Rincones con fantasma. 31. San Martín

Por José María Arévalo

( Foto antigua de la Iglesia de San Martín. Hasta 1965, en que se hundieron todas las bóvedas y cubiertas de la nave y crucero, y hubo que reconstruir la iglesia, la fachada tenía dos cuerpos en altura separados con una imposta plana) (*)

Concluimos el capítulo “Zona de la Catedral” del recorrido por el Valladolid perdido que sigue el libro de Juan Carlos Urueña Paredes “Rincones con fantasma. Un paseo por el Valladolid desaparecido”, en la edición que publicó El Ayuntamiento de Valladolid en el año 2006, que estamos siguiendo. Lo cierra Urueña con una breve descripción de la iglesia de San Martín -que ampliamos con información de varias webs-, algunas curiosas anécdotas, y una referencia a la próxima calle del conde de Ribadeo.

( Fachada actual de la Iglesia de San Martín ) (*)

“A poca distancia de las Angustias –escribe Juan Carlos Urueña- se alza la iglesia de san Martín, donde se bautizó a don José Zorrilla. Es uno de los templos más antiguos de la ciudad pues se sabe que ya existía en 1148. En los primeros años del siglo XIII se construyó la torre gótica a imitación de su vecina de la Antigua, e incluso tuvo un tejado piramidal como ésta. Todas las construcciones góticas tienen su misterio y ésta no iba a ser menos. Refiere Antolínez de Burgos en su “Historia de Valladolid” «que es cosa maravillosa lo que vi en ella.» Cuenta que durante las obras de cimentación de una nueva capilla a tres pasos de la torre, sacaron muchos huesos de un antiguo cementerio que allí había. Con intención de volverlos a enterrar, cavaron una fosa y descubrieron un nicho de piedra «que entraba tres partes de las cuatro debajo de la torre y la otra salía afuera.»

De este nicho se sacaron unos huesos de los que dice Antolínez:

«tan grandes que suponían ser de algún gigante; en mi poder tengo algunos fragmentos o trozos, como son un colmillo y un diente y dos pedazos del casco de la cabeza, que obligan a creer por su tamaño que eran de persona de monstruosa estatura.»

Al creer que el nicho era anterior a la construcción de la torre, Antolínez supuso que el gigante fue “algún moro”. Habrá que esperar a que se realice algún día una cata arqueológica para ver si con suerte aparecen tales huesos de moro gigante o de mula torda.

De frente a san Martín, del otro lado de la calle de las Angustias, está la calle del conde de Ribadeo. Don Rodrigo de Villandrando fue un caballero aventurero que buscó la gloria militar en Francia y la consiguió. Después de varias gestas en el campo de batalla, ganó la admiración de los franceses y llegó a casarse con una hija del duque de Borbón. De regreso a España, entró al servicio del rey Juan II que recompensó su valía otorgándole el título de conde de Ribadeo. Gracias a este conde se libró el rey de caer en las garras de don Enrique en la ciudad de Toledo, y la gratitud real se tradujo en un curioso privilegio:

«…a vos e los otros condes vuestros sucesores que después viniesen, hayan e lleven e les sean dadas las ropas e vestiduras enteramente que Nos, e los reyes e nuestros sucesores en Castilla e León que después de Nos vinieren, vistiésemos en el día de la Epifanía (el día de Reyes) de cada un año para siempre jamás…»”

( La torre románica de San Martín) (*)

Hasta aquí la información de Urueña, que ampliamos con varias informaciones. La primera, ya recogida en esta páginas, que ahora recordamos, aquella leyenda de que el rey Felipe II al nacer fue sacado por una de las ventanas del palacio, de la que cuelga una cadena, para que fuera bautizado en la Iglesia de San Pablo, pues de salir por la puerta del palacio debería haber sido bautizado en la cercana Parroquia de San Martín. También hemos recogido cómo el conde Ansúrez y doña Eylo fundaron en Valladolid la
Colegiata de Santa María la Mayor, ocupada por monjes benedictinos cluniacenses, consagrada el 25 de mayo de 1095, y edifican en Valladolid su palacio y la iglesia de Santa Maríade la Antigua, al tiempo que repuebla la ciudad creando un nuevo barrio en torno a la iglesia de San Martín y construye el Puente Mayor sobre el Pisuerga, crecimiento urbano tras el que Pedro Ansúrez logra el rango de villa para Valladolid. Cuando hablamos de San Martín lo estamos haciendo de los orígenes de nuestra ciudad.

