“Grandes Maestros” en el Lourdes

Por José María Arévalo


( Vela Zanetti. Canpesino. 1980 ) (*)

“Grandes maestros en pequeño formato” es el título completo de la exposición que el pasado día 13 inauguró el vallisoletano Colegio Lourdes en una de sus aulas, la vigésimo octava exposición de arte, una más en la ininterrumpida labor del colegio todos estos años, y de la misma o mayor calidad a la que nos tiene acostumbrados su realizador, el profesor Miguel Ángel García, que gracias a tantísimos contactos de coleccionistas privados con que cuenta, sin duda muchos de antiguos colegiales, buenos conocimientos y exquisito gusto, consigue estas muestras extraordinarias . Estará abierta hasta el próximo lunes día 30.

Del magnífico y completo catálogo que, además, nos proporciona el Colegio, hemos seleccionado, para ilustrar este artículo, las fotos de las obras que más nos han gustado, dentro de los límites del blog, las de José Moreno Carbonero, Julio Romero de Torres, José Navarro Llorens, José Gutiérrez Solana , Isidre Nonell, Óscar Domínguez , Juan Barjola y Vela Zanetti , pero hay otras muchas a destacar bien por su belleza o creatividad bien por la relevancia de sus autores, aunque se trate de muestras menores de su arte, como los dibujos de Picasso, Miró y Dalí o las dos pequeñas esculturas de Venancio Blanco, e incluso una de Tápies, para nuestra sorpresa muy realista, un pequeño atijo realizado en bronce . En conjunto, un recorrido parcial pero muy interesante por el arte del siglo pasado en nuestro país.

Así que en el catálogo, Daniel Díaz, director de invertirenarte.es, aprovecha el hilo de la exposición para hacer un recorrido por lo que fue la historia artística de ese siglo, en un artículo que por su gran interés vamos a reproducir. Antes se extiende en algunas reflexiones “más en la línea educativa que en la propiamente artística” realizadas “con e! cariño y la gratitud debidos a algunos de mis maestros”. Vamos directamente a lo que dedica a la exposición.

( José Moreno Carbonero. Príncipe Carlos de Viana) (*)

“La obra más temprana de la exposición –escribe Daniel Díaz-, probablemente sea la de José Moreno Carbonero, que presenta al Príncipe don Carlos de Viana recluido en una biblioteca; boceto por cierto de calidad indudable -no hay más que fijarse en el rostro desencantado del personaje histórico o en el perro fiel a los pies del amo- del gran lienzo que posee el Museo del Prado, fechado en 1881. Hijo primogénito del rey Juan II de Aragón y de Blanca de Navarra, y heredero de ambos reinos, Carlos de Viana fue repudiado por su padre en beneficio de su hermano, Fernando el Católico. Por su popularidad en Cataluña, Fernando le obligó a retirarse de la vida pública, momento que queda inmortalizado en el cuadro donde un resignado don Carlos se entrega a la lectura y el estudio en la biblioteca del convento napolitano donde se refugió, acompañado únicamente por su perro.

Por esas fechas debió pintar Darío de Regoyos la tablita que muestra un breve paisaje de labranza, con iglesia y molino de viento incluidos, y que debemos situar en su larga estancia de formación en Bruselas, donde permaneció largos periodos hasta la década de 1890. Pintura de signo ya muy diferente, los nuevos tiempos modernos se pueden apreciar en su pincelada breve, sin el dibujo y el estudio que hemos visto en la pintura de historia anterior. Años más tarde ya, en 1888 para más señas, viajó por España con el escritor Verhaeren, en lo que sería el germen del gran libro conjunto España negra.

( Julio Romero de Torres. Joven con manzana) (*)

Algo de ese mundo atascado en el pasado es lo que parece respirarse en los breves pero siempre incisivos dibujos del catalán Isidro Nonell; de hecho, en 1894 comenzó a pintar cretinos, y dos años más tarde viajaría con Ricardo Canals a Caldas de Bohí para pintar esos paisajes y, sobre todo, esas pobres gentes con enfermedad congénita. Aunque sea adelantar en años, ese testigo terrible es recogido con grandísima lealtad por José Gutiérrez Solana; pintura de calidad, desgarrada, en colores negros y pardos donde el blanco brilla más por el contraste, sólo el recuerdo de sus visiones hace que un escalofrío recorra nuestra espalda, como cuando nos detenemos ante Goya y su asombroso y potente mundo interior.

Frente a ese mundo apagado, surge la figura en Levante de Joaquín Sorolla y de los pintores de la luz, del que José Navarro Llorens es un más que digno representante. No estamos ante la pincelada larga y amplia de Sorolla, sino más bien ante la mirada por lo preciso expuesta en breve toque empastado, por el color cambiante y rápido, realizado sin dibujo, de Llorens.


