Rincones con fantasma. 34. Iglesia del Salvador y Pasaje Gutiérrez

Por José María Arévalo

( Torre de El Salvador. Acuarela de J. M. Arévalo. 46×34) (*)

La iglesia del Salvador es una de las grandes desconocidas en Valladolid, no su existencia pero sí los tesoros que encierra, así que vamos a verla hoy de la mano de Juan Carlos Urueña Paredes, con el que continuamos el capítulo “Zona de la Plaza de España”, del recorrido que sigue en su libro “Rincones con fantasma. Un paseo por el Valladolid desaparecido”, que estamos siguiendo, y que completamos con textos de las webs Vallisoletvm y Domuspucellae. Finalizamos con el Pasaje Gutiérrez, que trata Urueña a continuación. En la información complementaria incluimos también una referencia a San Pedro Regalado, patrono de Valladolid y de su diócesis, que fue bautizado en el Salvador y tiene dedicada en esta iglesia una capilla, y a la cripta que, bajo el suelo de la iglesia, esconde las tumbas más antiguas encontradas en la ciudad.

( El retablo de san Juan Bautista en la iglesia del Salvador; foto de domuspucelae.blogspot.
com.es ) (*)

“La iglesia del Salvador –escribe Urueña- es una de las más antiguas de la ciudad. Según Canesi, tuvo su origen en una ermita dedicada a santa Elena que se levantó en 1245. Fue patronato de los almirantes de Castilla y en ella fue bautizado san Pedro Regalado. De su fábrica destacan su armoniosa fachada renacentista y su peculiar torre de ladrillo. Entre las obras que atesora, hay que citar el precioso políptico flamenco, atribuido a un discípulo de Metsys, que se encuentra en la también bella capilla gótica de san Juan Bautista”.

Ahora vamos a ampliar esta información que nos proporciona Urueña con varios artículos de Vallisoletvm, pero me ha llamado la atención que en ellos casi ni se menciona –o se hace de pasada- el políptico flamenco que destaca, muy acertadamente, al final Urueña. Así que he buscado más sobre él y he encontrado en Wikipedia, en la voz sobre esta iglesia, cuando empieza a describir las capillas de la misma:

“La más destacada es la capilla de San Juan Bautista, que se sitúa en la cabecera de la iglesia, en el lado de la Epístola; fue mandada edificar por Gonzalo González de Illescas, Oidor de los Reyes Católicos, como capilla funeraria para sí y su linaje. Es de estilo hispanoflamenco, está realizada totalmente en piedra y fue terminada en abril de 1492, según manifiesta la inscripción que corre a lo largo del friso interior de la capilla. Muestra dos tramos, uno presbiterial, con una esquina achaflanada, y cubierto por una bóveda de crucería estrellada, bajo el que existen dos criptas funerarias, y otro a los pies, cubierto con bóveda de terceletes. A este último tramo se abre una ventana tardogótica para iluminar el interior. En la cabecera de la capilla se dispone un excepcional tríptico importado de Flandes en 1502, con pinturas en las portezuelas atribuidas al Maestro del Tríptico Morrison, seguidor de Quentin Metsys, que representan en el interior del tríptico la Adoración de los Reyes y la de los pastores y al exterior, la Misa de San Gregorio. En el cuerpo central del tríptico, de madera policromada, se encuentra narrada la vida de San Juan Bautista en siete altorrelieves enmarcados por arquitecturas góticas que rodean una escultura de San Juan Bautista. En el banco del tríptico, realizado en España en la misma época que el resto, se encuentran los retratos de los fundadores de la capilla. La capilla también cuenta con un Cristo de Alejo de Vahía”.

(Retablo de la capilla dedicada a San Pedro Regalado en la Iglesia del Salvador, tallado probablemente por Pedro de Ávila hacia 1709) (*)

Todavía nos da más información del tríptico Domuspucelae, de la que recogemos: “Esta obra está considerada como una de las mejores muestras de arte flamenco que hay en España. Fue realizada hacia 1500 en Amberes por un maestro desconocido y colocada en la capilla en 1504, después de ser adquirida y donada por don Gonzalo González de Illescas para su recinto familiar. Adopta la forma de tríptico, con un retablo central compuesto con relieves escultóricos y dos puertas con pinturas a ambos lados que permiten mantenerlo cerrado, causa que ha facilitado su excelente estado de conservación, ya que tradicionalmente sólo se abría durante las fiestas de Navidad, San Juan Bautista y la Asunción.

