El relativismo en arte. 2. El canon occidental

Por José María Arévalo

( La Esperanza. 1302-1305. Fresco de Giotto ) (*)

“Son muchos los pensadores – concluíamos en el artículo anterior sobre la conferencia que impartió el pasado 8 de octubre, en la Casa de Cervantes, don Javier López de Uribe y Laya, académico de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, como lección inaugural en la solemne apertura del Curso Académico 2015-2016, y que estamos reseñando- que en el campo del arte se propusieron defender los valores objetivos de calidad artística, como fue el caso del profesor inglés Ernst Hans Gombrich, quien ya en los años setenta se percató de que el gran peligro que se cernía sobre el arte era el relativismo, publicando desde entonces una serie de artículos y libros en defensa del canon occidental en el arte”.

En efecto, y tras un primer capítulo que tituló “El relativismo en arte”, el arquitecto López de Uribe abordaba un segundo capítulo sobre “El canon occidental”, que iniciamos ya en el artículo anterior. “El profesor Carlos Montes –continuó el Académico-, catedrático de la Escuela de Arquitectura de Valladolid, realizó un pequeño estudio sobre el canon en la pintura y la arquitectura, mediante entrevistas a varios profesores universitarios, llegando a la conclusión de que existe un cierto consenso sobre cuáles son los mejores pintores de la tradición occidental ( Cfr. Carlos MONTES SERRANO, “Un posible canon de los dibujos de arquitectura de la modernidad”, en EGA: Revista de Expresión Gráfica Arquitectónica, nº 16, Valencia 2010, pp. 44-51. Debo agradecer al profesor Carlos Montes haberme ayudado en contrastar muchas de estas ideas y comentarios)”.

“En un artículo en el que resume sus conclusiones, se atreve a elaborar un listado de los diez grandes pintores, entre los que se encontraban: Giotto, Jan van Eyck, Leonardo, Miguel Ángel, Rafael, Tiziano, Rubens, Velázquez, Rembrandt y Picasso. Como sucede en todo listado tan acotado, el profesor Montes se plantea la dificultad de dejar fuera a algunos pintores que reúnen todos los honores para ocupar un puesto en ese Olimpo, como pudieran ser El Greco, Caravaggio, Vermeer o Goya ( La mayor duda estaría entre Goya y Picasso, ya que ambos revolucionaron el arte de su siglo. Buscando en Google imágenes, se puede deducir que Picasso es más conocido y popular, ya que se encuentran unas 3.790.000 imágenes, mientras que de Goya unas 1.890.000).

( Picasso. Mujer con los brazos cruzados.1923 ) (*)

El anterior listado es objetivo, ya que cabría contrastar su validez mediante encuestas a entendidos, profesores o expertos en museos, o incluso mediante un estudio estadístico de las imágenes y de la amplitud de texto que dedican los manuales de historia del arte a uno u otro artista. De hecho, en su defensa de la objetividad frente al relativismo, el profesor Gombrich, durante su breve estancia en España el año 1992, se atrevió a afirmar –con la autoridad que le otorgaba los años y las distinciones recibidas de todo tipo–, que consideraba a Velázquez como el mejor pintor de todos los tiempos, y al Museo del Prado como el mejor museo de pintura (Debo esta cita al profesor Carlos Montes. Con ocasión de una entrevista en el diario “El País“ -Babelia, 19 de octubre de 1991-, el historiador Ernst H. Gombrich comentaba sobre la tradición pictórica española: “Creo que Velázquez es el mejor pintor de toda la historia […] y El Prado el mejor museo del mundo. Una vez, comiendo con el director del Fitzwilliam Museum de Cambridge llegamos a la conclusión de que no hay en el mundo nada comparable. Tiziano, El Greco, Velázquez, El Bosco… Es increíble”).