( José Navarro Llorens, Gitano descalzo) (*)

La otra gran alternativa a ese mundo es la de Julio Romero de Torres y su mujer morena, de ojos grandes y penetrantes, de boca fina y labios apretados, de amplios silencios llenos de palabras que emergen por la mirada; la manzana nos transporta al paraíso perdido, y cada mujer vuelve a ser, de alguna manera, Eva.

Viene luego el cubismo y comienzan los ismos, las distintas vanguardias aprendidas en París por los grandes que están al tanto de lo último, y que las traen a nuestro país. La tradición vestida ya de modernidad se refugia en la Escuela de París; y aunque esbocen esfuerzos, su pintura sólo muestra cambio en la superficie. Son los Hernando Viñes, Francisco Bores, Emilio Grau Sala, etc. Ejemplos hay de ellos en la exposición para apreciar ese cambio más superficial, esa mirada que tiende a la abstracción, pero que sigue anclada en el pasado. Destaca, de entre ellos, por cierto, el magnífico y delicado dibujo de Antoni Clavé fechado en 1943.

( José Gutiérrez Solana, En la taberna.) (*)

En cambio, los más vanguardistas beben en las fuentes de aguas puras de Picasso, Miró y Dalí. Allí ha evolucionado el cubismo y si se mezcla con la mirada surrealista, tiene en el canario Óscar Domínguez una referencia inexcusable; tanto la brutal presencia del Revólver con una pajarita de papel al Iado, como su ya más abstracta visión del mundo del toreo son muy dignas de mención expresa. O si ha tendido unos derroteros más internacionales, nos encontramos con la producción desigual pero genial a veces de Manuel Ángel Ortiz.

Pero si buscamos lo sorprendente, un mundo de sueños y de absurdos, la figura que nos sale al encuentro es Salvador Dalí. Un ojo convertido en reloj que marca el tiempo mientras unas lágrimas que realmente son hormigas caen sin parar; escena cambiante no es más que la vida que nos rodea, como el rostro construido a base de unir puntos que nos ofrece Jean Cocteau (pálido reflejo de sus exquisitas películas Orfeo, y La bella y la bestia).

( Isidre Nonell. Pidiendo limosna) (*)

En términos amplios, el paso a la abstracción en nuestro país se produce con Dau al Set, y pocos años después con El Paso, puesto que la aventura hacia la abstracción de Alberto Sánchez (buen ejemplo es su Pájaro bebiendo) poco duraría por su exilio a la URSS tras la guerra fratricida. Manuel Hernández Mompó, Luis Feito, Martín Chirino, Eusebio Sempere o Gerardo Rueda son nombres vinculados a ese mundo ya abstracto, alejado de la semejante propuesta americana y lírica, vinculada al color, de José Guerrero y de Esteban Vicente.

Pero no todo es abstracción; la figuración desgarrada también ha tenido en nuestros artistas una veta inagotable. Un ejemplo de ello son las Tauromaquias de Juan Barjola (en escultura quizá Venancio Blanco tenga algunos puntos en común), y en menor medida, los campesinos de manos fuertes y agrestes de José Vela Zanetti.

( Óscar Domínguez. Revolver ) (*)

En escultura, tras los avances de Julio González y Pablo Gargallo, la renovación total viene de la mano de los vascos por antonomasia: Jorge Oteiza y Eduardo Chillida, rigor intelectual sin concesiones del primero, y magia poética en el propio material y en las forma del segundo; en ellos bebe la escultura española de la segunda mitad del siglo XX: José Luis Sánchez, Vela Zanetti, Faustino Aizkorbe, Néstor Basterrechea o, más actualmente, Carlos Albert.

( Juan Barjola. Tauromaquia ) (*)

Todo esto es una parte muy breve de lo que puede descubrir el visitante de la exposición. Estas líneas tratan de ser simplemente unos esbozos, unas ideas sugeridas a vuelapluma que se deberán completar con la contemplación personal, que exigirá esfuerzo, sin duda. Es lo que debe poner de su parte el visitante, como dice el último premio Velázquez de las Artes Plásticas, Isidoro Valcárcel Medina: «Si el espectador desea disfrutar del arte, debe dar primero el callo».

Pedro Salinas, en La voz a ti debida, escribió; “Perdóname por ir así buscándote/ tan torpemente, dentro/ de ti. / Perdóname el dolor, alguna vez. / Es que quiero sacar/ de ti tu mejor tú”. Ésta debería ser la nota característica de un educador, padre o maestro: ver la estatua donde otros sólo ven un trozo imposible de mármol informe. Y a ello ayuda, sin duda, esta exposición porque como decía Gustav Mahler: ‘Lo mejor de la música se encuentra detrás de las notas’.”

Y a continuación recoge el catálogo un apartado de Lecturas recomendadas:
– Íñigo Pirfano, Ebrietas. El poder de la belleza, Encuentro, 2012
– Íñigo Pirfano, Música Inteligencia musical, Plataforma editorial, 2013
– Catherine L’Ecuyer, Educar en el asombro, Plataforma editorial, 2012
– Catherine L’Ecuyer, Educar en la realidad, Plataforma editorial, 2015


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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