Me resulta harto complicado escribir sobre una película de mi idolatrado Clint Eastwood con la cabeza fría, sin dejarme llevar por el integrismo cinematográfico, y más aun cuando me llegan por todos lados los “comentarios autorizados” de los que saben de esto otorgándole los Oscars de este año –cosa no muy difícil, por otro lado, viendo la calidad general del cine de 2008-. Con todo, tras reflexionar y en frío, debo decir que El intercambio me parece una película notable, impecable y firmemente rodada, con el gusto exquisito del mejor director vivo, pero no creo que estemos ante una obra maestra; de hecho, me huele la situación bastante a cuando rodó en el mismo año Banderas de nuestros padres, gran producción de la mano de Spielberg, buena, y a la vez una hermana pequeña llamada Cartas desde Iwo-Jima, que es en la que se salió. Moraleja: habrá que mirar de reojo a Gran Torino, la otra película realizada por el incombustible genio este año, con menos presupuesto pero una pinta inmejorable.

Volviendo al estreno que nos atañe, Eastwood destila con eficiencia ese sabor a cine clásico en peligro de extinción, con imágenes que sencillamente son para imprimirte fotograma a fotograma y presentarla en una tesis sobre cómo hacer películas subiendo el peldaño de la excelencia. Hay que añadir que la música, igualmente estupenda, también corre de la cuenta del cineasta que se hizo famoso encarnando a Harry el Sucio (quién le ha visto y quién le ve). Angelina Jolie, consciente de la oportunidad para su carrera y con un gran director de actores arropándola, se muestra voluntariosa e infatigable –sin llegar al nivel que buscaba, obstaculizada quizá porque su personaje se antoja plano y erráticamente definido- en su interpretación de la madre que pierde a su hijo y a la que la policía pretende “colar” de vuelta otro desconocido niño para resolver el caso –si inverosímil parece el argumento, más lo es que se trate de una historia basada en hechos reales-. En la lucha por encontrar su “tesoro” perdido, la madre es maltratada, ninguneada e incluso internada en un sanatorio –volviendo la actriz al hábitat que le reportó el Oscar por Inocencia interrumpida-, porque enfrentarte a la policía de los años 20 no era tarea sencilla. John Malkovich (lujo o frivolidad, según gustos, para un papel tan secundario) es el encargado de poner cara conocida al pastor presbiteriano con ganas de fastidiar al poder establecido que ayuda a la atormentada mamá a desvelar la verdad del paradero del muchacho.

El guión está firmado por J. Michael Straczynski, reputadísimo autor que procede del mundo del cómic y que se doctoró con Spider-Man; precisamente el trabajo de éste se convierte en la alargada sombra del socio ausente, el gran Paul Haggis, que tan lamentable como lógicamente rompió la sociedad para “hacerse mayor” escribiendo los guiones para sus propios proyectos. El libreto simple y con altibajos desluce un poco la magnífica puesta en escena. No obstante, sin llegar a cotas de perfección que no serían tales si asomaran en cada proyecto, la cinta está entre lo mejor del año, aunque, y perdónenme el sacrilegio, no supera al Caballero Oscuro de Nolan. Espero no tener que huir del país por decirlo…

Dirección: Clint Eastwood. Duración: 141 min. Intérpretes: Angelina Jolie (Christine Collins), John Malkovich (reverendo Gustav Briegleb), Jeffrey Donovan (capitán J.J. Jones), Jason Butler Harner (Gordon Northcott), Amy Ryan (Carol Dexter), Colm Feore (James Davis), Michael Kelly (Lester Ybarra), Geoff Pierson (S.S. Hahn), Denis O’Hare (Dr. Jonathan Steel), Eddie Alderson (Sanford Clark), Gattlin Griffith (Walter Collins). Guión: J. Michael Straczynski. Producción: Clint Eastwood, Brian Grazer, Ron Howard y Rob Lorenz. Música: Clint Eastwood.