Carta de E. Michael Bä, periodista Cristiano-Libanés, Beirut 30-07-06

Texto del periodista cristiano-libanés E. Michael Bä.
Traducido del francés por Eleazar Sheffer.

Las personas mas hipocritas sobre la Tierra. E Michale Bä
Periodista Cristiano-Libanés, Beirut 30-07-06
Los políticos, los periodistas, y los intelectuales del Líbano recibieron estos días el shock de su vida. Ellos sabían muy bien que Jisbulá había levantado un país dentro del nuestro. Un país que incluye ministerios e instituciones paralelas, en duplicidad con las del Líbano. Lo que no sabían y están descubriendo gracias a esta guerra (cosa que los paraliza, por la sorpresa y el miedo), es el tamaño de la autodestrucción.
De facto, nuestro país pasó a ser un apéndice de Irán y nuestras fuerzas políticas, pasaron a ser y actúan como un escudo político y militar, de los islamistas de Teherán. De repente, descubrimos que Teherán almacena mas de 12000 cohetes y misiles de todo tipo y tamaño, y todo esto, en nuestro territorio, y que organizaron con paciencia y metódicamente una fuerza complementaria que, con la ayuda de Siria, toma el control, mas y mas, día a día, del Líbano.
Imaginen Uds. que almacenamos misiles tierra-tierra en nuestro territorio, misiles Zilzal que, su disparo, puede provocar, sin que lo sepamos, una contienda estratégica zonal que puede llevar a la destrucción del Líbano.
Sabemos que Irán, por intermedio de Jisbulá, construyo una línea Maginot real en el sur, pero, solamente por las fotos de Marun-Al-Ras y Bint-Gâabil podemos descubrir la extensión y tamaño de los trabajos que nos permiten llegar a entender varias cosas al mismo tiempo:
Que nosotros no regimos nuestro destino, y que no disponemos de los medios para cambiar la situación. Entendimos también que, aquellos que hicieron de nuestro país una base adelantada de su lucha doctrinaria islámica contra Israel, no tienen ninguna intención de renunciar por voluntad propia a sus actos. Falta de decisión, cobardía, disputas internas y falta de responsabilidad caracterizaron a nuestros dirigentes, y por ello, no fueron capaces de enfrentarse a fuerzas políticas ajenas al país de los cedros.
Nuestro ejercito, por supuesto cambio mucho con los actos de ocupación Siria. No fue capaz de cumplir con su deber de defender a la nación, y menos aun fue capaz de enfrentarse a las milicias de Jisbulá. Nuestro ejército es una fuerza que depende de sus patrones extranjeros y no hay sobre estos control alguno. Por ejemplo, coopero con los iraníes cuando les permitió a estos utilizar los radares del ejército ubicados a orillas del mar para disparar misiles contra naves israelíes, uno de los cuales casi hunde a una cañonera israelí, frente a Beirut. Ministros del gobierno, que no pertenecen a Jisbulá, no tenían idea siquiera que existían misiles tierra-mar, en territorio libanés. Esto le costo al Líbano la destrucción completa y justificada de todos los radares costeros por parte de la aviación judía.
Con todo, nos salio barata esta complicación, y ahora nosotros lloramos y jugamos hipócritamente el papel de victimas. Sabemos quejarnos y alegar que nunca somos responsables de las atrocidades que ocurren, en espacios de tiempo fijos, en nuestro territorio.
La resolución 1559 del Consejo de Seguridad, que exige de nuestro gobierno emplazar nuestro ejercito en nuestro territorio soberano, a lo largo de nuestra frontera internacional con Israel y exige el desarme de las milicias que se encuentran en nuestro territorio, data del 02-09-2004.
Tuvimos dos años de tiempo para cumplir con la resolución y asegurar un futuro de paz para nuestros hijos y no hicimos absolutamente nada para implementarla. Y este es el mayor error de los insignificantes políticos libaneses y de nadie mas!
También después de la retirada del invasor Sirio, nuestro gobierno permitió que barcos y camiones cargados de armamento descargaran su contenido en nuestro territorio, sin preocuparse por lo que descargaban.
El gobierno hipotecó la posibilidad de rehabilitación de nuestro país cuando transformo la primavera de Beirut en la liberación de Beirut. De facto recibimos entonces la oportunidad, con clemencia no esperada, de tomar el futuro en nuestras manos, y no la aprovechamos.
Hoy podemos certeramente decir que no fuimos capaces de llegar a un acuerdo para alejar a Emil Lajud, el títere de Asad, que aun es el presidente de aquellos que insisten en llamar nuestra republica. No hay que buscar demasiado lejos, somos lo que somos, o sea, no demasiado….
