Si han visto Closer, estupenda película del añorado Mike Nichols, recordarán la poderosa secuencia en la que un personaje protagonista tiene una revelación brusca y espontánea y le dice sin dilación a su hasta ahora amado “ya no te quiero”; así de brutal, sincero y definitivo. Esta es la sensación que me ha quedado tras ver la última cinta y enésima oportunidad de M. Night Shyamalan. Porque ser director de cine y realizar tu mejor trabajo en tu debut tiene la ventaja del enorme crédito que ello otorga, pero si con esa libertad creativa no logras igualar a tu sonado Sexto sentido, ni siquiera acercarte, debe de resultar al interesado como mínimo tan frustrante como para el seguidor.
La carrera de este realizador desde su letra mayúscula de inicio ha ido dando una de cal y dos de arena, hasta sus últimos proyectos, en los que sencillamente ha sido infumable, y por ser justos esta cinta vuelve a tener ese atractivo nosequé de autor. La mezcla de terror (más efectos visuales y de sonido de esos clásicos pegar un pequeño brinco en la butaca que otra cosa, no se alarmen) con algún chispazo de humor negro hace fácil de digerir la intrigante historia de estos niños que van de visita a la granja de sus abuelos y que se dan cuenta muy pronto de que algo muy extraño ocurre allí, sobre todo por las noches…
Uno empieza a darle mil vueltas a la imaginación con el transcurso de los minutos, la sombra de lo sobrenatural vuela en nuestras mentes (aunque para sobrenatural la madre de los niños, que de ridícula parece extraterrestre) y la siempre tramposa, como el cine de su creador, cámara en mano pseudodocumental contribuye bastante a inquietar a un espectador más en estado de alerta, como suele ocurrir en estos casos, esperando el susto que por otra cosa.
Con todos estos ingredientes uno va incrementando la tensión y viendo con agrado lo que se nos plantea hasta el momento del giro, que sí, nos sorprende. Pero desemboca en un final que deja claramente con la sensación de chasco por todo lo “prometido” y por el mediocre cierre incapaz de estar a la altura del cacareo previo; el colapso imaginativo del mismo pretende utilizarse como enésima trampa sorpresiva, en caso claro está de que el respetable no lo sea tanto. Y claro, a nadie le agrada que además de pagar una entrada le llamen tonto.
Es por el conjunto de lo expuesto que podemos definir La visita como la vuelta de M. Night Shyamalan al cine con gancho, una película que puede dejar indiferente en su desenlace pero con nudo que se disfruta, y supone subir un peldañito de crédito para que los incondicionales sigan buscando en próximos proyectos el supuesto talento perdido. No obstante, este humilde espectador ha oído la vocecita de Closer en su cabeza diciendo “ya no te quiero”. Se acabó ver trabajos de este cineasta por lo que implica su nombre y lo que se espera de él: a partir de ahora toca ver su cine sólo y exclusivamente cuando me lo pida o no el cuerpo…
Dirección: M. Night Shyamalan. Título original: The Visit. País: USA. Duración: 94 min. Género: Terror. Intérpretes: Kathryn Hahn, Deanna Dunagan, Peter McRobbie, Ed Oxenbould, Olivia DeJonge, Kathryn Hahn, Celia Keenan-Bolger. Guión: M. Night Shyamalan. Fotografía: Maryse Alberti. Estreno en España: 11 Septiembre 2015.
