Reunión en Madrid

Por Javier Pardo de Santayana

(Puerta tres. Acuarela de Tasio Flors Meliá en la exposición “100 años, 100 artistas” de Caja Círculo, Burgos, Octubre 2009.46×35)(*)

No sé si mi benevolente lector recordará un artículo mío titulado “La ofensiva que viene”. Anunciaba yo entonces los propósitos de nuestro gobierno, decidido a acabar con la tradición española empezando por su fe. Uno de los territorios en los que se pensaba entrar a sangre y fuego era el de las Fuerzas Armadas, esa religión de hombres honrados, que decía Calderón. Se habló entonces de la intención de eliminar la presencia religiosa incluso en los funerales de Estado; lamentable falta de respeto a nuestros soldados en la ocasión trascendente de honrarles por haber ofrecido su vida en defensa de los demás.

Pues bien; sólo hace unos meses, el verdugo encargado por ese mismo gobierno de erradicar nuestras convicciones más íntimas – que es lo que en el fondo pretenden – nos anunció la existencia de un “estudio” encaminado a suprimir el servicio de asistencia religiosa en los ejércitos. No obstante, como una graciosa concesión se permitiría el acompañamiento de un sacerdote en las misiones que se desarrollan en el exterior. Quizá convenga recordar que por entonces ocurrió un hecho conmovedor: un joven soldado pidió ser bautizado y confirmado en la fe estando ya al borde de la muerte. Una mina había hecho explosión bajo su blindado el día mismo en que iba a recibir los sacramentos.

Ahora, a principios de este mes de febrero, cuando se malograba la gran conjunción planetaria y coincidiendo curiosamente con la asistencia de nuestro presidente a un “desayuno de oración”, algunos periódicos españoles nos informaron de la celebración en Madrid de una Conferencia Internacional de Jefes de Capellanes Militares, que congregó a más de un centenar de capellanes como representación de un total de 36 países.

Hacía la reunión el número veintiuno de su serie, o sea que la cosa venía de largo, pero lo que yo quiero resaltar es su bendita oportunidad. Efectivamente, si algunos de nuestros ingenuos compatriotas llegaron a creer que las intenciones del gobierno español respondían a algo así como una normalización destinada a ponernos a la altura de los usos y costumbres de los países más avanzados y progresistas, o a armonizar nuestras disposiciones sobre la presencia religiosa en el ámbito militar con nuestra condición de demócratas de toda la vida, que se vayan olvidando, que de eso no hay nada de nada. Tampoco se traguen la historia de que la multiconfesionalidad aconseja eliminar la presencia religiosa entre los soldados para asumir una especie de neutralidad, pues a quien nos la contara habría que decirle que a la conferencia de Madrid han asistido capellanes católicos, protestantes, anglicanos, ortodoxos y musulmanes. Sí señor, también musulmanes.

Así que les recomiendo que escuchen a nuestro arzobispo castrense, quien se presentó a la prensa acompañado por el jefe del servicio religioso de la OTAN en Europa, el protestante Brian Van Sickle, de nacionalidad norteamericana. Recordó nuestro arzobispo lo que tantas veces hemos repetido en el apostolado castrense: que la asistencia religiosa a los ejércitos, lejos de ser un residuo del pasado como parecen suponer nuestros ignorantes o malintencionados políticos, es un derecho del soldado como ciudadano, y que “las dificultades surgen cuando no se respetan las peculiares condiciones de la vida castrense o se tienen prejuicios sobre el papel social de la religión”. Dicho con otras palabras – éstas son mías -, cuando predominan la ignorancia o la malevolencia. O las dos a la vez, como parece ser el caso.

¡Qué bien harían con callarse esos debeladores de la fe! Fíjese usted, mi amable lector, cómo la realidad acaba por imponerse al engaño. Se frustró el encuentro astral, y encima tenemos al adalid del laicismo obligado a admitir la trascendencia a regañadientes y rodeado de hombre de fe. Y cuando creía habernos engañado, vienen todos esos señores de fuera y le dan el gran mentís.

Pero claro, ¿cuántos se enteran de esto que estoy diciendo? A la famosa “ciudadanía” sólo la llega aquello que machacan día tras día los titulares de prensa, y la buena gente está ya curada de espanto y dispuesta a transigir con casi todo. Por eso yo les diría que lo que nos está diciendo a voces esta reunión de Madrid está bien claro: que por ahí todo el mundo cree, no ya conveniente, sino obligado – porque es una cuestión de conciencia – que haya un Servicio de Asistencia Religiosa en los ejércitos. Es un derecho que como tal engendra una grave responsabilidad para la autoridad política. Por algo lo hubo siempre. Y también, que la multiconfesionalidad no implica la supresión de la presencia religiosa, sino, en su caso, una presencia múltiple; o en ciertas ocasiones, por turnos, puesto que se trata de un servicio. Y añadiría que esa presencia múltiple se justifica cuando las confesiones no mayoritarias alcanzan un cierto porcentaje del total, que suele cifrarse alrededor del cinco por ciento. Les diría…

Les diría que no se dejen engañar una vez más.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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