“Experiencias de la modernidad”, en el Museo Patio Herreriano

Por José María Arévalo

( En la exposición del Patio Herreriano de Valladolid “Experiencias de la modernidad”) (*)

El pasado 15 de Mayo presentaba el Museo Patio Herreriano la muestra de 140 obras de los primeros ecos de vanguardia en España bajo el título «Experiencias de la Modernidad. Arte en España. 1916-1956». Pero más que una exposición es un replanteamiento de las colecciones y de los espacios expositivos del Museo Patio Herreriano, de forma que, organizada en cinco salas, tiene vocación de permanente, y pretende ser un recorrido por los principales movimientos, artistas y tendencias de la primera mitad del siglo pasado. Como siempre, echamos de menos a la mayoría de nuestros pintores castellano-leoneses, y tenemos que volver a reivindicar ¡¡¡nuestros pintores a nuestros museos¡¡¡

En anteriores ocasiones hemos echado la culpa de esta exclusión de nuestros Castilviejo, Vela Zanetti, García Benito, y un largo etcétera, al deformado concepto de modernidad o contemporaneidad al uso. Pero una muestra donde se reserva un apartado al realismo en esa época, como veremos, nos obliga a pensar en otros motivos. Nos da alguna pista el que, bajo este mismo título se celebró antes una exposición – del 12 de febrero al 10 de marzo- en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, presentada también por la Asociación Colección Arte Contemporáneo, con una selección de setenta obras entre las más de doscientas que la Asociación posee de este periodo, y de las que 140 (no la totalidad, como se publicitó entonces) aparecen ahora en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, sede de la Colección desde 2002.

La Asociación Colección Arte Contemporáneo –explica la web de la Real Academia de San Fernando tras la reseña de la exposición-, fue creada en 1987 con el objetivo de contribuir a la conservación y divulgación del patrimonio artístico español a través de un conjunto de fondos que narra la historia del arte español del siglo XX, cuando una treintena de empresas españolas alentadas por Julián Trincado, Presidente de UNIÓN FENOSA, asumieron el compromiso de contribuir a la conservación y divulgación del patrimonio artístico español. Los miembros, socios protectores, realizarían aportaciones económicas anuales para adquirir las obras de arte contemporáneo que se incorporarían a la colección, y una Junta Directiva aprobaría la adquisición de éstas y la selección la propondría una Comisión Asesora constituida por primerísimos expertos. Desde el principio la Comisión Asesora y la Junta Directiva establecieron que las adquisiciones se realizarían atendiendo, no tanto a las grandes firmas que acapararían exclusivamente para si todos los recursos –ya avanzamos que este criterio no se ha cumplido, como se aprecia en la relación de autores que figuran en la muestra, que incluimos más adelante, si bien es cierto que las obras no son de las más cotizadas-, sino de una historia no narrada y descriptiva del arte de España en el siglo XX y posteriormente en el XXI. Así se delimitó el marco de actuación que desde entonces ha caracterizado la Colección: la búsqueda y protección del arte “emergente” realizado en nuestro país, así como el rescate y puesta en valor de la historia de nuestras vanguardias desde 1916.

Así quizá se explica mejor la ausencia de nuestros pintores del Museo Patio Herreriano. Lo que se entiende menos es cómo han podido ejercer tan poca influencia las empresas castellanas y especialmente vallisoletanas que participan, como Bodegas Vega Sicilia, S.A., aunque ya es mucho que se haya conseguido traer la colección a nuestra ciudad. Una colección que cuenta con un conjunto de 1.120 esculturas, pinturas, obras sobre papel, fotografías, videos e instalaciones. El problema es que la propaganda institucional afirme que en ella “aparecen representados la mayor parte de artistas españoles o que, habiendo nacido en otros países, han producido en España, de los siglos XX y XXI”; y que constituye “una Colección única, cuyo estudio es imprescindible, para aquel que quiera conocer el Arte Contemporáneo Español”. Luego nuestros pintores castellano-leoneses prácticamente ni han existido. Increíble.

