Arquitectura religiosa olvidada. 18. En Langayo

Por José María Arévalo

( Convento románico de Oreja, en Langayo. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

Continuamos con el Partido judicial de Peñafiel, siguiendo el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid”, de los arquitectos vallisoletanos Juan José Fernández Martín, Francisco Pedro Roldán Morales, José Ignacio Sánchez Rivera y Jesús Ignacio San José Alonso, que venimos reseñando. Vamos a ver hoy, en Langayo, el Convento de Oreja, con restos románicos, y la Iglesia parroquial de San Miguel de la Granja de San Mamés, del XVIII.

Langayo

Convento de Oreja

Dentro del término de Langayo, en el borde del páramo, se encuentran las ruinas medievales del llamado convento de Oreja ( Cart. Militar de España: Hoja 17-15, 1/50.000, «Quintanilla de Onésimo», del Servicio Geográfico del Ejército, año 1981. Cuadrícula 399 4600. Figura el icono de ruina, que corresponde con las del convento). No se sabe si el nombre de convento se debe a que nos han llegado las ruinas de la iglesia de un despoblado o porque realmente fuera un edificio monástico ( G. MARTÍNEZ DÍEZ, 2, p. 391: Documentado en 1402. Oreja.- En el término de Langayo, 3.400 m al SISO en torno a la fuente que linda con la cañada de la Yunta, donde hoy se señalan las ruinas que llaman «convento de Oreja». Mapa 1/50.000, hoja 373: latitud, 41 °32’28»; longitud, 0°31 ’20». J. SAN MARTÍN PAYO, p. 80: En el inventario de parroquias de Palencia en 1345 no figura como colación, por lo que debía tratarse de un monasterio).

Su situación obedece a la de otros edificios religiosos de la comarca: junto a las fuentes del páramo, para permitir el abastecimiento de una comunidad (cf. monasterio de Armedilla en Cogeces del Monte y las ruinas del despoblado de Muriel sobre Aldealbar). Sin otra información, en nuestra opinión se trata de una iglesia de gran volumen y excepcional calidad para lo que acostumbraban a tener las aldeas de una comunidad de villa y tierra como la de Peñafiel, especialmente si consideramos que la aldea terminó despoblándose. Por lo tanto, un origen monástico concuerda mejor con lo aparatoso del edificio que se nos presenta hoy a la vista.

Su situación se corresponde con el antiguo camino entre las villas de Cuéllar y Peñafiel, también llamado camino de la Yunta, que transitaba por los antiguos despoblados de Pociagüe (provincia de Segovia), y Minguela (término de Bahabón). En los comienzos de la repoblación, el largo trecho desde Minguela a Langayo, poblado de monte, sería sin duda objeto de una peligrosa jornada de viaje. Por eso es muy significativa la presencia en este desierto de un edificio, refugio y guía de caminantes en tan adversa geografía.

Poco se puede saber de su historia, pues la documentación consultada simplemente lo cita y sabemos que a mediados del XIX, tras la desamortización, ya era un despoblado tenido por propio por varios pueblos del contorno (P. MADOZ p. 70: Dentro del término se encuentra el despoblado de Oreja, la granja San Mamés … p. 87: Artículo «Molpeceres»: dentro del término se encuentra el despoblado de Oreja … p. 99: Artículo «Olmos de Peñafiel»: dentro del término se encuentran … los despoblados de Ontalbilla y Oreja. p. 99: Artículo «Oreja»: despoblado en la provincia de Valladolid, partido judicial de Peñafiel, término jurisdiccional de Olmos de Peñafiel). Actualmente se utiliza como corral de ganados para los encierros del vecino pueblo de Langayo.

Del conjunto sólo quedan las ruinas de lo que fue iglesia y torre. Por los restos que de ella quedan se puede reconocer que era un templo románico de tres naves rematadas en capillas con sus ábsides semicirculares. Las naves tenían tres tramos marcados por gruesos pilares de núcleo cilíndrico sobre los que apoyaría la cubierta abovedada.

Las capillas absidiales se cubrían con bóvedas apuntadas; aún se conserva parte de la que cubre la capilla del lado del Evangelio, siendo éste el único resto que se conserva de las techumbres del templo que, junto con unos sillares labrados que forman ángulos y tambores de columnas conservados en el exterior del ábside norte, forman los escasos restos que permiten especular sobre el estilo arquitectónico de su construcción.

Salvo estos sillares, el resto del edificio ha perdido el recubrimiento interior y exterior que definía su aspecto de manera que los restos del edificio aparecen literalmente «pelados» de sus paramentos y es el relleno de mortero de piedra con cal y arena lo que se ha mantenido de los muros y pilares del templo.

En el lateral de la nave de la Epístola se mantienen restos de los muros de una dependencia que pudo ser la torre de la iglesia.

Constructivamente los restos que se mantienen en pie, nos permiten conocer que los muros del templo se resolvían con una solución «clásica» para elementos estructurales de carga, compuestos por doble hoja de sillares de piedra bien escuadrada con relleno de un hormigón ciclópeo de cascajo de piedra y mortero de cal y arena para garantizar su consistencia y adherencia.

