Viernes, cerca de las once de la noche. Decido ver un rato la tele antes de ir a la cama. Hago un poco de zapping para ver si hay algo interesante, y de pronto me encuentro con TVE 24 horas. Atónita, voy siguiendo en directo los atentados de París. Algo semejante me sucedió con el 11 de septiembre. Me quedo pegada al televisor hasta la una y media de la noche. Hoy en día, la televisión te permite asistir en directo a los grandes atentados terroristas que conmocionan nuestra civilización occidental.
No sé en qué momento apareció el pequeño hombre, gris y mediocre alcalde de provincias, que los franceses se han dado como presidente. Se le ve aterrorizado. Es obvio que el cargo le queda grande. Y dice la estúpida frase: “Francia no tendrá piedad de los terroristas”. Ya.
Francia lleva dos años sufriendo atentados terroristas islamistas. Han ido in crescendo. La policía francesa no ha reconocido todas las agresiones como atentados. Se ve que los tipos se van envalentonando ante la falta de reacción, porque de asesinar a algunas personas en actos más o menos limitados, hemos pasado a Charlie Hebdo y Bataclan. Dos grandes atentados en menos de un año. Y eso que en este último ha habido un milagro: un guardia de seguridad al que alguien debería condecorar detectó al terrorista que intentaba entrar en el Estadio de fútbol con un cinturón de explosivos. ¿Cómo se combate a unos tíos que se pegan explosivos al cuerpo y se hacen detonar?
Estamos en guerra, claman los franceses. Ya. Parece que acaban de caer del guindo. Los franceses no se portaron tan bien con los españoles tras el 11 M como los españoles. No seré yo quien cante la marsellesa, ni quién diga “todos somos Francia”. Tengo memoria y conocimiento de la situación como para saber que no valen lo mismo 200 españoles masacrados en un tren que siete periodistas franceses. Por cierto, Charlie Hebdo se reía de las víctimas del avión ruso derribado en el Sinaí solo hace unos días.
Estos tipejos islámicos ponen de excusa la guerra de Siria. Con Charlie Hebdo pusieron de excusa las caricaturas de Mahoma. En el 11 de septiembre, la guerra de Irak, como en Madrid el 14 de marzo. En Nigeria, no sabemos qué excusas pone Boko Haram para enviar niñas con cinturones explosivos a los mercados y asesinar a cientos de personas. Personas, sí, porque los cristianos negros también son personas. Ahora claman los políticamente correctos: “no es cosa del Islam”. Luego llegan los cuestionamientos: “es la guerra de Siria”. Sí, son radicales y gran parte de la culpa la tiene Occidente por desestabilizar Oriente Medio y dar carta de legitimidad a gente como Erdogan o los jeques de Qatar, o los saudíes. Claro. Tienen la culpa los que pensaron que podían ceder la gestión de los problemas de Oriente Medio a Arabia Saudí. Por ejemplo, Obama. Tienen la culpa los franceses y los ingleses que juegan a montar guerras en esa zona para preservar sus intereses económicos. Y los rusos.
Pero el problema no es solo ése.
El problema es que los árabes tienen mucho dinero y poco poder. Y quieren poder. Ya sea Arabia Saudí o Qatar. El problema es que Erdogan quiere controlar la zona, y nosotros nos dejamos engañar por él. El problema es la guerra entre facciones del islam, que dura desde el siglo VII hasta nuestros días. Y el problema es el propio Islam. No todas las religiones son el problema, digan lo que digan todos los bobos solemnes de la tierra. El problema es el Islam. Y no cuando es pobre, sino cuando es rico y poderoso, como en la actualidad. ¿Qué no queremos verlo? Guay. Como los vascos, oiga. Que mataban porque estaban oprimidos, pero ahora que pueden seguir los pasos de los catalanes, no quieren ni oír hablar. Hay que ver lo que sufrieron los represaliados por Franco, que la familia de Uxúe Barkos acumula más de 100 pisos en Pamplona. Represalias así me gustarían a mí. 800 muertos no se sabe por qué ni para qué.
Y los islámicos no son vascos, acomodaditos y cobardones. Saben manipular a sus pobres. Les ponen un cinturón explosivo y lo hacen estallar. Muchos de los guerreros musulmanes de primera línea -aunque no sean los de los cinturones están en primera línea-, pertenecen a familias acomodadas y bien integradas, como Osama o el degollador inglés. Creo que no queremos ver el problema. Igual da. La realidad al final se impone.Y tendremos que llamar a las cosas por su nombre, nos guste o no. http://www.bvoltaire.fr/pierrevanommeslaeghe/designer-lennemi,219100
Porque los terroristas no van a tener piedad de Occidente.
