Los lunes, revista de prensa y red

“Boabdil no tenía motivos”, de Arturo Pérez-Reverte y “17.112”, de Luis Alejandre

(Acuarela de Clemente Martínez, de felicitación de Navidad 2010)(*)

BOABDIL NO TENÍA MOTIVOS .
Artículo de Arturo Pérez-Reverte publicado en El Semanal el pasado 26 de Diciembre

No quiero que se vaya 2010 sin glosar un recorte de prensa que tengo sobre la mesa. Hace unas semanas coincidieron, en tiempo y espacio, el alarde habitual de cinismo de las autoridades del ramo tras la publicación de cada informe Pisa sobre el estado de la educación en España -sólo estamos un poco por debajo de la media, no vamos tan mal como parece, etcétera- y una cosita de la Junta de Andalucía que me hace tilín. Sobre nuestro coma educativo no voy a extenderme, pues acabo de desayunar y sería incómodo que la náusea me hiciera vomitar el vaso de leche y los crispis sobre el teclado del ordenata; sobre todo si recuerdo los paños calientes del ministro responsable, señor Gabilondo, el triunfalismo idiota de su secretario de Educación -que ni me acuerdo de cómo se llama ni me importa un carajo-, o el de ciertos presuntos consejeros de Educación de los diecisiete putiferios del Estado español. Dicho sea lo de “Estado” con las cautelas oportunas.

El adobo de choteo, como digo, lo pone el recorte de prensa que mencionaba. Lo leí cuando se hacían públicos los datos que, una vez más, confirman que la lucha honorable de tantos maestros españoles, maniatados por nuestro triste sistema educativo, es una batalla perdida; que la excelencia en las aulas es políticamente incorrecta, que todo se iguala por abajo en favor de la apatía y la mediocridad, y que preferimos tener masas de chusma informe antes que élites preparadas que le pongan letras mayúsculas a la palabra futuro. Tengo ese recorte sobre la mesa, como digo, y me partiría la caja si no fuera porque el asunto tiene poca gracia. Mientras el informe Pisa confirma que Andalucía sigue a la cola de Europa, lo que preocupa a la Junta que gobierna esa autonomía, la prioridad a la que dedica tiempo y viruta, lo que le quita el sueño y merma su presupuesto, es publicar una guía de 71 páginas para propiciar «el conocimiento de la perspectiva ecofeminista y potenciar el lenguaje periodístico desde una perspectiva de género medioambiental».

Lo de menos es que Andalucía, inculto patio de Monipodio de políticos oportunistas y clientela comprada con subvenciones, carezca de medios para que los colegios funcionen, los alumnos progresen, y los profesores heroicos dispongan de medios en la desigual lucha que libran. Por ahí pasa la Junta de puntillas. Para lo que comparecen cuatro consejeros -Medio Ambiente, Presidencia, Igualdad y Hacienda- es para exigir al mundo que se evite la palabra “actor” sustituyéndola por “persona que actúa”, que en vez de “futbolistas” digamos “quienes juegan al fútbol”, que en vez de “parados” se diga “personas sin trabajo”, que los “ciudadanos” se transformen en la “ciudadanía”, el “hombre en la humanidad, los niños en la infancia y los andaluces” en el “pueblo andaluz”.

Llegados a este punto, diríamos que la imbecilidad de la Junta andaluza, encarnada en sus representantes, quedó exhausta. Pues no. Aún les quedó resuello para poner algunos ejemplos de cómo evitar el lenguaje machista. Por ejemplo, sustituyendo la frase «los maestros les prohíben usar el móvil a los alumnos» por «el profesorado le prohíbe usar el móvil al alumnado»; que, además, resulta un delicioso pareado. Aunque mi recomendación favorita del informe juntero -me pregunto cuánto costó, y a quién arregló el año la subvención, o mandanga- es la que critica la frase «Páez estuvo magnífico en su intervención y la señora Martínez iba muy elegante» y exige cambiarla por «Páez estuvo magnífico en su intervención y la señora Martínez realizó unas aportaciones muy inteligentes»; dando por sentado que la señora Martínez, sea quien sea, y por el hecho de ser mujer, tiene que aportar inteligencia por cojones.

Sería injusto afirmar que en este alarde de sentido común y gusto expresivo, la Junta se olvida de la educación y la cultura. Hay una exigencia de la que, supongo, tomarán nota todos los profesores -el profesorado- que expliquen a sus alumnos, o alumnado, la Historia de Andalucía y de España; dicho sea lo de “España” sin ánimo de ofender. Según lo que recomienda el manual juntero, la madre de Boabdil ya nunca podrá dirigirse en los libros de texto a su destronado chaval con las palabras que le dedicó en 1492, largándose de Granada: «No llores como una mujer lo que no defendiste como hombre». La frase, ahora, será: «No llores, pues no tienes motivos para ello». Y punto. Ocho siglos de Reconquista, como ven, resueltos y simplificados de un plumazo. ¿Motivos? ¿Reconquista de qué? Más fácil para los chicos, imposible.

No puede ser, me digo, que sean tan analfabetos. Ni tan estúpidos. Eso me digo una y otra vez. Serían inocentes, y en nada de esto acabo de ver inocencia alguna. Me pregunto, entonces, cuál es la frontera que separa a un analfabeto de un sinvergüenza.

17.112 .