El frontal central o caja consta de tres cuerpos y ático, dividido en tres calles de las cuales la central está ocupada por la imagen titular de San Juan Bautista, que sigue la iconografía tradicional, representado en el desierto, revestido con piel de becerro y apoyando en un tronco un libro sobre el que sujeta un cordero, prefiguración de Cristo, que como Precursor muestra al espectador. A su alrededor y en el ático aparecen siete relieves que narran episodios de su vida tales como el Nacimiento del Bautista, su predicación, Bautismo de Cristo, prisión, Herodes y la danza de Salomé, decapitación y entierro del Bautista, todos ellos con figuras talladas con gran refinamiento, múltiples detalles descriptivos y una delicada policromía en la que abunda el oro, siendo especialmente atractiva la Danza de Salomé, que reproduce el banquete en un salón con elegantes personajes caracterizados, como en todas las escenas, con la indumentaria de Flandes.

Los batientes de las puertas presentan pinturas de gran formato sobre tabla que son atribuidas al Maestro del tríptico Morrison, discípulo del maestro Quintín Metsys. En el interior figuran por separado las escenas de la Adoración de los Pastores y la Adoración de los Reyes, de notable calidad, mientras que al exterior, cuando el tríptico está cerrado, aparece como tema único la Misa de San Gregorio, con la figura de Cristo rodeado de los atributos de la Pasión.

Una vez importado el tríptico de Amberes, el donante encargó en Castilla un cuerpo bajo con forma de predela con el fin de retratarse para la posteridad, como era habitual. Mientras que los relieves con temas de la vida de Cristo fueron realizados en el círculo burgalés de Felipe Bigarny, con las escenas de la Cena, el Lavatorio y la Piedad en el centro, las pinturas de las puertas fueron realizadas por un seguidor de Pedro Berruguete, que plasmó al patrono don Gonzalo González de Illescas y su esposa doña Marina de Estrada rodeados de miembros de la familia y acompañados de santos protectores, con San Jerónimo y San Agustín en el interior y San Marcos, San Francisco, Santo Domingo y San Lucas en el exterior, pasando a adoptar el conjunto la forma de políptico.

( En el interior de la iglesia del Salvador puede contemplarse la pila bautismal donde fue bautizado San Pedro Regalado) (*)

El retablo, tras una simple limpieza, vuelve a impresionar y se revaloriza en un espacio felizmente recuperado. No olvides una visita, te sorprenderá”.

Debido a la restauración, el tríptico estuvo colocado en la Catedral, junto a la entrada al museo, más visible de lo habitual, pues en el Salvador normalmente está cerrado entre rejas, hay que pedir te las abran. Completamos ahora la información sobre la iglesia con el artículo de Vallisoletvm “Iglesia del Salvador”, de Octubre de 2009, que cita como fuentes arqhys.com/articulos/iglesiasantisimo- salvador.html y Wikipedia. “No se sabe con certeza el año en que se erigió esta edificación, pero se estima en las cercanías del siglo XII. Sin embargo, un dato preciso es el momento en que se comenzó a erigir la actual iglesia, que hoy día se puede apreciar en la comunidad que fue construida en el siglo XV.

Una de las partes más impresionantes de esta edificación es la fachada a los pies, la cual fue erigida entre los siglos XVI y XVII con un estilo renacentista, también está la capilla de San Juan Bautista que fue erigida en el año 1492. En el interior de la iglesia se pueden apreciar la cabecera, la nave central y las capillas laterales. Esta iglesia posee una sola nave que posee cinco tramos, y que dispone de un retablo que data desde el año 1750. La construcción de la capilla mayor comenzó en el siglo XV reflejando un estilo tardo gótico. En esta capilla se puede apreciar la piedra de sillería y la bóveda de crucería estrellada. Entre los elementos que se pueden apreciar en el interior de la edificación se encuentran:

• El retablo mayor. Entre 1602 y 1614 se realizó por Pedro de la Cuadra y otros artistas un retablo clasicista del que sólo conservamos la escena central de la Transfiguración del Señor, que pasó a presidir el actual retablo, construido hacia 1750 en estilo barroco, posiblemente por alguien del círculo de Pedro de Sierra. En los lados, las imágenes de San Sebastián y Santa Bárbara, del círculo de Alejandro Carnicero.
• Cuatro Columnas corintias; que componen el retablo.
• Dos retablos colaterales; que datan desde el año 1757 y que están localizados al lado del retablo mayor.
• La nave; que fue erigida en los inicios del siglo XVI a base de ladrillo. Esta cubierta por una bóveda de cañón que está ornamentada con verserías planas.
• La capilla de San Juan Bautista; que fue erigida con un etilo hispano flamenco en el año 1492.Tríptico; situado en la cabecera de la capilla. Data desde el año 1502
• Capilla de los Reyes Magos; que data desde el año 1546.Posee un retablo rococó construido hacia 1760, que muestra un relieve con el tema de la Epifanía del círculo de Pedro de Sierra.
• Capilla de San Pedro Regalado; que fue erigida en el año 1709.

En cuanto a los elementos del exterior, se pueden apreciar la torre que comenzó a construirse en el año 1691, en el mismo lugar que estaba la anterior torre que se hundió completamente. Esta se concluyó en el año 1707. También está la fachada principal; que fue erigida entre los años 1541 y 1559 por Juan Sanz de Escalante. En ella se pueden ver tres cuerpos; uno bajo que posee dos puertas adinteladas que están rodeadas por 6 columnas jónicas. otro cuerpo que en vez de puertas posee sendos óculos y columnas corintias, y por ultimo está el cuerpo que posee una ventana con arco de medio punto que está rodeado por cuatro columnas corintias.”

En la iglesia del Salvador se conserva la pila bautismal en que fue cristianado San Pedro Regalado, al que se ha dedicado una de las capillas y una estatuta en la plaza de la iglesia. La festividad de San Pedro Regalado se celebra cada 13 de mayo en Valladolid y en La Aguilera, siendo una fiesta local de gran tradición. El santo ha sido declarado patrono de los toreros, proponiéndole algunos devotos en la actualidad como patrono de Internet, como en su día lo propusieran los aviadores. Fue canonizado en 1746 por Benedicto XIV, y ese mismo año fue declarado patrono de Valladolid y de su diócesis.

( Monumento a San Pedro Regalado, sito junto a la Iglesia del Salvador) (*)

Vallisoletvm dedicó un amplio artículo a este santo, en Octubre de 2009, del que recogemos hoy los dos primeros párrafos, que ya habrá ocasión de hablar de nuevo de él cuando lleguemos a la casa donde nació, en la calle Platerías. Cita como fuente a don Marcelo González en su artículo de “Año Cristiano”, Tomo I, Madrid, de la BAC. “San Pedro Regalado es uno de esos seres afortunados, innumerables dentro del catolicismo, que responden con ejemplar disposición a un designio providencial. Nació en Valladolid, en 1390, en la famosa calle de Las Platerías, que aún hoy conserva su nombre y el antiguo rango que tuvo en la corte de España, siendo bautizado en la iglesia del Salvador después de la conversión paterna tras una violenta persecución social y doctrinal de algunos conversos influyentes. A los trece años ingresó en el Convento de San Francisco, el cual no era entonces precisamente un modelo de observancia. Estamos en una época en que la disciplina y costumbres de religiosos y sacerdotes habían llegado a un grado de relajación que hoy nos resulta inconcebible. Causas muy diversas habían producido aquella situación, que los historiadores se complacen en pintar con los colores más negros. A las naturales consecuencias del cisma de Occidente se había unido la gran peste de Europa, que dejó despoblados los conventos. Para llenarlos de nuevo, fueron admitidas gentes sin preparación ninguna, deseosas únicamente de colmar sus ambiciones al amparo de las inmunidades del claustro.

