La globalización personajil de Marvel en esa tela de araña perfecta hace que las dos últimas entregas del Capitán América sean más que otra cosa un episodio de Los Vengadores con un poco más de protagonismo para el héroe del escudo, lejos ya de las aventuras en solitario. Así las cosas, la acción nos sitúa en la tesitura que surge en todo el mundo ante la pregunta de si merece la pena la carta blanca de los superhéroes teniendo en cuenta los daños colaterales de cada batalla campal contra el malo de turno. La cuestión no es nueva ni en el cómic ni en el cine, pero se antoja interesante para un guión que toma en serio al género, honrándolo y cerrando alguna boca condescendiente que otra.
Puede que estar viviendo en plena era de la revolución superheroica del cine haga que estemos un tanto bombardeados, por seguidores fieles que seamos; ello me ha hecho tomarme esta vez la Marvel-cita con menos entusiasmo que otras veces (deberían hacerse mirar el tema de dosificar, por vastas que sean las posibilidades). No obstante, un guión maduro y con ideas claras acompañado por la espectacularidad habitual me ha vuelto a enganchar al carro.
Tony Stark encabeza la opinión de que sería bueno que los Vengadores sean supervisados por la Comunidad Internacional para evitar impunidad y más víctimas inocentes de la cuenta. Steve Rogers se sitúa como voz del otro bando, que sostiene que la supervisión de los países no tiene por qué ser objetiva y que poner trabas a los buenos no es más que dar ventaja a los malos, que ya tienen bastante ventaja como para que los héroes sean atados de una mano. ¿De qué lado estará cada personaje? ¿Y el público? Yo tengo claro el mío, y parece por su final que los guionistas también.
La originalidad del relato hace que los grandes combates con DNI marca de la casa, espectáculo garantizado, esta vez sean de buenos contra buenos, con la inestimable ayudita de un adversario en la sombra. Las filas de uno y otro lado estarán engrosadas por muchos de los ya conocidos compañeros de Capitán América y de Iron Man (salidos tanto de las películas en común como por separado), más caras nuevas como las de Pantera Negra (futuro spin off), el Hombre Hormiga (ya con una película propia estrenada, me declaro fan de este personaje, único que se permite ciertas licencias en la cinta que no voy a desvelar) o un jovencísimo e inexperto ¡Spider-Man!, que se une aquí al universo Marvel controlado por Disney (fue bonito mientras duró, Sony). Y de caras nuevas a cara habitual, no faltará a la cita el tradicional cameo de Stan Lee (esta vez in extremis, ya que la carga de seriedad del proyecto no deja mucho lugar a demasiadas coñas marineras).
Excelente trabajo nuevamente de una maquinaria imparable que sigue empeñada en lograr respeto profesional, aplauso generalizado y venta de palomitas y merchandising, todo en uno. Que levante la mano el insensato que sea capaz de asegurar que va a perderse el siguiente paso de la superhistoria…
Dirección: Anthony Russo y Joe Russo. País: USA. Duración: 146 min. Género: Acción, ciencia-ficción, superhéroes. Intérpretes: Chris Evans (Steve Rogers / Capitán América), Robert Downey Jr. (Iron Man), Scarlett Johansson (Viuda Negra), Sebastian Stan (Bucky Barnes / El Soldado de Invierno), Jeremy Renner (Ojo de Halcón), Don Cheadle (James Rhodes / War Machine), Anthony Mackie (Sam Wilson / Halcón), Paul Bettany (Visión), Elizabeth Olsen (Bruja Escarlata), Daniel Brühl (Zemo), Frank Grillo (Crossbones), Tom Holland (Spider-Man), Paul Rudd (Ant-Man), Martin Freeman (Everett Ross), Chadwick Boseman (Black Panther). Guión: Christopher Markus, Stephen McFeely (Cómic: Mark Millar) (Personajes: Joe Simon, Jack Kirby). Estreno en España: 29 Abril 2016.
