Por Carlos de Bustamante

(Casetas.1994 . Óleo de José María García Fernández “Castilviejo”)(*)

Como hoy-11-IX- es el último domingo de nuestra estancia en Lanzarote, lo hemos celebrado. ¿Será porque volvemos a casa? Pues no, miren. Celebración de acción de gracias. Santa Misa por la mañana en san Ginés (Arrecife). Rendida acción de gracias, por la maravilla de los días pasados en la que muchas veces he llamado “isla del amor”. Días luminosos y alegres en compañía de nuestra familia canaria (o sea, que vive en Canarias). Alegres, porque a este matrimonio anciano-aunque digan que todavía no- con 55 años casados, nos ha ido fenomenal. Los achaques propios de la edad han estado, g. a D., de veraneo, como nosotros. Aunque volverán por ley inexorable, nos ha sabido a gloria esta tregua. En tiempo de prórroga. Con más moral que el portero del alcoyano y si Dios es servido, en la acción de gracias hemos pedido que se repita. Y ustedes que lo vean.

No hubo ocio, pues no creo que consista en eso el descanso. Sí, cambio de ocupación. De la rutina –curioso- a la actividad. Pero muy distinta. He visto a mi mujer, regar el jardín y los tiestos. Nadar con la suavidad que sólo ella sabe hacerlo en la piscina de nuestros hijos. Tomar moderadamente el sol en un ambiente de relajación extrema. Ayudó, claro, en las labores de la casa, pero con paz y alegría inmensas. Sin los agobios de la capital peninsular. Una gozada.

Y de mí, pues qué quieren que les diga… ¿Acaso no es suficiente seguir con más ganas de vivir? En el agua de la piscina, y nadando como buenamente puedo, me relajo. Con el clima canario disfruto. Con las vistas del mar, respiro hondo. Con los anocheceres mágicos de Lanzarote, sueño aún despierto. Con las tertulias familiares en la terraza, me siento como en otro mundo. ¿Será otro el canario? Lo malo es que, como todo placer, “después de acabado da dolor”. Y los días conejeros que nos restan, ya se pueden contar con los dedos de una mano y sobran dedos. Dolor.

A pesar de por demás sabido que el Pisuerga pasa por Valladolid, no me apetece volver a donde “te aclimatas o te aclimueres”. A los “nueve meses de invierno y tres de infierno”. Sin vergüenza ninguna, aquí he pasado más de un mes en pantalón corto, salvo para asistir a la Santa Misa. Camisa de manga corta mañana, tarde y anochecido. Traje de baño (soy antiguo) toda la mañana, y entrenamiento (¿) fraccionado con largos de piscina en aumento. Poco sol por los epiteliomas y curtido por los confortantes alisios. A pesar de que aquí se vive el doble, he cumplido años (78) sólo una vez. También una vez sola nuestro aniversario de boda (55). Y desde hacía qué sé yo los años, conseguí cantar. E hice la voz profunda de:

“Al marinero en el mar/Nunca le falta una pena/ Que si se apaga el farol/que si se apaga la vela.

Marinerito arría la vela/que está la noche tranquila y serena/Noche tranquila y serena/que es buena para rondar/ y a los enamorados/les gusta la oscuridad.

Marinerito arría la vela, que está la noche tranquila y serena”…

Dicen que la misión de cada hemisferio cerebral, es diferente. Pero que lesionado uno, con entrenamiento y constancia puede suplirle el otro. No les digo que el cántico sea más importante que caminar. Para mí, casi. Imposible bien lo uno –caminar-, “velay” que consolide lo otro. Cuando mis hijos no me echaron anoche del coro, es que demasiado no desentonaba. Si consiguiera recuperar al menos parte de mis antiguas facultades, de las que el foramontano Javier Pardo me es testigo de que no eran en absoluto despreciables en el coro de la Academia, quedan cuantos me lean, invitados a una cerveza.

¿Tendré con cinco euros…? Es que como hoy dicen-y no precisamente “radio macuto”- que estamos al borde del abismo, no tengo seguro el cobro de mi modesta pensión. Esperanzador, sin embargo, que por “obrero y socialista”, comparta conmigo su palacio en Tánger. O los áticos el otro. O la mansión del Caribe la otra “miembra”. Tranquilos, pues, que con esas particiones que acostumbran… la sangre no llegará al río. En último extremo, “nos quedan” la casa de León y la Hípica de Bonanza. Nada, lo dicho: cerveza en juego. ¿Vale? Pues vale.

Mañana, si Dios es servido, último artículo conejero.


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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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