Muy interesante un artículo de Vallisoletvm, “Iglesia de San Martín” de Febrero de 2010, que reza: “A la iglesia de San Martín se la cita ya como existente en el año 1148 aunque por entonces tendría la condición de ermita. El populoso barrio que iba a crecer a su alrededor la convierte inmediatamente en parroquia.

La iglesia destacaría dentro del perfil urbano por la esbeltez de su torre campanario cuya fisonomía corresponde a los primeros años del siglo XIII habiéndose, probablemente, tratado de imitar la de la vecina iglesia de Ntra. Señora de la Antigua; como ésta tuvo también tejado piramidal por remate”.

Encontramos esta ampliación en Wikipedia: “Destaca por su torre campanario, románica con arcos apuntados, que data del siglo XII, tomando como modelo la de la iglesia de Santa María de La Antigua y con una similar organización de huecos. Originalmente, al igual que su modelo, tuvo un chapitel piramidal de fuerte pendiente, que fue desmontado al empezar a aparecer grietas en la torre, diciéndose en 1788 que su desmonte se había realizado mucho tiempo atrás.”

( Retablo de la Iglesia de San Martín) (*)

Continua el artículo de Vallisoletvm: “La sobriedad de su decoración y los arquillos apuntados de sus ventanas expresan una cronología más avanzada y una sensibilidad gótica. Este primitivo templo, más o menos reformado o ampliado, permaneció en pie hasta el año 1588, momento en que se decide su demolición para levantar una nueva iglesia. La traza la facilitó el arquitecto Diego de Praves, que proyectó una iglesia de una sola nave, con capillas hornacinas, alojadas entre pilares decorados con pilastras toscanas, cubierta por una bóveda de medio cañón sobre arcos fajones y una cúpula ciega sobre pechinas en el tramo de su crucero.

Un modelo típico de iglesia conventual, empleado en esta ocasión con fines parroquiales. El cantero Rodrigo de Olabe fue quien se encargó de la construcción, comprometiéndose a fabricar la capilla mayor y el crucero en un plazo de dos años, que al parecer no pudo cumplir.

Todavía en 1596 Gaspar Guisado se ocupaba de construir la bóveda, mientras que el alarife Juan de Ballesteros hacía los tejados, interviniendo en ese mismo momento Diego de Praves y Azcutia para dar “la planta de las gradas y trazar el cómo se ha de postear la yglesia”. En la fábrica intervino también Juan de Mazarredonda.

A lo largo del interior de la iglesia existió una inscripción especificando que todo el templo lo fabricó en 1621 el arquitecto Francisco de Praves, circunstancia que permite suponer que el hijo de Diego de Praves hizo la nave del templo y la portada, ya que las obras estuvieron interrumpidas desde 1601 a 1610 por lo menos, años en los que no se constata ningún gasto extraordinario en sus cuentas.

( El Camarín de San Martín, cobijado por la torre románica, es uno de los rincones más bellos de nuestra ciudad ) (*)

La fachada, sumamente austera y articulada en dos planos, se remata en un frontón triangular, ofreciendo un esquema muy palladiano. Su portada, concebida como un arco triunfal muy simplificado, presenta en su imafronte el altorrelieve que realizó en 1721 Antonio Tomé, representando a San Martín entregando su capa al mendigo.

Su antiguo retablo mayor que subsistió hasta 1672 estaba formado por pinturas sobre tabla, colocadas entre pilastrillas, con historias de San Martín y de otros santos; en medio se situaba la escultura de Nuestra Señora de la Peña de Francia.

En el colateral del evangelio se disponía el altar de Santa Ursula que en 1622 era “nuevo de talla y pinturas todo él dorado” y poseía reliquias “metidas en unos cuerpos de vírgenes”. El altar del lado de la epístola estuvo dedicado primeramente a San Sebastián, pero en 1606 se sustituyó por un altar de Nuestra Señora de la Concepción formado por “columnas grandes que abrazan con su cornisa por arriba una imagen de Ntra. Señora de la Antigua de Sevilla muy grande”. Debajo de la torre y “en el hueco Della” –actualmente sirve como sacristía- se hallaba la capilla del Santo Cristo cuyo altar fue nuevamente adornado en 1622.

