Arquitectura religiosa olvidada. 26. En Berceruelo

Por José María Arévalo


( Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, de Berceruelo. Acuarela de Francisco Pedro Roldán en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

Después de ver en Bercero el humilladero de San Roque, y dentro también del Partido judicial de Tordesillas, nos vamos hasta Berceruelo con el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid”, de los arquitectos vallisoletanos Juan José Fernández Martín, Francisco Pedro Roldán Morales, José Ignacio Sánchez Rivera y Jesús Ignacio San José Alonso, que venimos reseñando.

Berceruelo

Iglesia Parroquial de San Juan Bautista (Primer edificio)

“Se levanta en la parte más alta del pueblo, en la ladera de un monte próximo al municipio, al noreste, sobre el atrio que genera un elevado bancal configurado por un potente muro de piedra. Se establece así una plataforma junto al templo que crea un espacio frente a la entrada y hace posible un acceso desahogado desde el pueblo. En este atrio quedan los restos de la base de un crucero, del que no se tienen noticias de su forma.

En la parte posterior del edificio a lo largo de toda su longitud, se encuentra el cementerio, recientemente ampliado, con acceso a través de sendas puertas situadas junto a la cabecera y los pies de la iglesia.

Ya a mediados del XIX la escasa demografía del lugar había llevado a la parroquia a ser sufragánea de la de Bercero ( P. MADOZ , p. 38: Sufragánea de la de Bercero, de la que dista 1/4 de hora). A mediados del XX se arruinó y fue abandonada, construyéndose una pequeña capilla en otro lugar.

El templo, actualmente en ruinas, levanta una nave rectangular con espadaña a los pies y capilla mayor de planta cuadrada en la cabecera, unida a la nave mediante un amplio arco fajón. En el exterior, en el muro de la Epístola, se adosa la sacristía y los restos de lo que debió ser un pórtico. El edificio es el resultado de sucesivas modificaciones en el tiempo, con restos románico s y reformas de los siglos XVI, XVII y XVIII, motivadas en ocasiones por la ruina de alguna de sus partes.

Fechada en el siglo XVI, la capilla mayor se abre a la nave mediante un arco ligeramente apuntado entre columnas de sección poligonal, articulando su encuentro una línea de imposta moldurada a modo de capitel. La base de las pilastras se marca mediante una mayor dimensión de los dos primeros sillares que las configuran. La importancia de este arco se refuerza con la disposición de otro que, con moldura de media caña, se dispone sobre él; engrosando la anchura del muro tanto hacia el lado de la capilla como de la nave.

( Arco románico de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, de Berceruelo. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

La capilla se cubre con bóveda estrellada con terceletes y combados, cuyos nervios son dovelas de sección lobulada determinando cinco claves con pequeños rosetones. En la unión con los muros de la capilla la bóveda se remata por arcos de pequeña sección poligonal que resaltan del muro. Estos arcos así como los que configuran los nervios de la bóveda arrancan de pequeñas ménsulas molduradas (cuya sección horizontal es un cuarto de circunferencia), empotradas en las esquinas. En el exterior de la capilla se acusan potentes contrafuertes en las esquinas que contrarrestan el empuje de la bóveda. La única iluminación proviene de una ventana alta, abocinada al interior y al exterior, que presenta restos de una celosía de piedra calada que dividía su hueco en dos arcos de medio punto de la que sólo queda la parte superior.

Al exterior el volumen de la capilla es un cubo del que sólo resaltan un zócalo y contrafuertes prismáticos en sus esquinas, rematados ambos en chaflán. También, poco más arriba de la mitad de la altura de sus muros, una cornisa formando vierteaguas recorre los paramentos de muros y contrafuertes. La coronación de los muros, en su unión con la cubierta, se remata con cornisa de cima. Todo el conjunto presenta uniformidad en la solución constructiva de sus paramentos mediante una sillería concertada de tamaño más bien regular, asentada con mortero. La unión entre los muros y los contrafuertes que los acometen oblicuamente presenta piezas de labra especial para su adecuado enjarje.

( Capitel de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, de Berceruelo. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

En el lado de la Epístola una pequeña puerta con arco rebajado da acceso a lo que fue la sacristía del templo. Ésta se adosa al muro sureste de la capilla mayor, a partir del contrafuerte del arco que separa nave y capilla; su planta es rectangular, con un pequeño hueco rectangular abocinado que se abre hacia el atrio. No conserva restos de cubierta pero su disposición y la anchura de sus muros hacen pensar que pudiera haber estado cubierta con bóveda tabicada, pues el cajeado que aparece sobre el contrafuerte que la limita al sureste, indica una excesiva altura para su cubierta, que por otra parte tapaba parte de la ventana que iluminaba el interior de la capilla mayor.