No faltaban quienes se dolían en lo más hondo de su alma de aquel estado de cosas. Y precisamente un franciscano que vivía en el convento de La Salceda, por tierras de Guadalajara, se decidió a reñir la única batalla que podía resultar victoriosa, la de la renovación profunda de la vida monástica. Era fray Pedro de Villacreces, también de origen vallisoletano, el cual tenía fama de santo en los conventos de la Orden. Un día, cuando menos lo esperaban los religiosos del de San Francisco de Valladolid, el anciano Villacreces se les entró por las puertas causando una profunda impresión. ¿A qué venía fray Pedro?, comenzaron a comentar en corrillos los reverendos moradores de la casa. Contrastaba con la de muchos de ellos la espiritualizada figura de Villacreces: era alto, de una delgadez ascética, de ojos negros y vivísimos, manso como un hilo de agua, ardiente como un rayo de sol. En íntimo consorcio se habían juntado en él la reciedumbre del hombre de Castilla y la amorosa suavidad del Poverello de Asís. ¿Que a qué venía fray Pedro? Pronto vieron satisfecha su curiosidad cuando supieron que con las debidas autorizaciones salió una mañana del convento, en dirección a un lugar cercano a Osma. No iba solo. Le acompañaba fray Pedro Regalado. Este, de quince años; Villacreces, de más de sesenta. Les unía un mismo espíritu: afán de santidad. El viejo formaría al joven. Algún castellano que a aquellas horas pasaba por las calles estrechas de Valladolid, pudo ver a los dos religiosos avanzar sin más provisiones que un báculo y un breviario. Camino largo, mendigando de puerta en puerta. Jornadas a pleno sol y, a ratos, a la luz de la luna, hasta que llegaron por fin a La Aguilera, donde el obispo de Osma había autorizado a Villacreces para fundar allí un humilde convento. Y empieza la nueva historia.”

( Hacia El Salvador. Acuarela de J. M. Arévalo. 46×34) (*)

Y además, Vallisoletvm nos ofrece un curioso artículo titulado “Un cementerio bajo la plaza. Las criptas de la Iglesia del Salvador”, de Diciembre de 2011, que reproducimos, con lo que se completa la información sobre enterramientos antiguos que hemos venido publicando con los artículos sobre la acera de Recoletos, la Casa del estudiante, etc. “En el siglo XIII, la ermita de Santa Elena ubicada en la plaza del Salvador estaba rodeada por un cementerio. Las excavaciones arqueológicas no han encontrado restos de este antiguo templo pero sí se han hallado varias tumbas del camposanto que se extendía a su alrededor.

Con la repoblación de Castilla este lugar de culto se quedó pequeño y se decide tirarla y construir de nuevo, ubicando los cimientos sobre el antiguo cementerio. Ya entre los siglos XIV y XV, de nuevo se vuelve a derribar la iglesia, excepto la capilla de la familia González de Illesca, muy cercanos a los Reyes Católicos, para construir otra.

Es bajo esta capilla donde se encuentra la cripta con las tumbas y los esqueletos, que en un principio fue el lugar de enterramiento de esta poderosa familia y que más tarde se convirtió en un cementerio de niños, por las más de setenta tumbas infantiles encontradas. Eran enterrados sin ningún elemento de ajuar, según la costumbre de la época.

En las labores de restauración llevadas a cabo el objetivo era rehabilitar esta capilla que poco a poco se caía a pedazos y encontrar esa cripta conocida por los escritos de la época; la sorpresa fue encontrar también otra cripta similar con varios túneles, la cual se desconocía, ambas construidas en piedra; la más profunda y antigua responde al espacio reservado por el fundador como sepultura familiar; la otra construcción se añadió más tarde una vez clausurada la primera, sirviendo también para el enterramiento de parroquianos destacados.

Esta cripta, bajo el suelo de la iglesia del mismo nombre, esconde las tumbas más antiguas encontradas en la ciudad. Tumbas antropomórficas la mayoría excavadas directamente en la piedra y la tierra con la forma del cuerpo humano, algunos sarcófagos de piedra tallados con la misma forma y otras construídas con ladrillos.

Bajo el pavimento puede apreciarse el exterior de la bóveda de piedra de la última de estas criptas, cuya construcción, entre los siglos XVI y XVII, obligó a elevar el suelo de la capilla, originalmente al nivel que marca la celosía que puede también verse bajo la actual puerta de separación hacia el altar.”

