El soldado Gilad Shalit, la moneda de cambio

El soldado Gilad Shalit, la moneda de cambio

(PD).- De cuantos soldados permanecen capturados -algunos en el Líbano desde hace décadas, hasta el punto de que se ha perdido su rastro-, Gilad Shalit es el único del que Israel tiene certeza que está vivo.

Una carta de su puño y letra entregada a sus padres hace poco más de una semana era interpretada como demostración de que Hamás, que capturó al joven el 25 de junio de 2006 durante una incursión del Ejército hebreo en Gaza, no lo ha matado, a pesar de las repetidas amenazas de que acabarían con él si Israel se atrevía a lanzar una gran operación sobre la franja.

Shalit es demasiado valioso, la gran moneda de cambio en manos de los islamistas, porque está vivo.

Explica L.L. Caro en ABC que ni el rescate de los dos militares atrapados por Hizbolá 17 días después, Ehud Goldwasser y Eldad Regev, ni el eterno compromiso del Gobierno con la familia del piloto Ron Arad -perdido en el Líbano a manos de la organización chií Amal en 1986-, han removido tantos esfuerzos como los invertidos para traer de vuelta a casa a Shalit.

De ellos, como de tantos otros, no hay prueba de vida. Con Shalit, Israel tiene la obligación moral de intentar hasta el final su recuperación, como si él fuera cada uno de los ciudadanos de este país en permanente estado de guerra, que exige puntualmente a cada hombre y a cada mujer tres años de servicio en un Ejército del que todos se sienten parte.

El primer ministro, Ehud Olmert, dijo hasta la extenuación que cualquier acuerdo con los palestinos debería incluir la liberación del soldado cautivo. Hamás quiere un millar de prisioneros a cambio.

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