La nave es alta y estrecha, conformada por muros lisos de los que sólo resaltan la puerta de acceso, en el lado de la Epístola, y parte de un pilar empotrado en el muro del lado del Evangelio. También adosada a los pies del templo, por encima de los escombros de la cubierta hace tiempo hundida, asoma desde la imposta parte del arranque, de una arcada de piedra adosada al muro. De la cubierta que cerraba la nave tan sólo quedan los tirantes de una estructura, probablemente de par e hilera dada la poca anchura a cubrir.
En el lado de la Epístola, a continuación del arco fajón que comunica la nave y la capilla, se abre un arco de medio punto, actualmente cegado con mampostería.

( Capitel de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, de Berceruelo. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

En el lado del Evangelio, el pilar que destaca en el medio del muro constituye el apoyo de una doble arcada que recorre la longitud de la nave. Dichos arcos arrancan desde pilastras poligonales adosadas a la capilla y a los pies del templo, y confluyen en el pilar de sección octogonal, de lados desiguales, con capitel y basa moldurada. Los arcos, ligeramente apuntados, repiten la disposición del arco que separa nave y capilla mayor. Los dos arcos se encuentran cuajados por un muro que define el muro de la nave. El conjunto de arcos y pilar, es semejante a la arcada que da paso a la capilla de los Alderete, en la iglesia de San Antolín, en Tordesillas, lo que nos lleva a pensar que esta arcada fuera la comunicación con la capilla fundada por D. Rodrigo de Burgos, de la que se habla el Catálogo Monumental. Si bien es cierto que por la dimensión que tendría esta capilla se pudiera mejor pensar en la ampliación de una segunda nave que nunca llegó a realizarse, como sucediera con las bóvedas. Otras iglesias provinciales donde se evidencian arcadas para una ampliación que no llegó nunca a construirse se pueden ver en Arroyo de la Encomienda, San Miguel en Barcial de la Loma y Peñalba de Duero. Por el contrario, se concluyó la ampliación, también por nave separada por doble arcada, en Aldeamayor de San Martín.

Avalan esta hipótesis de la ampliación los arranques de los nervios de unas bóvedas nunca construidas (Catálogo Monumental,Tordesillas, p. 32). En el pilar central se adosa una peana donde se colocaba un San Sebastián, conforme indican los libros de fábrica (Catálogo Monumental,Tordesillas, p. 33 y 34). La misma falta de terminación parece ser la suerte seguida por el arranque de la arcada situada a los pies de la nave, que nos hace pensar en un coro alto resuelto en piedra, no terminado. Sin embargo, el cajeado y restos de durmientes de madera empotrados en el muro que cuaja la primera arcada constituyen las evidencias de un coro de madera realizado con posterioridad a las reformas.

( Columna en la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, de Berceruelo. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

La parte más destacada del templo es sin duda la entrada a la nave, situada al lado de la Epístola. Es románica, con doble rosca de medio punto, el interior apoyado en columnas adosadas al muro. En su capitel izquierdo se esculpen parejas de bóvidos con una sola cabeza, en la esquina, y en el derecho una escena que se podría interpretar como Daniel entre los leones, en disposición similar a San Pedro de la Nave o Valoria de Alcor. Todas las figuras se hallan rodeadas de estrellas y los ábacos también decorados con tramas geométricas de poco relieve, decoración que recuerda los de tradición mozárabe de San Miguel de Escalada. Las basas de las columnas y de las jambas del arco exterior se encuentran tan desgastadas que es imposible saber cuál fue su forma original. Respecto a la inscripción que aparece labrada sobre las dovelas del arco exterior de la portada, indica «UNICO SAGRADO 1773», por lo que creemos que hace referencia al año en que se realizara una reforma en el templo ( F. HERAS GARCÍA, p. 133).

Al exterior, los muros de la nave presentan gran variedad de aparejos y soluciones constructivas. En el muro del lado del evangelio, como ya se ha mencionado, aparece una arcada que se manifiesta de igual manera al exterior, con despieces regulares de piedra en sillares y dovelas, y decoración en basas y capiteles con molduras de buena labra.

Por su parte el muro del lado de la Epístola, presenta variados aparejos de piedra y restos de reformas o modificaciones que marcan tres bandas horizontales en el muro, de altura semejante. En la parte baja se encuentra la portada románica, resuelta con una sillería regular, si bien a ambos lados de la portada la fábrica cambia, tanto por el tipo de piedra como por los despieces de los sillares, de mayor tamaño y más irregulares; quizás por ser la piedra de la portada de más fácil labra. En la parte superior de esta primera banda aparecen algunos canecillos de piedra, que constituirían los apoyos de un pórtico con cubierta de madera.

( Bóveda en la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, de Berceruelo. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

La segunda banda está resuelta con mampuestos de diferente entidad y disposición, según las zonas, apareciendo, a la mitad de su altura, restos de una cornisa de sección poligonal apoyada sobre canes. Su parte alta se remata con una sencilla cornisa de sección recta. Bajo ella aparecen numerosas cajas que, sin duda, recibían las cabezas de las vigas que solucionaban un pórtico de construcción posterior al del cuerpo inferior del muro. Las evidencias de la existencia de pórtico cerrado se refuerzan por parte de un muro alineado con la espadaña, el lateral de la sacristía y los restos de un cierre paralelo al muro de la iglesia.

