Por José María Arévalo
( Cristo de las Batallas que procesiona la cofradía de la Vera Cruz en Tordesillas ) (*)
Continuamos con los edificios religiosos desaparecidos en Tordesillas, hoy el Humilladero de El Cristo de las Batallas, al que dedica un importante recorrido el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid”, de los arquitectos vallisoletanos Juan José Fernández Martín, Francisco Pedro Roldán Morales, José Ignacio Sánchez Rivera y Jesús Ignacio San José Alonso, que venimos reseñando.
Humilladero de El Cristo de las Batallas
Estuvo situado al otro lado del Duero, orilla sur, a la salida del puente, marcando la separación de los caminos que se dirigían a Medina y a Salamanca. También se le llamaba el Humilladero de La Cruz, por ser la cofradía de la Vera Cruz su propietaria, tal como consta en la visita diocesana de 1623 ( Catálogo Monumental, Tordesillas, p. 198). R. L KAGAN) aunque hay noticias de ella desde comienzos del XVI ( Catálogo Monumental , Tordesillas, p. 305) atribuyendo su fundación a la Reina Juana durante su estancia en la Villa.
(E. FERNÁNDEZ TORRES p. 17) Un grabado del XVI nos lo muestra con planta cuadrada y espadaña. Hasta comienzos del XVIII, siempre se resaltaba el buen estado de la fábrica y su situación, fuera del casco urbano y al otro lado del puente. A fines de ese siglo, en 1771, ya aparece como Cristo de las Batallas y se recomienda ensanchar el altar al lado del Evangelio (Catálogo Monumental , Tordesillas, p. 201). En esta fecha se la asigna a la parroquia de San Pedro, cuando antes siempre se visitaba con la de Santa María.
El edificio fue destruido por los franceses durante la invasión napoleónica y reconstruido en 1824. A mediados del XIX, bajo la escueta de-nominación de El Cristo, se reunían al otro lado del puente la ermita, una fuente y un lavadero (P. MADoz (p. 117).
Poco después, en 1860, el cercano río Duero en una gran crecida se la llevó por delante, siendo restaurada al año siguiente por un comerciante local, D. Eusebio Rodríguez, en voto por la curación de su hija. Este último edificio llegó a ser descrito como de una sola nave y planta rectangular, fachada de piedra adintelada y espadaña de ladrillo rematada con bolas. Ante ella, un crucero de piedra que todavía se conserva (Catálogo Monumental , Tordesillas, p. 305).
En su interior albergaba un relieve de La Piedad de gran mérito junto a un San Jerónimo penitente del XVIII y la escultura titular de la ermita, un Cristo del XVIII en retablo neoclásico (Inventario Artístico de Valladolid y provincia, p. 281). Además eran notables una virgen y un San Sebastián del XVI, éste último quizá proveniente de la extinta ermita del santo narbonense que desapareció a principios del XVIII y se encontraba también al otro lado del río.
El edificio desapareció en la segunda mitad del XX, en parte por el abandono en que cayeron estos ritos y tradiciones en España y en buena medida por el empuje de las infraestructuras de carreteras, ya que el camino de Medina y el de Salamanca que allí se separaban habían llegado a convertirse con el correr de los años en sendas carreteras nacionales.
Aún llegó a verla Zalama a comienzos de los 80 ( M. A. ZALAMA RODRÍGUEZ, p. 187). En su interior se rotulaba, en uno de sus muros, la historia en verso del edificio (E. FERNÁNDEZ TORRES, p. 17):
El décimo sesto siglo, Dª Juana
del Reyno de Castilla soberana
cuando en la Villa su Palacio habita
con católica fe fundó esta ermita.
1811: Con sacnlego afán aquel Guerrero
que hizo temblar un día al mundo entero
apurando las furias de la Guerra
la Basélica real echó por tierra.
1824: Cansados un tanto los rigores
de ipócritas, ingratos y opresores
se pudo ver la ennita reparada
y el santísimo Cristo en su morada.
1860: La inundación mayor de que hay memoria
de su casa espulsó al Rey de la gloria
y aunados a la vez los elementos
la destruyen después por los cimientos.
1861: Aurea, de tierna edad, niña inocente
se hallaba ya a las puertas de la muerte
y su padre en el cielo confiado
la encomendó al Señor crucificado.
Actualmente pueden ser vistos, en un jardincito del puesto de la Cruz Roja inmediato, la Cruz que ante la puerta estaba y varios restos pétreos de bolas y pirámides que debieron coronar la espadaña. Detrás, junto al transformador eléctrico, yace el resto en una escombrera.
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(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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