El rezongón. Diferente perspectiva con el paso de los años

Por Carlos de Bustamante

( La patrulla. Óleo de Ferrer-Dalmau) (*)

“En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”. Dicho en parte por William Sakespeare, por Pedro Calderón de la Barca luego y después por nuestro Pedro de Campoamor. Unido, muy de lejos, a tales “figuras”, hago una pirueta ¿literaria?, para rezongar sobre el tema de hoy. No diré cristales, ni colorines, ni verdades, ni mentiras, ni traiciones del mundo…Digo nada más, que cuanto vivimos hoy tiene notables diferencias con lo vivido “ayer”. Que el paso del tiempo hace que la perspectiva de los hechos sea a veces, como el hombre y la mujer, igual en la diversidad. Diferente perspectiva con el paso de los años.

Item digo con ejemplos concretos: Los dogmas de Fe en la Iglesia católica -que cito por ser mayoritaria en España- contenidos en el Credo, por muchos años, épocas, siglos y tiempos que pasen ¿no son y seguirán inmutables? Hay, sin embargo algunas costumbres, artes y tradiciones, que aun conservando la esencia fundamental, pueden variar con luces y sombras (dígalo nuestro foramontano J.M. Arévalo) que las dan diferente perspectiva con matices introducidos no a gusto del consumidor, sino por quien puede y le corresponde con el paso de los tiempos, que marcan diferentes estilos.

¿Acaso los cristianos podremos modificar algo en cuanto al dogma o a lo definido por el Papa en Concilio o cuando habla ex cátedra? Y enormemente arriesgado, digo en mi opinión, saltarse a la torera las definidas como “verdades de fe” (seguimos referido a la Iglesia católica).

Alusivo al tema de lo opinable, que es lo propio del Rezongón, sí digo, que me produce extrañeza que la conveniencia, el capricho o las modas, influyan en tantas personas que, con buena fe, supongo, pero escasa formación, o conciencia deformada, hacen suyas las desviaciones a leyes escritas. Las que con la legalidad que da el gobierno legítimo de una nación por ej., son contrarias a disposiciones del Magisterio de la Iglesia para los católicos o a la ley natural para todos, que nace escrita en la esencia del ser humano en cuanto viene al mundo. Paraíso éste – porque “aquí bajo” no hay otro- creado “para que lo trabajara y custodiase”.

No es dogma por muy legal que sea, porque sería una idiotez que figurase entre ellos, el que un hombre se case, ¡naturalmente!, con una mujer. Porque es tan de ley divina y de derecho natural, que, con todos los respetos, pero sin pelos en la lengua, insisto en repetirlo como lo he llamado: idiotez lo contrario.

Es posible, digo, que, por muy diversos motivos que no soy quien para enumerar pero que háylos, que haya quien tenga una orientación tergiversada a la ley natural. Pero digo también, que son millones de ejemplos en los que, sobre el particular, la naturaleza es “mater et magistra”.

Saben los que conocen a este rezongón, que hablo (escribo) con conocimiento de casusa. Desde que, rezongando tengo uso de razón, he visto cómo tanto en la vida animal como en la vegetal, está todo tan bien hecho, que para la renovación y subsistencia de las diferentes especies o familias son precisos macho y hembra. Sin fecundación -necesariamente de diferente sexo-, jamás he visto vidas nuevas. Ni en animales, ni en plantas. Pues héteme aquí, que surgen sabios (¿) con más de un tornillo flojo en el sabio cerebro, van y nos dicen que por afirmar lo contrario a sus increíbles teorías, nos llaman homófobos a los que diferimos de sus opiniones. Me parece, pues, un tal sinsentido que con el mayor respeto, incluso afecto sincero a alguno de esos pobres, les ruego me perdonen los tales, que lo vuelva a calificar de idiotez; democrática -dicen-, pero democrática y supina idiotez.

Para salir del ámbito por el que a veces se le acusa al Rezongón de “pío”, me pete citar algunos otros ejemplos:

No hace muchos años la disciplina militar ordenaba vestir de uniforme aún fuera de los cuarteles. A ningún cadete en las Academias -en el caso del Rezongón- o soldado en general, se le permitía traspasar el cuerpo de guardia vestido de paisano. Los tiempos -¿pasados?- del terrorismo hicieron obligado el cambio de la norma por la contraria. Cuando el interrogante deje de serlo, ¿volveremos a la costumbre anterior…? Cierto que el uniforme por la dignidad del que lo llevaba y lo que representa, obligaba a un comportamiento especial en la calle y lugares públicos. Comportamiento primero recibido en nuestra formación académica; y similar al que cuidadosamente transmitimos luego a los soldados que nos fueron encomendados, para formación militar y a la vez sin que difieran en lo fundamental, formación ciudadana. ¿No serán, insinúo, estas carencias, evidentes en gran parte de la “ciudadanía” actual, fruto de esta falta de formación? ¿O no será la práctica supresión de uniformados en la calle, que la casi total libertad en el anonimato del paisanaje ya no obliga al comportamiento “sostenido y decente”?

Sin extenderse más porque es preciso evitar el “rollo macabeo”, ¿no podrá hacerse extensivo este “fenómeno” a los/las que debiendo ir uniformados/ as con el traje talar o hábito pasan inadvertidos donde ni de paisano o uniforme debieran estar? ¿O será que también para ellos/as existe el peligro del terrorismo? En cualquier caso ¿podrá saberse –y con esto finalizo en lo que nadie “me dado vela en ese entierro”- quién ha dado tal orden que no veo ni en el sabelotodo Google? Y cómo no, que conste que no pretendo aconsejar; yo… digo nada más.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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