1.- Enséñame hoy, Señor, a apreciar el dolor.

2.- Aprecio el dolor como un don de Dios, pero cuando llega deseo con fuerza salir de este estado. Luego, instintivamente me apego al placer.

3.- ¡De qué manera tan distinta obran los santos! Sor Ángela de la Cruz amaba de verdad al dolor y no se concedía ni un placer.

4.- Dame, Señor, ese amor tan grande a ti que me bastes Tú sólo; que al menos no elija las cosas por el mero placer ni las rechace por el dolor.

5.- Concédenos, Virgen María, aprecio al bendito dolor y la humildad infunde en nuestro corazón. Santifica mi alma.

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