El Rezongón. 4. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid

Por Carlos de Bustamante

( Barca en el Pisuerga. Acuarela de Chema Fraile en su exposición de la Galería Rafael en Septiembre de 2014) (*)

¿Conocieron ustedes al “Catarro”? No, no es un viejecillo renegro, reseco y chicuelo con la mirada …. de nuestro Gabriel y Galán. Es -fue- el barquero más famoso de cuantos alquilaban barcas en el río Pisuerga. Al que, agotados todos los recursos para rescatar a los numerosos ahogados que cada año se cobraba el río, era preciso acudir por conocer como nadie el fondo y la superficie del gran río del que se decía tenía numerosas “pozas” que se tragaban sin piedad a los imprudentes o accidentados por diferentes motivos, normalmente culpables.

Pozas que no eran tales, sino las sinuosidades que existen en los lechos de cualquier río, modesto o caudaloso como éste. Aquél que como reza la sabiduría popular “lleva el agua y el Duero la fama”. Y es, que el Pisuerga es mucho Pisuerga, que si hablara…. De él les voy a rezongar a la vez que relato alguna de mis añoranzas. Del Catarro éramos amigos, el que suscribe, hermanos y otros hermanos amigos que veraneaban en su finca de recreo denominada “La Ribera”. Juntos, el Pisuerga era nuestro elemento.

Tan nuestro, que desde la pesquera inmediata al Puente Mayor a la próxima al puente Colgante o Puente de Hierro, junto a la Fábrica de Armas, conocíamos como en el camino a casa; tanto en la superficie, corrientes y remolinos, como las profundidades profundas para acoger tan imponente caudal, sin las temidas pozas que eran cuentos chinos, comunes en los principiantes o advenedizos paseantes sobre las aguas; las que por entonces eran -¡ay- si no cristalinas, sí “curiosamente” limpias. No tanto el fondo inmediato a las presas donde, al tiempo de retener el caudal, también lo hacían del légamo decantado y arrastrado por la corriente. Así era también en la docena de metros de profundidad bajo el Puente Colgante. Providencial, porque lanzados desde una altura de vértigo desde la barandilla de protección o mirador o desde los arcos más altos, el aterrizaje en los fondos era vertiginoso pero normalmente suave… El Catarro, desde abajo en la barca por si acaso… movía la cabeza con dudosa sonrisa por las intrepideces temerarias de una juventud sana y una miaja “tocada” por el ansia de aventuras.

¿Y qué…?: pues que eran curiosamente limpias, hasta que, progresivamente, dejaron de serlo. A la par que crecía la ciudad y se despoblaba el campo, sobre las otrora aguas límpidas, flotaban “objetos” extraños… Eran a veces cientos, miles de plásticos; otras…como en la popular canción vasca y ustedes perdonen que copio sólo la letra de la titulada: “Entre las angulitas”:

Entre las angulitas
había un pez gordo
Entre las angulitas
había un pez gordo.

Arrimamos el farol…
y era un “Mocordo”
así de grande
y así de gordo

Arrimamos el farol…
y era un Mocordo
así de grande
y así de gordo.

Y eso fue lo que, dicho lo que antecede, le sucedió a nuestro curiosamente límpido Pisuerga. Que hubimos de arrimar tantas veces “el farol”, que optamos, no sin pena, por abandonarlo.

Rezongo antes ¡y ahora!: ¿Acaso sólo hay polución de CO2 contaminante en el aire que cubre como una gorra (nacional cubrecabezas) las grandes ciudades? ¿Tan poco importan los ríos? Puestos a rezongar, me pregunto y pregunto: si hay-que no lo sé- depuradoras para las aguas residuales que vierten al Pisuerga u otros ríos o mares ¿no debería trabajarse, investigarse más, para colocar filtros, a modo de depuradoras en tubos de escape, chimeneas etc.? ¿O Como a nuestro querido río habremos también de abandonarlo? Antes de finalizar con el conocido estribillo, hago mía la sentencia de mi amigo Carpanta: “Si las ciudades estuvieran hechas en el campo, otro gallo nos cantara y otra gallina nos cacareara”. Y que conste que no pretendo aconsejar; yo… digo nada más.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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