Pedro de la Cuadra. Boletín del S. E. A. A. 1964, pág. 292.

En el mismo catálogo, la imagen de San Francisco, que está en uno de los retablos de estilo salomónico, en concreto en el de la izquierda del retablo mayor, viene sin referenciar. Ese dato lo localicé en ese mismo estudio al que usted hace referencia de Jesús Urrea y a otro apunte que se hizo de Pedro de la Cuadra y que encontré en una publicación de Santovenia de Pisuerga.

Insisto en que es un poco complicado resumir tanta riqueza contenida en la Iglesia en ese breve espacio de tiempo y tenga por seguro que dejé muchos datos más sin poder explicar por falta de tiempo, tanto anecdóticos de la Iglesia, como artísticos, pero eso no significa que no los conozca”.

Además de agradecer sus explicaciones en la visita y esta aclaración posterior, siento hayan podido parecer negativos mis comentarios en el artículo, pero ya decía en él que “tuve que advertir a los compañeros porque la guía, que lo hizo muy bien , no nos dirigió a ella”, así que no estaba en mi intención queja ninguna sobre su intervención. Y me alegro mucho de que todo ello haya servido para destacar esta magnífica talla de Pedro de la Cuadra, que por cierto ha sido portada de la revista de nuestra Asociación, “El Mirador”, en el número en que, entre otras cosas, se daba cuenta de esta visita.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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