( Presentación de la exposición del Patio Herreriano de Valladolid “Experiencias de la modernidad”. Foto Heras en ABC) (*)

Al presentarla, el presidente de la Asociación, José Lladó Fernández Urrutia, incurría en un gran contrasentido, ya que afirmaba que el objetivo que perseguían las 22 empresas que la iniciaron era «rescatar a nuestros artistas que por circunstancias de naturaleza histórica en España les hizo difícil ser conocidos»; eso sí hubiera podido justificar la ausencia en ella de nuestros grandes maestros, pero entonces el valor de lo expuesto se viene abajo. Y va nuestro alcalde, Javier León de la Riva, y recomienda al público «que no se pierda la oportunidad de contemplar esta selección de obras que sintetiza lo mejor de los artistas españoles de la primera mitad del siglo XX». No ha echado en falta a García Benito ni a Castilviejo, de los que la sala municipal de La Pasión ha realizado varias magníficas exposiciones que él mismo inauguró.

Bueno, vamos a ver qué nos ofrece actualmente, en la reorganización del vallisoletano Museo Patio Herreriano, esta muestra con la que se conmemora la primera década del museo y el 25 aniversario de la Asociación Colección Arte Contemporáneo. Me ha sorprendido el que la actual exposición tiene una ordenación distinta de la que se dio a la muestra previa que se hizo en Madrid con un criterio más histórico. Ahora se ha seguido un criterio conceptual poco inteligible. Y así –resumió ABC-, la primera de las salas parte del concepto «Polaridades» y en ella se pretende recoger que los artistas españoles, más que afiliarse a un «ismo» concreto, optaban por un camino u otro para elaborar una premisa interesante. La segunda sala, bautizada como «afinidades» y con la mayoría de obras emparejadas, refleja como estos creadores teniendo distinto origen y trayectoria llegaron a elaborar algo similar o común. El tercer espacio agrupa el concepto «Fisonomías», ahondando en la figura humana «y cómo el arte y la sociedad se transformaban a la vez que las personas». «El logos inverso», concepto por el que se decantó el comisario en lugar del surrealismo que, en su opinión, implica una militancia, y «La vida de las formas», que refleja cómo «el arte español ofreció soluciones originales» desde la abstracción lírica o desde el arte constructivo, completan el recorrido.

Mucho mejor información, y más clara para hacerse una idea del contenido, se dio en la muestra madrileña, que puede verse en la web realacademiabellasartessanfernando.com, y que paso a reproducir, prescindiendo de las notas que he tomado en la visita al Patio Herreriano, tratando de aclararme del orden escogido, sin conseguirlo. Espero que les ayude a ustedes si se deciden a verla.

Comienza la web de la Real Academia con una explicación de lo que se entiende por moderno, de la que reproduzco un par de párrafos. “El «arte nuevo» tuvo un momento previo entre los años 1911 y 1917. Un segundo momento, de plena definición se dio entre los años 1917 y 1927. En esta década el «arte nuevo» recogió la herencia de los primeros «ismos» del siglo XX y se enfrentó con la presencia emergente —e incluso contradictoria— del llamado «retorno al orden» y del realismo moderno y el surrealismo. La década comprendida entre 1917 y 1936 fue para el «arte nuevo» un momento de plenas realizaciones e internacionalización, ofreciendo entonces la renovación plástica española sus propuestas más originales. En estos años, además, los implicados en el «arte nuevo» fundaron o renovaron por completo el sentido institucional de las artes en España.

No es posible entender la comprensión de la experiencia española de la Modernidad como el mero eco de voces parisinas, como la mera imitación de fórmulas ya dadas, o como la mera asimilación de los «ismos» europeos. Es conveniente acercarse a la renovación plástica española desde otros parámetros, que son lo que la exposición que aquí se presenta quiere recoger”.

Y a continuación resume los cuatro «registros de sensibilidad», o «poéticas» en que se organizaba aquella muestra. En el primero, “Poéticas de la forma”, se presentaba
el cubismo como propuesta de referencia, extendiéndose, bajo esta comprensión, a las poéticas constructivas que comenzaron a desarrollarse en la década de 1930 y que fueron redefinidas en el cruce de las décadas 1940 y 1950. Incluía obras de Rafael Barradas, Daniel Vázquez Díaz, Joaquín Torres-García, José Moreno Villa, Joan Sandalinas, Julio González, Pablo Gargallo, Eudald Serra, Luis Castellanos, Ramón Marineŀlo, Honorio García Condoy, Virgilio Vallmajó, Eduardo Chillida y Pablo Palazuelo.