La moda de los listados

Y aquí introduciría otro concepto en esta conferencia: el tema de los listados. En nuestro día nos encontramos con listas de todo tipo, tanto en las páginas webs, como en los libros que se nos ofrecen año tras año en las librerías: los 100 mejores hoteles, los lugares que no debemos dejar de visitar alguna vez en la vida, los 100 mejores restaurantes, los mejores museos, las obras literarias indispensables, las 100 mejores películas de toda la historia.

Muchas veces se ha criticado esta moda de los listados, que ha crecido de forma abrumadora desde el cambio de siglo, por superficial, oportunista o de consumo fácil. Sería una consecuencia de las nuevas tecnologías, que nos van imponiendo un saber simplificado, accesible y breve, tal como apreciamos en la enciclopedia Wikipedia. Pero el profesor Umberto Eco ha demostrado en su libro El vértigo de las listas, que esto no es del todo cierto; que la elaboración de listados es algo muy propio de la cultura occidental, ya que un listado es un mapa de conocimiento que nos ayuda a comprender nuestra cultura. Tal es así que Umberto Eco ha llegado a afirmar que en los listados se encuentra el origen de la cultura, de la historia del arte y de la literatura, pues los listados no tienen otra función que imponer un orden al conocimiento, hacer que el mundo que nos rodea sea más comprensible (Umberto ECO, El vértigo de las listas, Lumen, Barcelona 2009.

( Jan Vermeer de Delft. La Encajera. 1669-1670. Óleo sobre lienzo. 24 x 21 cm. Museo del Louvre ) (*)

Por otra parte, el listado es provocativo e incita a profundizar en el conocimiento. Por ejemplo, en el anterior listado de los mejores pintores, alguien podría argumentar que Goya o Vermeer deberían estar en esa selección en vez de Rubens, un pintor que hoy día tiene menos aceptación del público, en especial por sus grandes y abigarradas pinturas de relatos mitológicos que la mayoría de la gente es incapaz de interpretar.

Los listados siempre han existido. Cicerón, el gran orador romano, no sólo elaboró un listado de los grandes oradores, sino también el canon o listado de los mejores artistas de Grecia. Lo mismo hizo Plinio el Viejo en su Historia Natural, la principal fuente de noticias sobre el arte de la Antigüedad (Cfr. E. TORREGO (edición a cargo de), “Plinio”. Textos de Historia del Arte, Visor, Madrid 1987). O ya en el Renacimiento, Giorgio Vasari, en su famosa obra Vidas de los más excelentes artistas ( GIORGIO VASARI, Las Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos, Cátedra, Madrid 2002), editada en 1550, con la que consagró la idea de progreso creciente en el arte italiano desde Giotto a Miguel Ángel, formulando así el primer canon artístico occidental. De hecho, toda historia del arte o de la arquitectura se ordena a partir del listado de los artistas que seleccionamos o de las obras artísticas que deseamos comentar.

Es más, si lo pensamos bien, las grandes colecciones artísticas que se han ido formando en Europa –muchas de ellas con origen en las casas reinantes–, siempre han pretendido reunir una muestra significativa del mejor arte. Y los grandes museos, como el Prado, el Louvre, la National Gallery de Londres o el Metropolitan de Nueva York, han tenido un permanente interés en aumentar sus fondos con obras de artistas o estilos que cubrieran los episodios más relevantes de toda la historia del arte.

Por ello siempre he considerado que el primer gran canon o listado de las mejores obras del Museo del Prado se encuentra en un libro popular, escrito en 1922 por el Académico de la Lengua y de Bellas Artes de San Fernando, Eugenio D’Ors, titulado Tres horas en el Museo de El Prado; un libro escrito para aprender, disfrutar y amar las grandes obras de pintura que alberga nuestro museo nacional ( Eugenio D’ORS, Tres horas en el Museo del Prado, Tecnos, Madrid 2004)”.

En el tercer artículo sobre esta conferencia entraremos de lleno sobre las que el Académico López de Uribe considera sus diez obras maestras de la National Gallery de Londres

(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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