La parte más alta del muro está formada por mampostería algo más regular que la banda inferior, rematado por cornisa de gola. En este cuerpo aparecen dos ventanas, mediante arcos de medio punto de fuerte abocinamiento.

ESPADAÑA

El muro que cierra los pies del templo es el zócalo de una espadaña de piedra de dos cuerpos. Resuelven la reducción de anchura en la transición del zócalo a la espadaña con pequeñas aletas laterales. El cuerpo bajo, tiene dos esbeltos arcos de medio punto, mientras que el superior abre uno de dimensiones más reducidas. El derrame en el paso de uno a otro cuerpo, así como la coronación del segundo se remata con bolas y pirámides. La falta de enjarjes entre los sillares que forman el zócalo de la espadaña y los muros de la nave, así como los restos de los arranques de bóvedas en el muro del lado de la Epístola que forma esquina con ella, indican que corresponden a etapas constructivas diferentes; bien fueran motivadas por la falta de terminación de las reformas que pretendían cubrir con bóveda toda la nave, bien por ser este muro motivo de ruina.

La existencia de la portada románica, dentro de la variedad de fábricas, sugiere que el templo ha llegado a su actual configuración desde las reformas y ampliación de una primera iglesia románica. Esto explicaría la estrechez de la nave, construida aprovechando parte de los muros originales o la cimentación de estos.

Las tres bandas de aparejos distintos que se suceden en altura, en el muro del lado de la Epístola, son buena muestra de estas modificaciones. En este caso constituyen el recrecido del muro necesario para igualar con la altura de la arcada construida al modificar el muro del lado opuesto.

En la actual configuración del templo se entienden cuatro unidades constructivas diferentes: el muro que contiene la portada románica, el conjunto de la capilla mayor y la arcada del muro norte (construcciones del siglo XVI), la espadaña (del siglo XVII), y los restos del pórtico y la sacristía.

Los problemas estructurales que han llevado a la ruina del templo pueden ser de origen antiguo, pues ya se señalan a lo largo de los siglos XVII y XVIII obras por ruina de un paredón, que continuamente debía ser rehecho. Lo mismo se puede decir de la espadaña ( Catálogo Monumental,Tordesillas, p. 35). La ruina del paredón citado bien pudiera deberse a las ampliaciones de muros, realizadas sobre la antigua fábrica románica, con una cimentación insuficiente para soportar el incremento de peso que suponían los nuevos cerramientos. Pero la causa de sucesivas ruinas también pudiera deberse a los problemas que plantea la ubicación del templo en una ladera margosa de considerable desnivel.

Esta situación ha ocasionado que, bien por el deslizamiento de la cimentación, bien por el descalce de la misma, la esquina sureste de la capilla haya sufrido un asentamiento que ha provocado la rotura de los lienzos este y sur de los muros, con la aparición de importantes grietas que recorren de arriba abajo los muros en todo su espesor y que afectan incluso al arco que une nave y capilla. Esto, unido al mal estado de la cubierta, cuya techumbre se ha hundido sobre la bóveda (que debe ahora soportar el peso de la estructura de madera que la cubría, el tablero, las tejas y la torta de barro en la que asentaban estas últimas), aceleran el deterioro de la capilla mayor. Incluso ya han caído algunos de los sillares de la plementería, por donde se cuela el agua de lluvia y escurre el barro en que se asentaban las tejas.

Idéntico problema afecta a la espadaña, en la que se aprecia a simple vista su desplome hacia el exterior, facilitado por la falta de trabazón con los muros de la nave. El enorme peso del zócalo de piedra en el que descansa la espadaña y su apoyo en un terreno en pendiente, ha ocasionado problemas de cimentación semejantes a la capilla. De hecho, adosado al zócalo de la espadaña, al suroeste, existe un contrafuerte (en otras condiciones innecesario), que parece construido para garantizar la estabilidad de este potente muro. Sin embargo, bien sea por el empuje del muro de la espadaña, o por arrastrar éste con su giro al contrafuerte (trabado con la fábrica del muro de la nave), el muro sureste de la nave presenta una grieta próxima al contrafuerte que rasga toda su altura.

El resto de los muros de la nave y la arcada parecen estables, por lo que la ruina de la cubierta se produciría por falta de mantenimiento de su cubrición y estructuras de madera (de la que aún se conservan los tirantes que contrarrestaban los empujes), más que por problemas estructurales derivados de la estabilidad de los muros.”

Nuestra próxima visita, la semana que viene, será a la Iglesia Parroquial de Santa Cruz, de Pedrosa del Rey.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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