Todas las personas con responsabilidad política y de los medios de comunicación, en nuestro país, son los responsables del desastre, menos aquellos colegas míos, periodistas y editores, que murieron asesinados por los vende-patrias sirios, por haber sido menos cobardes que aquellos que sobrevivieron. Y Lajud, siguió con su trabajo en el palacio presidencial.
Y cuando hablo de desastre, no me refiero al ataque israelí en respuesta al ataque a sus ciudadanos y soldados, que fueron realizados desde nuestro territorio, y que no hicimos nada para evitarlo, y, por lo tanto somos responsables del mismo. Todo intento de soslayar esta responsabilidad (la mayoría de los lectores no conoce los términos jurídicos del derecho internacional para entender esto), significa que el Líbano, como país, no existe.
La hipocresía continua, hasta varios periodistas del honorable periódico Lâ Orient-Lâ Jour, ponen en paralelo, el salvajismo de Jisbulá con Israel. Es una vergüenza y una falta de honestidad periodística. Y ¿donde estamos nosotros, los ciudadanos, dentro de esta historia? Somos las victimas inocentes de las ansias de poder de otros.
Los políticos apoyan esta aventura, o callan. Y aquellos que, esperanzados, esperábamos que hablaran para salvar nuestra imagen, también callan como todos los demás. Y me refiero específicamente al general Aoun, que podría haber hablado y dicho la verdad. Hasta su enemigo político, Wallid Jumbalat, el líder druso, se mostró menos ambiguo: Victima?, ¿El Líbano?, que buen chiste!!
Antes del ataque israelí, el Líbano ya había dejado de existir. Era solo un holograma. En Beirut, a los ciudadanos ingenuos como yo, se les prohibió la entrada a determinadas zonas de nuestra ciudad capital. Y no solo a nosotros, tampoco nuestra policía, nuestro ejército y nuestros jueces se cuentan entre aquellos que no podían entrar. Por ejemplo, la zona del cuartel general de Jisbulá y Siria, en el barrio de Jarat-Jaraik, un cuadrado de un kilómetro por lado, capital dentro de otra capital, custodiada permanentemente por las tropas de Jurieh. En su perímetro, instituciones propias, colegios, jardines de infantes, juzgados, estación de radio, televisión y a su propio gobierno.
Gobierno que decidió, por si mismo, (en lugar del gobierno libanés, donde Jisbulá también tiene representantes), atacar a un país vecino con el cual Líbano no tiene ningún conflicto sustancial o establecido, y hundirnos en un conflicto sangriento.
Y, si atacar un país soberano en su territorio, asesinar a ocho de sus soldados, secuestrar a dos de ellos, y, paralelamente lanzar misiles a nueve ciudades, no son suficientes argumentos para declarar la guerra (Casus Belli), entonces hay que hacer una revisión general de este concepto fundamental del derecho internacional.
Y aquí¬ están, los políticos venales, casi todos, incluidos dirigentes civiles y religiosos chiítas, bendiciendo cada bomba que cae de un F-16 israelí, para hacer disminuir el insulto que, sobre nuestra soberanía es la presencia de Jarat Jareik en pleno corazón de Beirut.
Sin los israelíes, que es lo que tendríamos que hacer para recibir una nueva oportunidad (oportunidad que no merecemos) para reconstruir nuestro país?
Todo bastión iraní-Sirio que Jerusalem destruye, todo combatiente islámico eliminado, le permite relativamente al Líbano pararse sobre sus pies nuevamente, como en el año 1982. Observamos, atemorizados y abatidos a la victima heroica, que nos permite un rayo de esperanza de no ser devorados en las entrañas de la tierra.
Como si estuviéramos preocupados, en el sur del Líbano, por las pasadas tormentas de nieve, dejamos que extranjeros se apoderaran de nuestros privilegios, sin tener las fuerzas para recuperar nuestra independencia y nuestra soberanía.
Y, si al finalizar la guerra, el ejercito libanés recuperara el control territorial y nos liberaremos del país dentro de nuestro país, que asfixia a nuestra capital, esto será solamente gracias al ejercito de Israel, Tzahal.
Esto lo saben muy bien, todos los políticos cobardes, desde el tramposo Fuad Seniora, Saad Hariri, hijo del saqueador del Líbano, hasta el general Hon-el recto.
Y presten atención!!!