Retablo prechurrigueresco. La primera capilla “fuera de la mayor”, construida en el cuerpo de la iglesia, fue la del dominico Fr. Alonso Fresno de Galdo, obispo de Honduras, que en 1622 tenía “un retablo de madera blanco nuevo con Cristo de bulto ya pintado”, retablo que en 1626 ya se había dorado al igual que su reja “dorado de negro y oro con sus bolas”. Enfrente de esta capilla, en el muro de la epístola, estuvo el grupo de San Martín “puesto a caballo, dando la media capa al pobre, con sus andas”. En 1968 se restauró por el hundimiento de bóvedas y cubiertas.”

( La Quinta Angustia, talla de Gregorio Fernández 1625 ) (*)

En valladolidweb.es encontramos más información de interés: “El Retablo mayor fue realizado por Pedro de Cea en 1672. Tiene seis grandes columnas salomónicas, y el altorrelieve de San Martín partiendo la capa es obra del escultor Juan Antonio de la Peña. En la parte central del retablo se encuentra una escultura de San Benito de mediados del siglo XVIII.” Por cierto que la parroquia se denomina “de San Martín y San Benito el Viejo”; Wikipedia nos aclara que “En 1812, se juntó esta parroquia con la de San Benito el Viejo, por lo cual hoy la iglesia tiene esta doble advocación”.

Y añade valladolidweb: “La siguiente capilla fue patronato de Gaspar Vallejo, se encuentra cerrada por una gran verja barroca. Es la más grande de todas y está rematada con una cúpula barroca con yeserías que se representan a ocho Apóstoles. El retablo, que era de la siguiente capilla, es de alrededor de 1622 y contiene un lienzo de San Ildefonso obra de Diego Valentín Díaz. Fue construida entre 1694 y 1698 por los arquitectos Pablo Mínguez y Manuel Izquierdo.

La última capilla está dedicada a San Juan de Sahagún, fue construida en 1620 por el obispo que fue de Honduras Alfonso Fresno de Galdo. El retablo y las esculturas, de estilo neoclásico, son de la capilla anterior. El grupo del Santo Angel de la Guarda es obra de Juan de Avila.

(Wikipedia recoge esta foto sin indicación de quien sea el autor, solo dice “Crucificado en la iglesia de San Martín”. En el artículo menciona: “Hoy, esta sacristía está sin uso como tal, pues se utiliza para este fin el espacio bajo la torre, que antiguamente acogía la capilla del Cristo”; quizá sea éste) (*)

El 15 de marzo de 1965, dado su mal estado, se hundieron todas las bóvedas y cubiertas de la nave y crucero. Se pensó demoler toda la iglesia, dejando sólo la torre, pero al final se conservó el edificio, aunque rebajando la altura de la nave hasta el entablemento interior, con lo que se perdieron las ventanas de la nave. Originalmente la fachada tenía dos cuerpos en altura separados con una imposta plana y se remataba con un frontón.

Durante el año 2004 y 2007 se realizó su rehabilitación total, tanto de la iglesia como de la torre y del Retablo.”

Pero todavía nos parece más amplia la información que añade Wikipedia, tras relatar sus orígenes: “A lo largo de los tiempos, el templo ha ido sufriendo modificaciones y añadidos. Así, en 1620, se construyó la capilla del Obispo don Fresno de Galdo, utilizando como ingreso la primera capilla hornacina (desde la cabecera) del lado del Evangelio. La capilla tiene planta cuadrada y se cubre con cúpula de media naranja, todo siguiendo los patrones clasicistas de ese momento. Posee un retablo neoclásico procedente de la capilla contigua, la de don Gaspar Vallejo.

La capilla de San Juan de Sahagún, mandada edificar por Don Gaspar Vallejo, es vecina de la anterior y usa como ingreso la segunda capilla hornacina desde la cabecera del lado del Evangelio. Es un interesante conjunto barroco, edificado entre 1694 y 1698 por los arquitectos Pablo Mínguez y Manuel Izquierdo. Posee tres tramos, cubriéndose el central por medio de una cúpula sobre pechinas decorada con las figuras de ocho apóstoles, la Inmaculada Concepción y yeserías policromadas; los dos tramos extremos se tapan con sendas bóvedas de cañón también decoradas con yeserías.

