Por Carlos de Bustamante
( Ratón de campo. Acuarela de Ángel Febrero en angelfebrero. blogspot.com.es) (*)
Es posible que a nadie se le oculte que cuantos sucesos continúan son de importancia y seriedad extrema. Tarsicio, que se los narra desde la casi ancianidad y lo sabe porque los ha vivido…, ha de ponerse a tono con lo que sigue.
Ningún Micifuz ni Zapirón se comieron al último representante amigo de la saga ratonil de nuestra casa. Pero, pese a vivir Alguacilillo más que la mayoría de sus congéneres y no precisamente por el queso que, manjar, no abundaba en nuestra casa, parece que le llegó su hora.
Trastabillando, apareció sin gafas (lentes) y medio a tientas en la habitación donde charlaba con mi Ama y Señora. Nos miró -sin ver- fijamente; musitó junto a Myriam lo que nunca supe, y suavemente quedó inmóvil en el suelo, apoyada la cabecita sobre la sandalia de su Ama. Lo enterré en el corral. Pulgar, lanzó luego un rebuzno sonoro, desacostumbradamente prolongado. Despedida sentida y asnal.
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(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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