Apócrifo IV. 18. Por si fuera poco

Por Carlos de Bustamante

( Felicitación de Navidades del estudio de arquitecto Enrique Villar. Boceto del escultor Javier Martínez para la capilla del Santísimo de la parroquia de san Josemaría Escrivá en Burgos) (*)

Muy limitado el esclavito Tarsicio de conocimientos, le fueron más que suficientes los vividos junto a su Amigo Jesús, su nueva Madre Myriam y su padre y señor José; el esposo de Myriam. Todas sus dudas despejadas. Aclaradas. Supo, al fin, y no me cansaré de repetirlo, el porqué y para qué quiso Jesús, su Amigo, Dios, venir al mundo y morir en la Cruz de muerte tan ignominiosa como la que padeció. Fue el amor y sólo el amor a los hombres el motivo.

Con nuestros pecados personales luego -¡que háylos, oigan, que háylos!- y con el de nuestros primeros padres primero, ofendimos gravemente a Dios. Ofensa infinita, requería una infinita reparación. La que sólo Dios mismo podía llevar a cabo. Él sólo es infinito. Y lo hizo. Lo impresionante fue la forma de cómo lo hizo. Porque lo viví, y sin ser maestro de nada, me atrevo a decírselo. Antes, y si me lo permiten, un consejo.

Por muchos años que transcurran desde que me tomé el atrevimiento de relatar los hechos reales, cualquier persona de cualquier edad y época podrá revivir con la imaginación y el deseo de corredimir o al menos revivir estas mismas escenas. Tiernas unas. Terribles otras. Todas tan ciertas como que servidor y esclavito negro etíope se llama Tarsicio. Allá cada cual con su cada cuala si no me creen. Háganlo si les pete. Pero sepan, sin excusas falsas, que, al menos, quedan advertidos. Comenzó todo con un hecho tan sencillo como precioso. El misterio de la Concepción de Myriam. Lo escribió con sabiduría, que no era propia, no sé quién, pero es cierto, ciertísimo (¡si lo sabré yo!). Y así se lo digo:

“En las entrañas de la Virgen María formó el Espíritu Santo de la purísima sangre de esta Señora un Cuerpo perfectísimo, crió de la nada un Alma y la unió a aquel Cuerpo; y en el mismo instante a este Cuerpo y Alma se unió el Hijo de Dios; y de esta suerte el que antes era sólo Dios, sin dejar de serlo, quedó hecho hombre”. Luego vino todo lo demás que ya conocen. Igualito -casi- que lo conocido por Tarsicio. Por si lo escrito les pareciera poco, mediten, por fa esto, si les pete, claro. No tiene desperdicio ¡A ver…!


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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