El Valladolid modernista. 2. La Casa Luelmo

Por José María Arévalo

( La Casa Luelmo) (*)

La Casa Luelmo es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura modernista vallisoletana, dentro del denominado art nouveau. Fue construida a principios del siglo XX, entre 1907 y 1912, según los planos firmados por el arquitecto vallisoletano Antonio Ortiz de Urbina y por Rufo Luelmo. Antonio Ortiz de Urbina y Olasagasti, que nació en 1854 fue el último maestro de obras que tuvo Valladolid y uno de los últimos de toda España, estuvo en activo hasta 1936 y falleció en 1940.

La web Vallisoletvm (en un post del 6 de junio del 2010) ofrece un buen resumen de su historia y características. “La casa tiene una superficie de 1.000 metros cuadrados, repartidos en tres plantas, una torre mirador de dos alturas más que el resto de la construcción, una capilla neogótica anexa y un sótano. Aunque ahora la edificación se encuentra en medio de uno de los nuevos barrios de la capital, Parque Alameda, en su momento la casa estuvo rodeada por la finca en la que se extendía la granja Minaya, propiedad de José María Luelmo.

La casa no sufrió grandes transformaciones hasta 1956, año en el que se la sometió a una importante reforma interna y se la dotó de un sistema de calefacción. La propiedad de la casa, tras el fallecimiento del intelectual en 1991, pasó a manos del Ayuntamiento que se lo cedió a la Junta de Castilla y León el 18 de febrero de 2003, para que se convirtiera en la sede de la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León.

Después de su restauración realizada entre los años 2004 y 2006, según el proyecto del arquitecto Marco Antonio Garcés, conserva las cerámicas o las tejas y escamas de sus tejados, que salieron de la antigua fábrica de cerámica vallisoletana de D. Eloy Silió. Sus estancias ahora albergan: oficinas, almacenes, salas de reunión, salón de actos y una biblioteca. Actualmente la Casa Luelmo es la sede de la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León y de la Fundación Jorge Guillén.

( La Casa Luelmo de noche) (*)

La Casa está situada, como ya hemos dicho, en el barrio de Parque Alameda, a unos 200 metros del centro comercial Vallsur.”

Recogemos también “El palacete de José María Luelmo”, magnífico artículo que publicara nuestro tan recordado Godofredo Garabito en El Día de Valladolid del 19 de agosto de 2009, en su serie “Al aire de mi aire”.

“En estos días, es noticia política la reforma del que fuera domicilio de D. José María Luelmo. Villa Paulita vuelve a brillar en todo su esplendor como cuando viviera el poeta Luelmo y su familia. Este edificio está destinado para ser sede de la Fundación de Patrimonio. Nunca más acertada ocupación a una casa-palacete, a la que tuve acceso por aquellas décadas de los años 80-90 del siglo pasado. Siempre era una cita con la elegancia y caballerosidad, el buen gusto y la cordialidad más refinada.

Atardecía cuando me dispuse a traspasar una vez más el umbral de la villa. Hacía poco que el gran vate y académico de las Artes de la Purísima Concepción había fallecido y necesitaba unos datos para rendirle homenaje póstumo a través de una sección necrológica en dicha academia, dado que fue miembro de número de la misma. En dicho homenaje intervine junto a los también académicos ya fallecidos D. Juan José Martín González y D. Antonio Corral Castanedo. Ambos, de amplio prestigio literario y académico, se han merecido y se siguen mereciendo un reconocimiento institucional por parte de Valladolid.

( Fachada de la Casa Luelmo) (*)

Era crudo invierno. Dado que el palacete estaba situado en una amplia finca de agricultura y avicultura, se acusaba más el frío invernal, pero en el interior de la estancia se notaba un calor de familia de buen gusto y todavía con olor a Navidad, recientemente celebrada. Junto a los grandes ventanales de la estancia pendían grandes cuadros, que además de mostrar la Castilla vista y soñada por García Lesmes, constituía una amplia galería de excelentes firmas nacionales e internacionales, incluso norteamericanas de distintas épocas. No podía faltar en mi visita la presencia de Margarita, señora viuda de Luelmo. Ella, con su natural elegancia y exquisito trato, me condujo por las distintas dependencias hasta el despacho del ilustre poeta y hombre de empresa. La luminosidad del ambiente, la ordenada y rica biblioteca, una hilera de recuerdos de sus viajes a través del mundo, así como fotografías familiares, incluso las de los Príncipes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, cuando fueron huéspedes de dicha estancia. Y seguían esculturas de la escuela castellana, títulos y condecoraciones.

Todo esto hacía de este despacho un santuario del refinado gusto y de la distinción, acreditando y reflejando la gran personalidad intelectual de José María Luelmo y su familia, en la que ya habían empezado a florecer los nietos. Cabe destacar que cuando mi hija Pilar fue reina de los juegos florales de la Unión Artística Vallisoletana, celebrados en el Teatro Lope de Vega, una nieta de Luelmo fue dama de honor de los mismo, junto a mi hija pequeña Paloma y dos nietas del gran poeta Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña.

Pero he de centrarme en ese emocionante encuentro con las estancias habituales del poeta. Sobre su mesa de trabajo, en el lugar habitual, estaban las gafas, donde él las solía tener, sus plumas estilográficas y su último libro de poemas, titulado «Salvaciones y creencias». Margarita me permitió tomarlo para que, a través de él, descubriera esos conceptos líricos de un hombre que, aún hecho eternidad, seguía siendo poeta. Miradas entrecortadas de emoción se cruzaron entre Margarita y quien dedica este homenaje en su memoria. Porque el hálito del vate seguía presente entre esas páginas que fueran dedicadas a la Madre Teresa de Calcuta, Premio Nobel de la Paz en 1979.

Este poemario se compone de cuatro partes: Salvaciones, Creencias, Palabras y Navideñas. Cualquiera de ellas fue suficiente para descubrir al lírico, al hombre de fe y, sobre todo, al hombre humano, cuyo humanismo no solamente trascendió en vida sino que, a través de su obra y su estancia hoy remozada, sigue siendo actualidad y ejemplo a seguir. No he querido tocar su figura empresarial, pero sí destacar que fue presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Valladolid, así como de la Feria Internacional de Muestras. Por todo esto, la figura de Luelmo, sería doblemente significativa sin glosar más su poesía por imperativo del espacio. Fue y es un poeta contemporáneo, porque ese ejemplo vital nos ha hecho sentir, una vez más, la nostalgia de aquellos años, de aquella vivencia, de aquella familia a quien recordaré siempre con gratitud, reconociendo que, a pesar del frío invernal que padecíamos aquel día que visité por última vez Villa Paulita, en mi interior se notaba el calor de familia y el aura intelectual como un anticipo de una eterna primavera que, en el decir de Góngora, es del año la estación florida.”


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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