La buena calidad de los sillares y su desguarnecida ubicación ha propiciado su expolio, sirviendo sus muros durante años como lugar de obtención de piedra labrada gratis, y llevando al edificio a su lamentable estado, al no encontrar para él otro uso que el de cantera.

( Iglesia de San Miguel en Langayo. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

Langayo

Iglesia parroquial de San Miguel de la Granja de San Mamés

En la carretera de Peñafiel a Cogeces del Monte, junto a una fuente que nace en la cuesta que conduce al páramo, está el caserío de San Mamés ( Cart. Militar de España: Hoja 17-15, 1/50.000, «Quintanilla de Onésimo», del Servicio Geográfico del Ejército, año 19R l. Cuadrícula 395 4601 ), que desde tiempos medievales estuvo habitado hasta la década de 1950 y aún quedan en pie los paredones de sus casas así como los de su iglesia parroquial, dedicada a San Miguel Arcángel (G. MARTíNEZ DiEZ, 2, p. 392: San Mamés.- En el término de Langayo, 5.100 m al OISO de esta población, donde hoy se hallan las casas de la granja de San Mamés. Mapa l/50.000, hoja 373: latitud, 41 °33’00»; longitud, 0°34 ’00»). El antiguo camino de Cogeces era la calle vertebral de la aldea, pero hoy la carretera dista algunos metros de los edificios. La doble advocación del lugar, a San Miguel la iglesia y la aldea a San Mamés, antiguo santo del calendario mozárabe, puede ser porque los vecinos buscasen una advocación más en sintonía con las devociones de los habitantes y el ciclo anual de las labores agrícolas, pasando a consagrarse a San Miguel (Catálogo Monumental, Peñafiel, p. 103: Libros de fábrica: Visita de 1797.- También visitó la ermita de San Mamés, sita en la granja de este título, cuyos moradores son feligreses de Langayo … J. SAN MARTíN PAYO, p. 80: En 1345 no figura como parroquia en el inventario de Palencia, por lo que debía tratarse de una granja sujeta a algún monasterio). Resto del pasado parroquial es el pequeño cementerio adosado al costado oeste, que ha estado utilizándose hasta mediados del XX, cuando se despobló el lugar. Dependía en lo eclesiástico de la parroquia de Manzanillo (P. MADOZ, p. 70: Artículo «Langayo»; Dentro de él -del término- se encuentra oo. la granja de San Mamés. P. MADOZ, p. 72: Dice misa los días festivos el cura de Manzanillo) hasta 1895, en que se agregó a Langayo (En el Archivo Diocesano existen libros de bautizos de la parroquia hasta 1858).

( Arco en la iglesia de San Miguel en Langayo. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

El edificio que ha subsistido parece del XVIII y está situado en el punto más alto del caserío, un poco separado de él. Se trata de una pequeña capilla constituida por un cuerpo de volumen prismático y planta rectangular, que configura un espacio único en su interior. Por el costado norte transita el camino de Cogeces y por el sur, al que se abre la puerta, extiende una explanada que reunía al vecindario en la solana antes y después de las ceremonias.

En su interior se aprecian los restos de una mampara de madera en su cabecera, que acotaba un espacio que debió usarse como sacristía. También se aprecian las huellas de un pequeño coro alto situado a los pies, iluminado por una ventana rectangular hoy tapiada.

Toda la cubierta del edificio ha desaparecido, tan solo quedan algunos restos de lo que debió ser una armadura de par e hilera a cuatro aguas, dada la poca anchura de la nave y la horizontalidad de su cornisa en las cuatro caras del templo.

Tras el edificio, en su cara oeste, un murete bajo de piedra de mampostería acota un recinto rectangular, de la anchura del edificio, cuyo uso nos es desconocido.

En el lado de la Epístola se abre la portada constituida por arco de medio punto en piedra de arista bocelada, que descansa sobre impostas resaltadas. La decoración del edificio se completa con la cornisa de cima que corona los muros y un resalte recto que bordea las ventanas, así como pináculos de bola en sus esquinas; todo ello parece obra del XVIII.

La capilla contaba con una sencilla espadaña de piedra que se encontraba en la cabecera del templo, trasladada hace tiempo a la ermita de Langayo.

Es un edificio muy similar a otras ermitas de la Ribera: San Andrés en Boada de Roa, San Sebastián en Cabañes y el Carmen en Fuentenebro.

Todas las fábricas del templo son de piedra de mampostería, formando el cerramiento y muros de carga de su cubierta. Su construcción tiene buena trabazón y resistencia, a juzgar por su comportamiento al paso del tiempo en el estado de abandono en que se encuentra el edificio.

La composición del los huecos del edificio mantiene una estricta simetría, con ventanas altas en el eje de la cabecera y de los pies del templo y dos ventanas de distinto porte en los muros laterales.”

La próxima semana veremos, en Peñafiel, el Convento de San Francisco de frailes Franciscanos, y en Manzanillo, la Ermita de San Roque.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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