Con respecto a la destrucción realizada por el ejercito israelí ¡otro ejemplo del fraude: miren bien los mapas. Pueden ver en ellos, las partes de Beirut destruidas por la aviación israelí. Se trata de Jarat-Jaraik-específicamente- y el barrio de los dirigentes de Jisbulá, al sur de la ciudad llamado Dajia. Aparte de estas dos zonas, Tzahal bombardeo: el edificio de nueve pisos de la comandancia de Hizbolla en el centro de Beirut (este edificio era el bastión de Nasralá en el centro de la ciudad, y su forma de demostrar su presencia y dominio en la ciudad), un deposito de armamento sirio en el puerto, dos estaciones de radio del ejercito, cuyos oficiales chiítas pusieron al servicio de Jisbulá, y un camión que, supuestamente transportaba municiones en el barrio cristiano de Ashrafia.
Aparte de esto, fueron destruidos caminos de acceso y parte del aeropuerto de Beirut utilizado para el transporte de armamento y municiones.
Al margen de esto, Tzahal no toco ni destruyo nada más en la ciudad. Y todos aquellos que gritan por la destrucción de Beirut son, o mentirosos o iraníes, o antisemitas, o no estuvieron en la ciudad. Hasta se puede ver que las casas, separadas solamente por la calle de las zonas mencionadas no sufrieron ni siquiera un rasguño.
Cuando se mira el trabajo realizado por la aviación, puede llegar a entenderse el concepto de operación quirúrgica y podemos asombrarnos de la destreza de los pilotos israelíes.
El barrio destruido es donde vivían los dirigentes y acomodados del movimiento terrorista Jisbulá.
Beirut, todo el resto de Beirut, 95% de Beirut, vive y respira mejor que hace dos semanas. Todo aquel que nada tiene que ver con el terror, sabe que nada tiene que temer de los aviones israelíes, al contrario. Por ejemplo, ayer fui a cenar a un restaurante, que estaba repleto y tuve que esperar hasta las 21.30 Hs para encontrar una mesa. La gente esta tranquila, sonríe, pero no hay ningún periodista que filme esto. Raro no? A esto llaman destrucción de Beirut.
Por supuesto, hay 500.000 refugiados del sur que viven una verdadera tragedia y ellos no sonríen, pero tzadik de Kfar Quila, asegura que casi todas las casas están enteras y podrán volver a ellas, cuando Jisbulá salga de ellas.
La derrota de los extremistas chiítas que responden a Irán, es casi segura. Los reportes que publico la gente de Nasralá y la Cruz Roja libanesa son mentiras: de los 400 muertos (oficiales) en el Libano, solo 150 son civiles, y el resto son milicianos sin uniforme al servicio de Irán. El reportaje fotográfico de nuestro corresponsal Stephan Yoffe Los civiles dentro de los reportes libaneses para nuestra agencia, nos presenta una demostración inigualable de información enferma y prefabricada, y esto es lo que le da a este reportaje su importancia.
La organización de Nasralá, no perdió 200 de sus combatientes, como indico Tzahal. Este numero se refiere a los combates que tuvieron lugar cerca de la frontera sur, y también este numero fue reducido por las fuerzas israelíes (no se porque), en otros 100 combatientes. El total de perdidas de Jisbulá, en las bases de lanzamiento de misiles y en los depósitos de armamento y municiones (en Beirut, La Bikaa y Baalbek) alcanza la cifra de 1100 hombres mas, que ya dejaron de aterrorizar y humillar a nuestro país.
Como la mayoría de los libaneses, rezo para que nadie detenga el ataque israelí hasta que estos terminen con los terroristas. Rezo para que los soldados judíos entren en cada rincón del sur del Líbano y expulsen, en lugar que lo hagamos nosotros, a todos los gusanos escondidos allí.
Como la mayoría de los libaneses, puse una botella de champagne en la heladera esperando el triunfo de los israelíes.
Recuerdo el dicho de Michel Sardo: ¡Ellos luchan también por mi libertad, en un nuevo combate, en el cual, tu no estabas!
Y en nombre de mi pueblo, quiero expresar mi agradecimiento perenne a los familiares de las victimas israelíes, tanto civiles como militares, cuyos seres queridos cayeron para que yo también pueda vivir con mi propia identidad. Que sepan que yo, lloro con ellos.
Y con respecto a la banda de miserables que florece en mi país, llego la hora de que entiendan, de que, después de esta guerra, después que nuestros aliados naturales nos liberen de aquellos que impiden que reconstruyamos nuestro país, un alto el fuego no será suficiente.
Para asegurar el futuro del Líbano, ellos deben entender que llego la hora de firmar la paz con aquellos con los cuales no tenemos ningún motivo para luchar. Solamente la paz puede prometer paz. Alguien debe explicarles, que en este país aun no aprendieron que es la verdadera paz.

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