Por Fandecine
Hace pocos días fui a ver The Spirit, sobre la cual dejaremos las críticas porque el blog ya se habrá hecho eco de ella. Resumiré la experiencia en que, asustada como iba por las críticas negativas, llegué a disfrutar una película que ante la inevitable comparación con Sin City sale perdiendo sin duda, pero que sin embargo me resultó bastante entretenida… La cuestión es que a la salida, ya que había entrado con prisas, reparé en un cartel publicitario de Watchmen, y pensé que ojalá no le suceda lo contrario que a la «simpática» Spirit (entiéndase por ello no únicamente que tenga golpes de humor sino que –o eso creo yo- no se toma demasiado en serio a sí misma, cosa que tal vez hayan tratado de hacer sus críticos) y las buenas expectativas (pues por lo que ya hemos podido ver parece una fiel adaptación con una excelente estética, lo cual sólo puede resultar en principio en una gran obra), de tantas como son, no nos defrauden después… Sería una lástima, ya que el cómic es uno de los más notables que he leído, absorbente, intrigante, original, emotivo… Y de él, y de otros parientes y familiares en cuanto al tono de realismo quería precisamente hablar hoy.
Lo que le da su originalidad a mi modo de ver es que a pesar de haber gente con poderes y vigilantes disfrazados, se trata de gente «muy vulgar». Son héroes poco heroicos, por así decirlo, de los que se nos retratan sus caracteres, ambiciones, motivaciones… de forma cercana, y además se nos plantea un mundo donde los poderes se consiguen mediante accidentes o avances científicos, pero no existen mutantes de nacimiento o extraterrestres o dioses de otras dimensiones viviendo entre los hombres. Es decir, aunque pueda parecer absurdo a primera vista, es un cómic de superhéroes muy realista, y hay otros ejemplos que siguen su estela. El más reciente, y ambientado en un mundo completamente «normal», la serie de televisión Héroes, cuenta también con sus propios tebeos que complementan las historias de la pequeña pantalla.
Luego existe otra vertiente en el ámbito de la historieta en la que los superhéroes adquieren un toque más humano gracias a un enfoque distinto. Se trata de contar las cosas desde puntos de vista diferentes, como es el caso de la serie Gotham Central, que trata de la policía de la ciudad del Hombre Murciélago y las consecuencias que para el Cuerpo tienen las acciones de Batman y sus locos enemigos. O Marvels, esa obra maravillosamente ilustrada, si se me permite el juego de palabras, sobre los héroes clásicos del Universo Marvel vistos por los ojos de gente normal como el reportero Ben Urich. Alejándose hacia terrenos más pantanosos tenemos otros títulos como Alias o Powers, ambos sobre investigación criminal con personajes protagonistas –una detective en un caso, dos policías en el segundo- ligados más estrechamente al mundo de los superpoderes que en otros ejemplos, y sobre los que me extendería mucho más si pudiera, pues ambas series son realmente apasionantes y están llenas de sorpresas.
Un paso más allá en cuanto a lo lejos que se sitúan de la parte fantástica del mundo en el que se desarrollan van series spin-off como Sam y Twitch, directamente un cómic policiaco salido nada menos que de Spawn, una serie sobre un «héroe» demoniaco…
Así que, para resumir y no escribir aquí Cien años de soledad… los superhéroes no siempre están reñidos con el realismo, es un mensaje de una lectora de cómics a otros, los alérgicos a las mallas, que se pueden estar perdiendo grandes obras sin saber que igual sí que podrían gustarles… y que una vez te olvidas de lo ridículo de los disfraces, las historias pueden ser verdaderamente buenas.