En el segundo espacio, “Poéticas del signo y la superficie” se recogía la transformación que, a partir de la segunda mitad de la década de 1920, especialmente a partir de 1927, sufre la sensibilidad global del espacio de lo Moderno y cómo surgieron demandas de la sensibilidad basadas en la intuición y el lirismo. En esta nueva corriente fue muy importante el concepto de «dibujar en el aire» de Julio González, pero también la denominada «figuración lírica» surgida entre creadores españoles en el entorno de la revista Cahiers d’Art. Obras de Francisco Bores, Joaquín Peinado, Hernando Viñes, Alfonso de Olivares, Josep de Togores, Joaquín Torres-García, Pancho Cossío, Joan Miró, Benjamín Palencia, Leandre Cristòfol, Julio González, Mathias Goeritz, Fermín Aguayo, Santiago Lagunas, Modest Cuixart y Enric Planasdurà.

En el tercero, “Poéticas de lo telúrico”, se subrayaba cómo, en la atmósfera creada por lo surreal y desde el sentido último de las metamorfosis picassianas, el reconocimiento estético de la naturaleza a través de las premisas de lo moderno, condujo a la conciencia plástica de lo telúrico. Desde esta asimilación del «ser de la naturaleza» al «ser del arte», se proyectó buena parte de la conciencia estética del arte español del siglo XX. La «poética de lo telúrico» se situó en un registro muy importante de la obra de Picasso, Miró, Dalí y Óscar Domínguez, estuvo en la base de la denominada «Escuela de Vallecas» e insufló buena parte del surrealismo español, trasladándose luego, especialmente a través de la obra de Ángel Ferrant, a la conciencia estética de posguerra. Obras de Dalí, Miró, Óscar Domínguez, Wilfredo Lam, Ismael G. de la Serna, Benjamín Palencia, Joan Massanet, Antonio Rodríguez Luna, José Moreno Villa, Juan Manuel Díaz Caneja, Maruja Mallo, Nicolás de Lekuona, Julio González y Manuel Millares.

Y en el cuarto y último apartado, “Poéticas de lo real”, o «poéticas de lo real como imaginario», se recogía que la reconsideración de los realismos de entreguerras vino a modificar el sentido histórico establecido en la concepción del Arte Moderno. Los realismos modernos sirvieron en las artes plásticas españolas para expresar las transformaciones sociales e individuales de las décadas de 1920 y 1930; desde los cambios en la condición femenina al reconocimiento de nuevas expresiones de la intimidad o de la sexualidad. Y el mito o la verdad de una «nueva vida» se convirtieron, entonces, en el «imaginario» de lo real. Obras de Joaquim Sunyer, Josep de Togores, Celso Lagar, Carlos Sáenz de Tejada, Roberto Fernández Balbuena, Ángeles Santos, Maruja Mallo, Mariano de Cossío y Julio González”.

Este criterio más histórico con que se planteó la muestra madrileña, lo he alabado en los artículos que en este blog hemos dedicado a la reorganización de la colección permanente del Museo Reina Sofía, que hace mucho más inteligible la exposición del arte del siglo pasado. Sinceramente, y aunque me debo congratular con que esta Colección se haya asentado en nuestra ciudad, no encuentro mucha diferencia de la selección realizada con la que del mismo periodo contiene la exposición permanente del Reina Sofía, y de la que parece simplemente una versión muy reducida. Al final llego a la conclusión de que uno y otro son la mejor expresión del llamado “arte oficial”, el políticamente correcto, que ni mucho menos es el mejor y ni siquiera el más significativo. Es interesante al respecto que, en la presentación en Valladolid, el comisario de la muestra, Eugenio Carmona, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga, comentara que los artistas cuya obra ha sido seleccionada para esta muestra «creaban con la conciencia de que trabajar para el arte moderno era hacerlo también por la regeneración de la sociedad». Me recuerda el famoso debate sobre los pintores de la España negra, y la conclusión de Unamuno de que lo mejor es apreciar el arte por el arte. Lo que se olvida en estos museos del mal llamado arte contemporáneo que, parece mentira, excluyen a nuestros grandes maestros castellanos y leoneses. Una pena.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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