Lo que los Obamócratas entienden por multilateralismo

Lo que los Obamócratas entienden por multilateralismo

(Anne Bayefsky).-La esencia de la política exterior Obamócrata se reduce por tanto a esto: esperar a que los hechos desagradables desaparezcan por sí solos, o cuando el antisemitismo se manifieste, pedir a tu interlocutor que repita como si no hubieras escuchado bien la primera vez.

Justo antes del receso del verano, el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara daba lugar a un ejemplo tangible e iluminador de multilateralismo estilo Obama. El Comité recomendaba la Resolución 1361 de la Cámara acerca de la inminente conferencia antirracismo de Naciones Unidas conocida como Durbán II. Casi al mismo tiempo, reconocía el antisemitismo insertado en la Declaración de Durbán de 2001, y a continuación se negaba a apoyar un boicot de la conferencia de seguimiento concebida para llevarla a la práctica. Para los legisladores Demócratas que la presentaron, negar legitimidad a Naciones Unidas ni siquiera se les plantea — sin importar de lo que se hable.

Desconocido al parecer para los miembros del Comité de Asuntos Exteriores es que el Comité preparatorio de Durbán II ha funcionado siempre mediante consenso. El perfecto concierto entre una presidencia libia, un grupo regional africano totalmente controlado por el portavoz egipcio, y la Organización de la Conferencia Islámica, dicen «salta.» La Unión Europea pregunta «¿a qué altura?» Y la vida del Comité ha transcurrido tranquilamente desde siempre.

El «Marco acordado para la Conferencia de Seguimiento de Durbán 2009» fue aprobado en la primera sesión del Comité preparatorio del pasado agosto por consenso. Incluye este propósito: «fomentar la implementación de la Declaración de Durbán y el Programa de Acción.» Ésa es la misma Declaración que «etiquetaba erróneamente» a Israel como racista. ¿Cómo propone exactamente el Comité de Asuntos Exteriores suscribir este «acuerdo de objetivos y parámetros”?

El título de la resolución da una pista: «Expresión de la iniciativa de la Cámara de Representantes de que Estados Unidos debería encabezar una iniciativa diplomática de alto nivel encaminada a… garantizar que la Conferencia de Seguimiento de Durbán sirve de foro para examinar los compromisos de combatir toda forma de racismo.» Suena bastante inocente. Sólo que el 98% de los estados miembros de Naciones Unidas no abandonó Durbán (como Estados Unidos e Israel) ni expresó reservas (como Canadá), se comprometieron a combatir la forma de racismo presunta perpetrada por Israel contra los palestinos.

La esencia de la política exterior Obamócrata se reduce por tanto a esto: esperar a que los hechos desagradables desaparezcan por sí solos, o cuando el antisemitismo se manifieste, pedir a tu interlocutor que repita como si no hubieras escuchado bien la primera vez.

La Resolución 1361 nos recuerda el motivo de que el Secretario Colin Powell retirase a la delegación estadounidense de Durbán I. Cita las palabras: «no se combate el racismo mediante conferencias que dan lugar a declaraciones que contiene un lenguaje de odio, parte del cual es la vuelta de los días del ‘sionismo es racismo;’ ni apoyan la idea de que hemos exagerado demasiado el Holocausto; ni da a entender que existe apartheid en Israel; ni selecciona un único país del mundo — Israel — para su censura y maltrato.» En otras palabras, Powell sostuvo que una plataforma antirracismo levantada sobre la desigualdad de los judíos era injusta, punto — un veneno.

Los Obamócratas parecen pensar justamente lo contrario, y están preparados para afirmar que la desventaja para los judíos fruto de Durbán I se puede aislar y sopesar frente a los beneficios para las minorías restantes. Entre otras cosas, la Resolución 1361 aplaudir la Declaración de Durbán por «suponer un importante reconocimiento de las heridas históricas provocadas por la esclavitud, el colonialismo y el racismo presente relacionado y la discriminación racial… que afrontan los pueblos de ascendencia africana, los pueblos de ascendencia asiática, y los pueblos indígenas…” Para los Obamócratas, el vaso de Naciones Unidas siempre está en medio lleno, ya se beba rechazo o champán.

El resultado final de la resolución es «pedir al Presidente que inste a los demás jefes de estado a condicionar la participación en la Conferencia de Seguimiento de Durbán a la toma de medidas concretas por parte de Naciones Unidas y los estados miembros de Naciones Unidas para garantizar que rechazarán cualquier esfuerzo de introducir el antisemitismo, el odio y la discriminación en todas sus formas en la agenda de la Conferencia.» Puesto que la agenda de la conferencia ya es implementar el mantra de la Declaración de Durbán del racismo israelí — indudablemente parte del antisemitismo en todas sus formas — el único mensaje de la Resolución 1361 al Presidente Obama es ¡adelante!

Los canadienses han adoptado un enfoque diferente, anunciando el pasado enero que no van a asistir. No quieren formar parte de una plataforma de Naciones Unidas así y se han preparado para asumir la crítica de los grupos que olvidan que para los racistas, los judíos son el aperitivo.

Sorprendentemente sin embargo, la resolución 1361 encubre deliberadamente el boicot canadiense. Falsificando sus diferencias manifiestas de enfoque, «elogia a los gobiernos de Estados Unidos, Francia, Canadá, Israel, el Reino Unido y Holanda, que han manifestado su intención de no participar en ninguna Conferencia de Seguimiento de Durbán que… promueva el odio…»

He aquí lo que el ministro de asuntos exteriores canadiense y su secretario de estado manifestaban realmente en una declaración conjunta: «Esperábamos el Comité preparatorio de la Conferencia de Seguimiento de Durbán 2009 remediase los errores del pasado… Concluimos que, a pesar de nuestros esfuerzos, no lo hará. Canadá no participará por tanto en la conferencia de 2009. Canadá seguirá centrando sus esfuerzos en las iniciativas antirracismo genuinas que supongan una diferencia.»

En la práctica, la Resolución 1361 representa un esfuerzo por diseñar un traje Obama para bucear en los pantanos del multilateralismo encabezado por Naciones Unidas. Entre tanto, la mezcla se enturbiaba. El mes pasado, Irán se convertía en miembro del «Grupo de Amigos de la Presidencia,» el grupo informal de estados encargados de dar los primeros pasos para la redacción del manifiesto de Durbán II. Los «amigos» — que también incluyen a Azerbaiyán, Pakistán y Egipto — se reunían dos veces en julio e informarán a primeros de septiembre en Ginebra al «Grupo de Trabajo Intergubernamental Inter-Sesional». El presidente del grupo de trabajo, Zohrab Mnatsakanian, describe el papel de los amigos como «tomar parte en la creación de iniciativas y la consolidación de resultados.»

¿Puede usted imaginar los beneficios para la humanidad de los defensores de la negación del Holocausto, la tortura, las amputaciones, la lapidación y la mutilación genital femenina, pensando iniciativas de derechos humanos? Al parecer, el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara sí. Por lo demás, su ley de 2000 palabras podría haber sido mucho más simple. «Ni hablar, no vamos a asistir» habría bastado.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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