Vuelve la pintura naif

Por José María Arévalo

(Óleo de Ana Sánchez Marín, en su actual exposición en Caja España)(*)

Justo cuando se celebra el centenario de la muerte del padre de la pintura naif, Henri Rousseau, al que el Guggenheim de Bilbao le dedica (hasta el 12 se septiembre) la primera exposición monográfica en España, podemos también contemplar en Valladolid, en la sala de exposiciones de Caja España, en la plaza del mismo nombre, y hasta el próximo martes, la pintura naif de Ana Sánchez Marín. Los cuadros naif que recuerdo eran pocholadas de color con personajes, animales y figuritas que parecían pintados por un niño, casi sin perspectiva y algunos con tachones incluidos. Efectivamente la denominación naif (que se lee naíf, del francés naïf, ingenuo, dice Wikipedia) se aplica a la corriente artística caracterizada por la ingenuidad y espontaneidad, el autodidactismo de los artistas, los colores brillantes y contrastados, y la perspectiva acientífica captada por intuición. Sin embargo la obra de Rousseau, que descubrieron Picasso y Kandinsky, y aunque fue un verdadero autodidacta, no tenía nada de la simplicidad típica del naif posterior, pero sí la estructura conceptual y los temas típicos de lo que luego se denominaría naif. Algo de lo mismo encuentro en la exposición de Ana en nuestra ciudad, incluidas esas nubes algodonosas que pueden verse en el cuadro con que ilustro este artículo, y en la obra de Henri Rousseau, que serán todo lo infantiles que ustedes quieran, pero perfectamente pintadas.

La obra de Ana Sánchez Marín es una explosión de color, de flores, de pueblos como nacimientos, con río, colinas y animalitos, cual repostero de figuras superpuestas. Aunque los temas son efectivamente infantiles, naif, están engarzados con perfecto diseño, para proponer una organización frontal del conjunto, en un espacio pictórico casi plano, sin vacilación ni correcciones, con un extraordinario trabajo tanto en el dibujo de formas como en la elección y ejecución de los colores. Lo que da en definitiva una estupenda nitidez tanto de formas como cromática, en un estilo naif muy particular, próximo a la ilustración, de gran mérito en la realización de tal profusión imaginativa. De hecho parte de los cuadros que presenta en esta exposición son monocolor, en blanco y negro o en azules, con muy poca variación cromática, y de temas puramente urbanos –o próximos, como los paisajes de puertos y playas, en lo que, excepcionalmente, permite cierta perspectiva-. Hace falta mucho dibujo para conseguir la abigarrada simplicidad que presenta Ana Sanchez, y convertirla en expresión poética sobre sus lienzos. Magnífico trabajo, enhorabuena Ana, espero seguir tu trayectoria en la web “100×81”, en que participamos los dos.

En el folleto de mano de esta exposición, Ana ha incluido una interesante cita del libro “Del Arte Naif”, de Oto Bihalji-Merin. “La esencia y el carácter naif brotan en el campo anímico de la inocencia y la sencillez. Si el artista renuncia a ellas, pone en peligro el clima específico de su arte. A lo largo de años o decenios de actividad artística, aquel perfecciona su técnica y puede moverse con más libertad en la materia de su composición. En cambio, si su sensibilidad y receptividad disminuyen, si empieza a repetirse y se pasa a la producción en serie, puede suceder que pierda en ingenuidad y en espontaneidad imaginativa.” Efectivamente, y aunque las variaciones de estos temas de pueblecitos o ciudades son infinitas, la forma de representarlos en “collage” de motivos puede llegar a dar la sensación de que se repiten, lo que Ana evita incluyendo en cada obra nuevos asuntos, unas veces figuras humanas, otras animales concretos, que no se verán de nuevo reflejados. O cambia el color dominante, o se pasa a uno solo.

Es sabido que algunos de los pintores naif más conocidos se identificaron con escenas populares y folclóricas, que hicieron famosas las de algunos países, como Haití, Croacia, y Bulgaria (Radi Nedelchev divulgó estupendamente las de este último). Ana Sanchez, que es malagueña, sin duda refleja en esta exposición sus impresiones del paisaje andaluz, desde luego en los temas de playas, pero también en los más propiamente naifs, los de flores y pueblecitos. Tengo un recuerdo imborrable de un viaje a Málaga, entonces a través de la sierra, preñada de almendros en flor, visión increíble. Así que comprendo la alegría colorista de Ana Sanchez. La entrada en la exposición es un golpe de efecto, ante la –ya he dicho- explosión de color que uno percibe.

Ana lleva ya en estas tierras vallisoletanas cinco o seis años, de modo que me veo en la obligación de proponerla –uso intencionadamente el laismo- que aborde ya el paisaje castellano, el exterior y el interior, que creo es posible manteniendo la alegría que acostumbra a pintar. Al fin y al cabo aquí tenemos esos mares de pinos, maravillosos desde las atalayas de Portillo o Cuellar, y estos días estamos asistiendo al derroche de primavera en nuestros pueblos y riberas. Espero que arraigue entre nosotros, en su vida y en su pintura. De momento el éxito de esta exposición, como las últimas presentadas en pueblos del entorno y premios obtenidos, es un buen aliciente. Ahora a interpretar Castilla. en naif, claro, que es lo dificil.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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