Verano caliente para los mulás.

Los líderes de los mulás afirmaron el miércoles 24 de junio en el Parlamento iraní que los iraníes hostiles al régimen habían sido severamente reprimidos, muchos de ellos muertos, heridos y arrestados. El régimen ha asegurado que la insurgencia ha finalizado.

Pero el fundador del Pasdarán, el Cuerpo de Guardianes de la Revolución, Mohsen Sazgara, que vive en Washington no opina lo mismo.

Según Teherán, “todos los dirigentes sediciosos están en la cárcel. Algunos de ellos han sido entrevistados y se han difundido sus confesiones”.

El régimen de los mulás dice con orgullo que “ha extirpado la revuelta en un tiempo récord, y que en todo el país y en Teherán reina la calma”.

Para Sazgara, el fundador de los Pasdarán, el régimen no ha salido intacto de esta aventura. De acuerdo a los contactos con sus antiguos camaradas, una abrumadora mayoría de los miembros del Pasdarán, la milicia se ha creado específicamente para defender al régimen (y no el territorio), está en desacuerdo con la represión ordenada por el régimen y no se ha involucrado en esta.

Para él, esto es un desastre: los pasdarán han roto la carta de su creación. ¡El régimen se ve amenazado desde dentro!

La parte de este desafío interno es enorme: según el ex compañeros Sazgara, la totalidad de las tropas (que viven con salarios de aproximadamente 600 dólares USA, el equivalente a la pobreza) y el de 70% a 80% de los comandantes subalternos y el 50% de los comandantes superiores están de parte de los manifestantes.

Como resultado, el régimen ha tenido que recurrir a estos hombres en camisas blancas que vimos esta semana en los videos para que se coordinen las acciones.

Según Sazgara estos hombres vestidos de civil, de los servicios secretos, no tendrán tiempo para prepararse para hacer frente a la calle con las tropas formadas precipitadamente con desempleados mayores y con una paga de 200 dólares al día.

Estos hombres son poco numerosos y, sobre todo, ellos fueron entrenados para sofocar la multitud de 200 a 5.000 personas, ellos serán sobrepasados y abrumados si la calle sigue siendo movilizada.

Sazgara cree que todo depende de la calle porque los pasdaran son un cuerpo militar y no puede imaginar una desobediencia espontánea en una jerarquía militar, y especialmente bajo el régimen de los mulás que no dudará en atacar a las familias de los desertores.

Sazgara opina que faltaría un catalizador y el mejor del género sería un fortalecimiento del movimiento social contra el régimen. En este caso, con o sin una orden de fuego contra la multitud, los pasdarán a favor de un cambio del lado de la gente y por su superioridad numérica para derrocar al gobierno sin derramamiento de sangre.

De hecho, este movimiento social ha logrado más allá de sus propias expectativas, al revelar la existencia de un verdadero deseo de cambio en el pilar central del edificio de los mulás.

El público tendrá buenas excusas para salir de la calle, de acuerdo con los ritos de duelo chiíta, el 7 º día después de la muerte o el 40º.
Con 400 víctimas, los iraníes tendrán el pretexto para ir a la calle.
El verano será caliente para los mulás.

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