"Deusto desacralizó su escudo". Me ha impresionado, y a la vez lo veo tristemente lógico. Pienso que Deusto no es lo que fue. Habíamos oído de la Universidad algo que nunca llegábamos a comprender: en un reducto eclesiástico, alumnos de gran inteligencia y con hábito de estudio comprobado, llegan a enfermar a causa de la dureza y exigencias absurdas para conseguir un aprobado. Nos recuerda bastante el sistema de los famosos exámenes chinos, que nos cuenta la Historia de la Cultura. Muchos jóvenes se ven obligados a abandonar su carrera, porque de una manera arbitraria se les ha suspendido en quinta convocatoria con un determinado profesor.
Y ahora, para coronar el desamor al hombre, nos llega el desamor a los símbolos de Dios. No extraña que falle lo humano y lo justo, cuando lo divino falla. Como en el artículo que cito, sirvan también estas líneas de denuncia ante quien corresponda.
Todo esto, resulta gravísimo: unos padres jesuitas dirigentes de la Universidad, hijos de Ignacio de Loyola, eliminan cuanto puede recordar a Dios, a la religión católica, y dejan el escudo en un fondo negro, o gris o rojo, que me da lo mismo; triste, vacío, desacralizado, como avergonzándose de lo que ha sido la Universidad y de lo que debiera seguir siendo. Y lo hacen o por propio impulso, o instigados por fuerzas ocultas. Ellos lo sabrán. Atrás quedan el Beato hermano Gárate y la Beata Rafaela Ybarra, tan ligados al Deusto de los tiempos de verdadera santidad. La energía cristiana, si no brota de la Eucaristía, ¿de dónde la obtendremos?
¡Pero, si da la impresión de que se avergüenzan de lo que son! ¡Señor! Y ¿aquello que tú dijiste, "Si alguien se avergonzare de mí, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él..." (Mc. 8,38). No quisiera pensar que lo hayan hecho porque la fe se ha eclipsado para siempre de sus corazones. Sería demasiado grave. Pero sí; -y de esto no puede caber duda- todo indica un aflojar grande en el amor a Dios. Para un religioso enamorado de su Señor como Ignacio de Loyola, su honra y gozo será ver teofanías de su Dios y Señor.
Sirvan estas líneas de denuncia ante quien corresponda. Lo cierto es que con todas estas cosas cada vez más se está creando un ambiente anticatólico. Lo que está en nuestras manos, hacemos: denunciar. Ahora que los dirigentes de la Iglesia tomen las medidas necesarias.
Escrito en 1995: ignoro si harían caso a esta crítica. Hoy no puedo comprobarlo. Año 2019. Espero que si no lo han remediado y llega este articulo a manos del nuevo Rector, procurará solucionarlo.
José María Lorenzo Amelibia
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Martes, 19 de febrero