El Rezongón. Paternidad responsable

Por Carlos de Bustamante

( Paternidad. 1971. Óleo de Pablo Ruiz Picasso, propiedad de los Herederos de Jacqueline Picasso. Pintura.aut.org. 146 x 114 ) (*)

Debido al progreso imparable de la técnica informática o electrónica, los mayores “andamos más desorientados que un pulpo en un garaje”. Iniciados en estos inventos, recurrimos con frecuencia a la sabelotodo Wikipedia o al no va más de Google.

Sin embargo hay materias en las que sólo el hombre es capaz de entender y “poner por obra” lo entendido. Aunque por lo general se diga que “hombre refranero hombre puñetero” (sin que tenga nada claro el significado) , en el caso presente de responsabilidad nada ni nadie como el padre y la madre –natural e indefectiblemente macho y hembra-,para desarrollar este rezongón.

Padre, y a mucha honra, de siete hijos y sobrino de los quince hijos de mis abuelos- indefectiblemente macho y hembra-, si no con total indefectibilidad, sí creo que pueda opinar con conocimiento de causa.

Aunque hayan transcurrido cincuenta y ocho años de la fecha en que mi mujer y yo contrajimos matrimonio canónico, recordamos como si hubiera sido hoy el compromiso adquirido ante Dios de la pregunta que nos hizo el sacerdote y de nuestra respuesta:

-“ ¿Estáis dispuestos a recibir de Dios `responsable y amorosamente´ los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?

-Sí, estamos dispuestos”.

Ninguna novedad, pues, ni cambio alguno a lo manifestado por S.S el Papa en su viaje a Filipinas. Y aunque algunos se empeñen en tergiversar sus palabras, no es novedad, digo, aquello de que “no se trata de tener hijos como los conejos”. Con el compromiso de lo que atañe al título, repito: “¿Estáis dispuestos a recibir de Dios `responsable y amorosamente´ los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia? Una vez más digo, que “para nada” tiene que ver este compromiso con lo de los conejos, y sí mucho – o sea, todo- con la paternidad responsable. Y porque dijimos “Sí, estamos dispuestos”, me permitirán que de nuevo traiga a colación lo manifestado al respecto por S.S. el Papa Francisco:

“Una sociedad de hijos que no honran a los padres es una sociedad sin honor, cuando no se honra a los padres se pierde el propio honor. Es una sociedad destinada a llenarse de jóvenes ávidos y codiciosos.

Pero, también una sociedad avara de generación, que no ama rodearse de hijos, que los considera sobre todo un preocupación, un peso, un riesgo, es una sociedad deprimida. Pensemos en muchas sociedades que conocemos aquí en Europa, son sociedades deprimidas porque no quieren hijos, no tienen hijos, el nivel de nacimiento no llega al 1 por ciento.

¿Por qué? Cada uno que lo piense y responda. Si se mira una familia generosa de hijos como si fuera un peso, hay algo que no va bien. La generación de los hijos debe ser responsable, como enseña también la encíclica “Humanae Vitae” del beato Papa Pablo VI, pero tener más hijos no se puede convertir automáticamente en una elección irresponsable. Es más, no tener hijos es una elección egoísta. La vita rejuvenece y adquiere energías multiplicándose: ¡se enriquece, no se empobrece! Los hijos aprenden a hacerse cargo de su familia, maduran en el compartir sus sacrificios, crecen apreciando sus dones. La experiencia feliz de la fraternidad anima al respeto y el cuidado de los padres, a quienes debemos nuestro reconocimiento.

Para desengrasar y como anécdota familiar les informo al recordar hasta qué punto mis abuelos al aplicar la disciplina en familia tan numerosa, ejercían la paternidad responsable. Llegada la hora de las comidas y una vez tomado asiento los padres, acudían a la mesa (enorme por supuesto) los quince o cuantos hijos estuviesen presentes. Bendecida, como siempre, la mesa “y los alimentos que por tu mano generosa vamos a tomar”, todos, como siempre, esperaban a que, servidos, comenzara la madre. Si alguno de los de la numerosa prole, llegaba tarde, sólo comía lo que correspondía al turno del “plato” al que llegasen los demás; pero nunca lo servido e ingerido antes por los presentes a la hora convenida para desayuno, comida, merienda o cena. Autoridad no reñida con el diálogo atento por los motivos causantes de la tardanza. Para mejor comprender tan severa disciplina, les digo lo que expresaba el viejo coronel artillero:

-No, si aunque me veáis así, “yo he roto murallas”.

Con lo relatado anteriormente y la posterior anécdota incluida, que conste que no pretendo aconsejar; yo… digo nada más.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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