Actualmente, la capilla posee un retablo clasicista del primer tercio del siglo XVII procedente del desaparecido convento de San Francisco que alberga la pieza escultórica más importante del templo, la Quinta Angustia, una Piedad en altorrelieve de Gregorio Fernández, tallada en 1625. Está considerada obra paradigmática del período central del maestro. Pese a no haber sido concebida como paso procesional, ya que está sin trabajar por la parte posterior, esta talla constituye uno de los pasos más emblemáticos de la Semana Santa vallisoletana, donde desde 1927 desfila como titular de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad. La capilla se cierra con una estimable reja que cubre todo el arco, realizada entre 1698 y 1701 por Bartolomé de Elorza. En la capilla de San Juan Bautista (primera desde los pies del lado del Evangelio), que se cierra con una buena reja de principios del siglo XVIII, se encuentra la pila bautismal donde fue bautizado el poeta José Zorrilla en 1817.

El retablo mayor fue construido entre 1672 y 1681 por Pedro de Cea y Cristóbal Ruiz de Andino, dorándose en 1683. Presenta seis grandes columnas salomónicas. En el ático se encuentra un altorrelieve que representa a San Martín dando su capa al mendigo, obra del escultor Juan Antonio de la Peña (1674). En el nicho central del retablo se encuentra una escultura de San Benito de mediados del siglo XVIII. (Hay que tener en cuenta que la cercana iglesia de San Benito el Viejo fue cerrada al culto en 1812 y que se unieron en esa fecha las parroquias de San Benito el Viejo y San Martín en el templo de esta última). En un transparente situado en el centro de este retablo se halla la imagen de Nuestra Señora de la Peña de Francia, que contó con gran devoción en el pasado.

En 1712 se construyó la sacristía, a la espalda de la capilla de D. Fresno de Galdo. Es una estancia de planta rectangular con tres tramos cubierta con bóvedas de arista con yeserías de gran relieve. Hoy, esta sacristía está sin uso como tal, pues se utiliza para este fin el espacio bajo la torre, que antiguamente acogía la capilla del Cristo.

El 15 de marzo de 1965, debido al escaso mantenimiento que había tenido el edificio durante las décadas anteriores, se hundieron súbitamente todas las bóvedas y cubiertas de la nave y crucero. En un primer momento, se barajó demoler toda la iglesia, dejando sólo la torre, si bien al final se conservó el edificio, aunque rebajando la altura de la nave hasta el entablemento interior (con lo que se perdieron las ventanas de la nave) y cubriéndola con un cielorraso que sustituye las bóvedas de arista hundidas.
Entre 2004 y noviembre de 2007 el edificio fue intensamente restaurado, renovándose los cielorrasos y las cubiertas, consolidándose las fábricas y limpiando y pintando el interior. El retablo mayor fue restaurado igualmente y a sus pies se descubrieron bastantes lápidas sepulcrales de los siglos XVII y XVIII, que se han dejado visibles. Durante ese tiempo, la imagen de La Quinta Angustia estuvo alojada en el vecino Convento de las Descalzas Reales.

En el exterior destaca la fachada principal, a los pies. Es muy sencilla y sobria. Originalmente tenía dos cuerpos en altura separados con una imposta plana y se remataba con un frontón. En el inferior se situaba la portada, que manifiesta gran influencia del Palladianismo; está concebida como un arco triunfal simplificado, mostrando un altorrelieve realizado en 1721 que muestra a San Martín entregando su capa a un mendigo. El cuerpo alto tenía una sencilla ventana adintelada. El cuerpo alto y el frontón original se perdieron en 1965, con el derrumbe de las bóvedas de la nave central, procediéndose a rematar en ese momento la fachada con actual frontón, bastante poco proporcionado.”

Solo añadir que hace unas semanas pasé por San Martín, y aún no estaba allí la talla que realizara Gregorio Fernández en 1625, la Quinta Angustia, que por cierto fue uno de los pasos que acompañaron el Vía Crucis que presidió Benedicto XVI en la penúltima Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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