Artículo de Luis Alejandre, General y ex Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, publicado en La Razón el pasado 23 de Diciembre

Podría ser un número agraciado en el sorteo de la Lotería Nacional de ayer, pero es desgraciadamente un número más doloroso. Son los recursos que a día de hoy han tenido entrada en el Mando de Apoyo al Personal del Ejército, contra artículos de la Ley 39/2007 de la Carrera Militar.

Mientras en las encuestas se valora positivamente a la Institución castrense; mientras las palabras pronunciadas estos días en Afganistán y Líbano por responsables ministeriales hablan de sacrificios, de libertades y de seguridades; mientras se nos usa –bandeja de rancho en mano– como incentivo en luchas políticas sucesorias o en corregir desaciertos reiterados en la gestión de nuestro espacio aéreo, sufren las Fuerzas Armadas recortes sangrantes, incluidos sueldos e incentivos y podemos llegar a vender a precio de saldo desde los pocos terrenos que restan de un patrimonio trabajosamente conseguido por las generaciones que nos precedieron, hasta un batallón de carros «Leopard» a Arabia Saudí o un submarino a quien de más, en el mercado de invierno. Súmenle menos horas de vuelo, menos carburantes para ejercicios, menos mantenimiento y cuidado de instalaciones. ¡Realmente estamos para que nos feliciten! Mientras todo esto pasa, 17.112 cuadros de mando del Ejército han recurrido una mal concebida y no consensuada Ley de la Carrera Militar. Sobre un colectivo de 25.800 mandos –jefes, oficiales y suboficiales– y teniendo en cuenta que algún recurrente puede haber presentado más de un recurso, hablamos de un 65% de contestación, elevada a órganos judiciales. No hablo de firmas recogidas, ni de cartas de adhesión. Hablo de recursos que exigen abogado, procurador, provisión de fondos, sacrificio familiar.

Serían suficientes estas cifras para que dimitiesen de sus cargos actuales y de sus escaños quienes hicieron posible que esta ley se publicase en el Boletín Oficial del Estado y pedir públicamente perdón por el innecesario desgarro producido en una institución más que respetuosa con el ordenamiento constitucional y con las alternancias políticas, que –luego– innecesaria y cínicamente, éstas ensalzan. Se ha jugado con el peligroso juego del «no a la guerra» en el que incluso se suprime esta palabra de nuestras ordenanzas y ahora se pretende suprimir el término «disciplina» en las calificaciones personales de los cuadros, cuando ésta es una de las columnas vertebrales que sostienen aptitudes y actitudes de las gentes de armas.

Todo viene de personas desconectadas de la realidad en la que viven nuestras tropas, teñidas de frustraciones personales e influenciadas por lecturas mal digeridas de los decretos de Manuel Azaña. Se transfieren al amiguismo político puestos de altos cargos reservados a funcionarios, bien colando con nocturnidad un artículo en un real decreto o bien por un simple «paso por el arco del triunfo». Ahora que se había conseguido mejorar la coordinación con Exteriores situando a un uniformado en el gabinete de su ministro, modelo que funcionó hace años, ha sido inmediatamente relevado por una persona cuyo nivel intelectual no le llega al Capitán de Navío Santiago Barber, ni a la suela de su zapato.

Todo se produce cuando se quiere arrancar con otra Ley –la que insisto debería llamarse de Deberes y Derechos y no al contrario– que lleva ocho prórrogas en su trámite parlamentario y que estos días, tras derrotar una propuesta parlamentaria de UPyD que pedía fuese devuelta al Gobierno, parece programarse para el mes de abril de 2011, cuando un mes después nos enfrentemos a un transcendente periodo electoral. Por supuesto el proyecto de esta ley es un compromiso del Gobierno, pero con los antecedentes de la anterior, se mira con recelo y sin respaldo y cuando se sabe que quienes a última hora manosearán el texto proceden, como en la anterior, de un «envidiable» comunismo cubano o de la extrema izquierda nacionalista gallega.

Hoy sabemos que 43 alumnos de la última promoción han pedido la baja en la Academia General Militar de Zaragoza. Se suprimió el acceso por oposición y se dio importancia definitiva a las notas de Selectividad de 17 diferentes comunidades autónomas. No será que no avisamos del cisma que se produciría. Cierto que en el sistema anterior las solicitudes habían disminuido. Pero el engaño de un título de Ingeniería contestado por sectores importantes de la propia Universidad de Zaragoza y por el Colegio Profesional correspondiente y la posibilidad de obtener un «sueldo del Estado» no han sido suficientes para completar una promoción. Para ello hace falta vocación, concepto éste que rechina a nuestros gestores políticos.

Mientras se suprimen 3.000 efectivos de Tropa para 2011, mientras se reducen los complementos específicos y de dedicación especial en clara discriminación con los de otros ministerios, mientras el vacío de «ley habilitante» producido por la repetida Ley de la Carrera Militar que derogó totalmente la 50/1969 de Movilización Nacional es tema de discusión jurídica generalizada al tratar el tema del Estado de Alarma al que fue sometido el colectivo de los controladores, sigue sin producirse un debate serio y consensuado sobre las Fuerzas Armadas.

Éstas seguirán viviendo a golpe de la oportunidad del momento, de la orientación partidista gobernante y de ambiciones personales. ¡Estamos de enhorabuena!


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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