Apócrifo IV. De victoria y fracaso

Por Carlos de Bustamante

( Resurrección. Pintura de Luis de Morales en la Iglesia de Santa María de Almocóbar, Alcántara, Cáceres. 107 x 145. Foto en pintura.aut.org ) (*)

Por primera vez en los últimos días, sonreí con inmensa alegría interior. Mi Amigo, mi Dios, Iahveh, Jesús, YO SOY, había vencido a la muerte. Los pobres e ignorantes, hipócritas fariseos, hicieron el mayor de los ridículos. Creían haber dado muerte al que, por pura envidia y orgullo heridos tanto odiaban; el mismo que nos y les había rescatado. Redimido del pecado y de la muerte eterna. De los suyos (de los fariseos), de los nuestros y los de la humanidad entera desde el principio de los tiempos.

El triunfo aparente de ver conseguido su objetivo: la muerte real de la humanidad de Cristo Jesús, fue, -y los pobres, ignorantes e hipócritas, no quisieron verlo ni saberlo-, sin embargo el más estrepitoso de los fracasos. Jesús, el Mesías, Jesucristo, fue a la vez su victoria y su derrota total. Porque ¡estaba vivo! Porque si murió Su humanidad -que ni aún eso-, Él vivía. ¡Había resucitado! “¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está muerte tu aguijón?”.

Como lo sabían, dieron una gran suma a los centinelas, para que mintieran. A su engreída victoria, que bien sabían no ser tal, los encima falsos y mentirosos se hicieron, pobres, acreedores del fracaso inmenso con la derrota. Y con él, la tremenda humillación jamás sufrida igual.

Tarsicio bailaba en la choza de alegría. Exterioricé lo que pensaba en mis adentros regocijados. Y no se pudo ver y saber tan claro como yo lo supe, porque lo vi. Por si fuera pequeño el fracaso de los hipócritas ignorantes, tampoco su humanidad había muerto como ellos creían. ¿No lo dijo claro del todo en la última cena?: “Esto es mi Cuerpo…, ésta es mi Sangre que será derramada por vosotros (también ellos) y por todos los hombres para el perdón de los pecados”. No sé por qué me vino ahora a la tinta y cálamo una expresión nunca oída y que no entendía: Así no se lo pusieron ni a Felipe II. La evidencia borró como por encanto -o sea, encantado- todas mis dudas que en un tiempo me mortificaron. El porqué y para qué, que tanto me había atormentado.

¡¡Tarsicio, Tarsicio, me dije, que no te enteras…!! Así de claro me lo pusieron.

A mi Amigo, el que en otro tiempo fuera Joshua, lo tendríamos siempre ¡y vivo! en Cuerpo y Alma, en la Sagrada Eucaristía con la “fracción del Pan” tras la Transustanciación. No creo, en fin, que a los hipócritas les quedasen ganas ni moral para pedir prórroga tras la goleada.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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