Carta entre amigos. II

Por Carlos de Bustamante

Aunque vaya este artículo mío – nº más de 1.500, creo, en nuestro blog Tres Foramontanos en Valladolid- dentro de la serie “El Rezongón”, omito deliberadamente tan jocoso (¿) “mote” del autor, porque no está el horno para bollos.

Me refiero al artículo que permanece en este blog, cuando se busca en Google de Periodista Digital, desde hace meses o años. “Carta entre amigos” fue realmente una carta o correo (e ´mail creo que lo llaman) dirigido a uno de mis mejores- si no el mejor-amigos como lo es Jesús Baeza. El amigo del alma que se nos fue a un mundo mejor hace tan solo unos días. Murió como había vivido: dejando la alegría de sus dichos y temas siempre positivos de una conversación que nunca deseábamos que finalizase. Se llama “sólo” Jesús y fui yo quien le añadí Ángel.

Pasamos juntos varios años y los días más veraniegos de ellos en la Residencia Militar “Paso Alto” de Tenerife. Allí pude comprobar el inmenso valor de un amigo como lo fue él.

Con la inseguridad de mis muchas limitaciones, me animó a nadar en el mar; al que se accedía bajando unas escaleras metálicas y nada fáciles en mis condiciones. Jesús, siempre a mi lado. Pendiente de hasta el más pequeño detalle que entrañase el menor riesgo. Me sentía protegido. Más mal que bien (antes fui excelente nadador) y no sin la admiración de multitud de personas que contemplaban la escena desde la barandilla de arriba, recorría un largo trecho de la mar tenebrosa… Jesús, ¡siempre a mi lado, vigilante. Tanto que hasta mi Ángel de la Guarda pudo sentirse celoso. Pero no; le había cedido, seguro, la misión….que tan “divinamente” la desempeñaba. En la piscina olímpica de 50 mts., idem de lo mismo. Siempre Jesús mi Ángel de la Guarda. Mi mujer no sintió celos de su inestimable ayuda, sino profundo agradecimiento.

Imposible olvidar las muy agradables tertulias después de cenar en la terraza de la magnífica Residencia. Chascarrillos y chistes que hacían un soplo de lo más agradable a los dos matrimonios el sosiego hasta las tantas…

Como también dominaba – psicólogo de larga trayectoria en diversos centros colegiales- temas serios y profundos. Con mayor intimidad intercambiamos opiniones sobre lo divino y humano. Perfecta sintonía. Opiniones siempre tan sensatas y optimistas (en positivo) como acertadas. También en esto, el “soplo al oído” del Ángel de la Guarda. Gracias Jesús-Ángel

No sé si por ley de vida o por el progresivo deterioro de Mary su encantadora esposa, también mi ya entrañable amigo “Jesús-Ángel” se nos fue deteriorando. Aun así –y él lo sabía- jamás perdió el buen humor y alegría que sabía transmitir como nadie. He visto y admirado el cariño y cuidado a los suyos hasta en los más pequeños detalles. Mary-Nieves, su hija, y Mary, su esposa, fueron sus dos más grandes amores, por más necesitados, digo.

Cuando caminar le resultaba realmente costoso, acudía al lugar de mis tertulias en el Casino, para darme el consejo que con total confianza le solicitaba.

Se nos fue callandito, sin dar guerra, con el siempre agradable rastro de empatía a cuantos le conocieron en el último lugar de residencia, para los mejores cuidados a Mary, su queridísima esposa con un mal que, progresivo, la tiene postrada en silla de ruedas sin apenas conocer a Mary-Nieves, su hija, que acude cada día, solícita, a los cuidados de su madre aun sin llegar-misión casi imposible- a sustituir a su padre; el que “sólo” le ayuda desde donde no hay llanto, ni dolor, ni sufrimiento alguno.

Siento no encontrar la contestación a mi “carta entre amigos” primera. Total sintonía y con la reciedumbre que le es propia a cuantos pertenecemos a la gran familia militar de la que fue miembro querido por propios y extraños. Lo que es un decir, porque extraños para Jesús-Ángel nunca hubo ninguno. Descansa en paz, mi amigo. Y un último ruego: “sóplame al oído” cómo llevar con paz estos tiempos tan convulsos que, como bien sabes, somos muchos los que vivimos desconcertados. Ayuda, por fa, a tantos políticos de buena voluntad que también háylos. Y a los que, perplejos, vemos a diestro y siniestro los derroteros que toma nuestra Patria y que nunca hubiéramos querido para ella. Sé, en fin, mi amigo, que si “el hermano ayudado por su hermano es fuerte como una ciudad amurallada”, nunca más aplicable que en “nuestro caso”.


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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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