La SGAE cobra hasta por las sevillanas del XIX

La SGAE cobra hasta por las sevillanas del XIX

(PD).-Ni la música popular se salva de los sacamantecas de Teddy. Su insaciable afán recaudatorio les ha llevado a querellarse con decenas de casetas de la Feria de Sevilla cobrando por dos vías: por las actuaciones en directo que hay en las casetas y por la música grabada que se emite en ellas, corraleras del siglo XIX, que no generan derechos de autor, a pesar de lo cual las asociaciones feriales deben pasar por caja. Cada vez más gente la identifica con subvenciones millonarias a artistas multimillonarios.

Según informa ABC, la Caseta del Club Pineda perdió un juicio por negarse a pagar dicho canon. Y la cuestión es que desde hace años la picaresca sevillana encontró un resquicio por el que colarse que hasta ahora no le ha servido para nada. Varios promotores han editado discos compuestos por sevillanas que no generan derechos porque son populares para esquivar el cobro de la SGAE.

Tal como lo refleja la viñeta de Idígoras y Pachi de El Mundo, la SGAE no tiene reparos en sacarles a quienes menos tienen. Desde el año 2004, las casetas de la Feria de Abril de Sevilla -casi 1.100- deben abonar el canon sin que ningún técnico de la SGAE controle la música grabada que emiten. Y las que se han negado a hacerlo están inmersas en un proceso judicial que, por la jurisprudencia existente, acabarán perdiendo. Y todos los gerentes consultados por ABC se hacen la misma pregunta: «Si usamos sevillanas populares, ¿a quién va a parar el dinero que pagamos?»

Lo sorprendente en el caso de las fiestas de Sevilla es que con la Semana Santa, en la que se interpretan marchas de autores conocidos, ocurre lo contrario que con la Feria. Nadie cobra. El compositor Abel Moreno reconoce que jamás ha obtenido ningún ingreso por el uso de sus obras:

«Según la SGAE, uno de los requisitos para cobrar es que el público pague por asistir al espectáculo o que el grupo musical cobre por hacer su trabajo. Con que se dé uno de los dos es suficiente. Pero hasta ahora no he cobrado nada a pesar de que se tocan mis cosas. Quién debe de pagar no lo sé. Si usamos sevillanas populares, ¿a quién va a parar el dinero que pagamos?».

Por su parte, Manolo Marvizón, que también es compositor de marchas procesionales, asegura no haber cobrado derechos de autor por la difusión de las mismas durante la Carrera Oficial. «El problema no es el dinero en sí sino la dignificación de los autores. Se está difundiendo este asunto desde un punto de vista mercantilista pero hay que decir que en España hay unos cien mil autores, y que los que tienen la suerte de ganar mucho dinero, como Alejandro Sanz, son sólo 5 ó 10. Son una pequeñísima proporción, menos del 0,001 por ciento. El resto tienen que hacer muchas cosas para sobrevivir».

MALA IMAGEN

A pesar de presumir de músculo recaudatorio, la SGAE pasa por una de sus peores crisis. Sus grabaciones secretas en bodas han provocado un escándalo monumental. Mientras, un goteo de fallos judiciales adversos cuestiona el futuro de la entidad.En los últimos tiempos, la entidad ha sufrido un goteo de dolorosas derrotas que afectan a los pilares de su actividad: desde sus métodos de recaudación hasta el polémico «canon». Todas unidas, estas sentencias están minando el andamiaje jurídico sobre el que la entidad ha construido su imperio. El escándalo estalló esta semana tras filtrarse que la SGAE sufrió una sanción por colar una cámara oculta en una boda.

Para la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), esta medida supuso una «violación de la intimidad» de los novios, por lo que hace un año impuso una multa de 60.101 euros, recurrida por la SGAE. Además, la AEPD asegura que recientemente ha recibido una segunda denuncia contra la entidad que sigue pendiente de resolución. «Ya está bien de actitudes propias de Mortadelo y Filemón, de ir con el zapatófono a ver si cazan a alguien», denuncia Joaquín Moeckel, el abogado que llevó el caso, mientras que la entidad se niega a confirmar o desmentir la supuesta denuncia. La noticia ha destapado el creciente papel de los detectives en las actividades de la SGAE.

Aunque la entidad admite que hace tiempo que recurre a estos profesionales, se desconocía que su uso estuviese tan extendido. Según fuentes del sector citadas por La Razón, su principal objetivo son los bares que se niegan a atender a los recaudadores.

Y, por ello, cada vez más autores cuestionan el modelo de la entidad que custodia sus derechos. «Hace diez años, era una entidad cariñosa a los ojos de los ciudadanos», recuerda el músico Luis Cobos, candidato independiente a la Junta Directiva de la SGAE en las elecciones de 2007.

«Representaba a los músicos, a la gente que te entretenía. Ahora, su afán recaudatorio ha hecho que estemos mal vistos y eso me duele mucho». Un claro ejemplo es el canon. Por ello, cada vez más voces reclaman una reforma en profundidad de la SGAE. Para Javier de la Cueva, «es necesario» que exista una entidad de gestión que vele por los intereses de los artistas.

«El problema es que vulneren libertades fundamentales de las personas», puntualiza.
Mientras, David Bravo reduce los problemas de la entidad a un concepto bien simple: su visión del mundo no encaja con la realidad social. «Por eso, cada vez más jueces dictan sentencias en contra de sus intereses», asegura. «Y ese choque, tarde o temprano, se resolverá a favor de lo que es imparable, que es la realidad social cotidiana».

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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