Por Carlos de Bustamante

( La resurrección del Señor. Obra de Pietro Novelli, en el Museo del Prado. Pintura.aut.org. 163 x 181) (*)

Hace sólo unos días terminé el librito que denominé Apócrifo. No dije a propósito novela, porque no lo es. Tampoco cuento ni obra alguna cuya denominación literaria ignoro. Es, eso: un relato apócrifo de los Evangelios. Relato que de tomar éstos completos, hubieran superado mis no muchas posibilidades en materia de la que en absoluto soy especialista, ni aún medianamente instruido.

Como de lo dicho tomé aquello que más me llegó a los entresijos del alma al transcribirlo, pude meditar la enorme belleza o méritos singulares de los protagonistas-personas. Hago la salvedad de protagonistas-personas, porque, suelta la imaginación, a su modo también fueron protagonistas los animales o cosas. Aquéllos a los que hice personajes.

Meditado ahora -porque “materia” hay sobrada para meditar e incluso para hacer oración de “hablar con Dios”-, veo claramente que me quedé muy corto. En descargo que hago de mí mismo, he de decir, que fue debido, en parte, en aras de la brevedad de un minirrelato que quiso ser microrrelato sin conseguirlo.

Cuando digo, por ejemplo, del nacimiento e infancia de Jesús con los gozos y dolores tan intensos en Su Madre, apenas si hago referencia a la repercusión que tuvieron unos y otros sobre cada uno de los causantes.

Cierto que fue “motivo” fundamental el porqué de hacerse Dios hombre con todas las consecuencias -menos en la del pecado- de cualquier criatura de las que nacen cada día. Cierto también, que recibí “in mente” o plasmado por escrito, el valor de la redención del hombre por la Pasión y muerte y Resurrección del Señor. Y no menos cierto que, asimismo, hice alusión (breve) al anuncio del anciano Simeón con la Presentación, Rescate y Purificación de Jesús Niño y de su Madre Myriam en el Templo. El que referido a Myriam dijo: “Una espada traspasará tu alma”.

Pero son hechos tan inconmensurablemente grandes que, insisto, me quedé muy corto.

Como veo el susto en el rostro de más de uno porque temen que subsane mi cortedad, les ruego no se me alarmen; digo nada más, que los sucesos fueron tan impresionantes e irrepetibles, que siento no haberlos tratado con la extensión que merecen. No; no los escribiré de nuevo y más completos. Si me lo permiten, y aunque no tengan el “gancho” de las fantasías, haré sólo algunas consideraciones cuya pretendida brevedad no disminuya la profundidad que debieran contener.

Cierto -otra vez con mis certezas-, que me quedó (le quedó a Tarsicio el esclavito etíope relator) del todo claro el porqué de tanto sufrimiento de Jesús y el valor infinito de la Redención obrada por Él del género humano todo por el pecado heredado de nuestros primeros padres. Mentado éste, imposible pasar por alto algún comentario al respecto.

Debe de ser muy importante la ofensa a Dios por desobediencia. Tanto, que fue de horrorosas consecuencias para las sucesivas generaciones hasta nuestros días, que las heredamos. Mas no creo cometer ninguna irresponsabilidad grave si añado, que, a veces-como en este caso- la desobediencia a Dios conlleva otras, de no menor importancia. Creados nuestros primeros padres, les dijo Dios:

«De todo árbol del vergel podrás comer libremente, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no has de comer, pues el día que de él comas morirás sin remedio”.

Satanás volcó en ellos su odio al Creador con las sibilinas tentaciones: “Seréis como dioses”. Desobedecieron. Comieron. Y pecaron de orgullo. Desobediencia, pues, sí y grave. Y orgullo-soberbia. Gravedad inmensa. Horrorosa herencia. Hasta nuestros días.

Pero todo tuvo arreglo con la Resurrección del Señor. Muchos motivos estos días para celebrarla.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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