Aumenta cada día el número de jóvenes amigos del botellón. Suelen comenzar de una manera inocente, pero después vienen las complicaciones. Muchos mezclan el alcohol con drogas de síntesis. Como consecuencia, los accidentes de tráfico, intoxicaciones por abuso de drogas, visita al médico de urgencias. Y si con esto llegáramos al punto final, sería el peor de los males.
Recuerdo que, en la década de los setenta, comenzó, en la juventud de enseñanza media, la afición a las drogas tanto blandas como duras, En aquellos tiempos de predemocracia, muchos no tenían freno. Los profesores no podían impedir que sus alumnos fumaran en clase, problema que hoy está del todo superado. Sin embargo la afición a la droga dura va en aumento, al menos en algunos sectores de la juventud. Lo peor de la droga es que crea dependencia el hábito de usarla, y la enorme dificultad para librarse de ella. Es una verdadera enfermedad. Jóvenes de aquel entonces están pagando hoy caro el haberse aficionado a un placer efímero, pero devastador.
La droga acarrea serios problemas mentales. Provoca trastornos en el comportamiento, psicosis, alucinaciones, delirios. Y lo peor es cuando no se corrige a tiempo el vicio; los daños pueden ser irreversibles en el cerebro. Por otra parte al comenzar esta absurda costumbre en período de formación, el fracaso académico es rotundo, la personalidad del joven se malforma, los efectos demoledores serán mayores cuanto más tiempo perdure la costumbre nefasta. Por todo ello es necesario poner remedio cuanto antes a este mal ruinoso.
Cuesta poco acudir al médico a buscar remedio de una gastritis, gripe o conjuntivitis aguda; pero dirigirnos al sanitario por una adicción a drogas o una enfermedad mental se hace muy cuesta arriba. Piensan que no son enfermos normales y que si han llegado a esto es por su culpa; este sentimiento les retrae para todo. Y es necesario un tratamiento médico, mucha fuerza de voluntad, un deseo vehemente de librarse de estos lazos. Además, la ayuda de alguna persona con principios morales sanos. Porque levantarse de esta dolencia no es solo cuestión de fuerza de voluntad. Hace falta el auxilio del médico e incluso insertarse un grupo de personas que pretenden este mismo fin. Existen ONGs, sacerdotes y religiosos que ayudan a levantarse de esta postración.
Lo mejor siempre es prevenir, escarmentar en cabeza ajena, no dejarse llevar de la curiosidad, saber los problemas que acarrean las drogas.
José María Lorenzo Amelibia
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Domingo, 17 de febrero