( Urueña incluye esta foto con la leyenda: El Pasaje de Gutiérrez de ayer y de hoy. Lib. prd. “Valladolid, Imágenes del Ayer”, pág. 76.
) (*)

Para finalizar, reanudamos el texto de Urueña, que cruza la esquina para acceder a uno de los rincones más típicos de Valladolid, sobre el que últimamente se ha levantado la polémica, al prohibir el Ayuntamiento que se fume en su calle interior. “En sus cercanías –escribe Juan Carlos Urueña- se encuentra el castizo pasaje de Gutiérrez, cuyo promotor fue un hombre de negocios llamado Eusebio Gutiérrez, del que tomó el nombre. Se construyó en el año 1885 sobre el proyecto del arquitecto Ortiz de Urbina. Es una bonita muestra de este tipo de galerías comerciales que tanto proliferó durante el siglo XIX y tiene un encantador sabor decimonónico. Conserva sus elementos de hierro, esculturas y pinturas originales. En el precioso reloj sostenido por dos niños jugando en un balconcillo sobre las escaleras del pasaje, quedó atrapado el tiempo de los señores con chistera y mostacho, de las chachas y los soldaditos… Sigue teniendo tiendas (no podía ser de otra manera) y tomar un café en una de sus terracitas es escapar totalmente del agobio de la ciudad del otro lado de sus verjas”. Ahora café sin el acostumbrado pitillo.

Algo más añade un artículo de Vallisoletum, “El Pasaje Gutiérrez”, de Octubre del 2009. “El Pasaje Gutiérrez es una galería comercial cubierta de la ciudad de Valladolid situado entre las calles Fray Luis de León y Castelar. Este tipo de galerías surgen en París como consecuencia de la revolución industrial del siglo XIX. Fueron concebidos como pasadizos que servían de comunicación entre calles concurridas y destinados a ampliar espacio para el comercio. En España el Pasaje Gutiérrez junto con el Pasaje de Gabriel Lodares de Albacete, son los únicos ejemplos que quedan de este tipo de galerías.

( El Pasaje Gutiérrez. Óleo de de J.M. Arévalo ) (*)

Se construyó a instancias de Eusebio Gutiérrez, rico capitalista, quien encarga en 1886 al arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina, autor del colegio San José de Valladolid, el proyecto de una galería comercial que comunicase las zonas de la Catedral y la Plaza Mayor, zonas que en la segunda mitad del siglo XIX conocían un rápido progreso económico. Este dinamismo había impulsado la creación de cafés, tertulias, casinos (por ejemplo el Círculo de Recreo) y zonas burguesas como la Acera de Recoletos.

El proyecto de Ortiz de Urbina tomó como modelo las galerías comerciales que ya habían aparecido en Francia, Italia y Alemania. Es un ejemplo de la arquitectura beauxartiana en la que se combinan los órdenes clásicos con las nuevas tecnologías de entonces como, eran la cubierta de hierro y teja de vidrio y la iluminación a gas que se observa en los brazos de los globos de luz, que son originales. En el balconcillo con el reloj situado a la salida hacia la calle Fray Luis de León tocó un cuarteto de cuerda el día de la inauguración del edificio.

Las fachadas exteriores están construidas en ladrillo y presentan antepechos de hierro forjado en los balcones. Las puertas de ingreso son de rejería y llevan la inscripción de las fechas de su construcción y del nombre de la galería: 1885-86 Pasaje Gutiérrez. La galería se desarrolla en dos tramos, enlazados por una rotonda bajo una gran cúpula de cristal, que cobija una escultura que imita el renacentista Mercurio de Juan de Bolonia, como representación del dios del comercio. La rica decoración pictórica y escultórica, con alegorías de las estaciones y el comercio, enmascara la pobreza de los materiales empleados, que ha hecho necesaria la restauración para recuperar su esplendor. Las cubiertas forman un sistema independiente del resto del pasaje. La estructura de los soportes es de madera salvo en la cubierta de la rotonda central. Los techos se adornan con buenas pinturas de Salvador Seijas, representando temas mitológicos y alegóricos, y ornamentación de estucos y motivos vegetales.

La idea de este pasaje era la de crear una elegante zona comercial destinada para la alta y media burguesía vallisoletana y que permita buscar una nueva forma de comercio de calidad que le pueda ofrecer los productos que llegan desde Europa. Por desgracia, el pasaje dejó de funcionar y dar dinero escasos años después de su inauguración y quedó sumido en el abandono. Tras su reciente restauración, su actividad comercial ha vuelto a resucitar y ya son varios los comercios instalados en los locales de su interior.”

En el próximo artículo nos iremos hasta la calle Miguel Iscar, como siempre de la mano de Urueña y Vallisoletvm.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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