Me explicaba un hermano de San Juan de Dios, que Montserrat Gudiol, la prestigiosa pintora catalana, tenía un sobrino ingresado en el hospital infantil con una enfermedad que le llevó a la muerte.
Los hermanos le pidieron, dada la relación que habían entablado durante sus visitas a su sobrino, que pintara un San Juan de Dios, y ella accedió.
En rostro del Santo, quiere ser su propio rostro, y éste tiene un niño en sus brazos –su propio sobrino-. La mirada de San Juan de Dios se vuelve al cielo, y tocando el dolor humano, palpando lo incomprensible del dolor y el sufrimiento de los inocentes, pregunta a Dios: ¿Por qué?
Es una pregunta que según cómo, suena a reproche, a impotencia, a urgencia por entender, etc. Pero sin duda, es una oración confiada en la que pedimos que Dios rompa su silencio, -o espabile nuestra sordera- y nos diga algo.
¡Qué difícil preguntar y no encontrar respuesta!
El silencio se hace imprescindible para abrirnos al misterio y para no desesperar del milagro, de la respuesta, de la palabra.
Hoy, pensando en Teresita, vuelvo mi mirada al Dios de la vida y le pido, y le pregunto, y ¡le exijo!.... y espero su respuesta… ¡Sé que no quedaré defraudada! Somos muchos los que pedimos y esperamos, y el eco del POR QUÉ… nos devuelve la paz y nos dice que Él está, y que está obrando en nuestros corazones.
Ya está despuntado una nueva luz… casi se oye una palabra… va a irrumpir en nuestras dudas y esperanzas: Talita Kum. Yo te lo digo, niña, ¡lévantate!
Hoy toca seguir esperando… seguir preguntando… Seguir auscultando en la noche del dolor… con la certeza de que la esperanza, no defrauda.
Martes, 24 de abril